Las emociones y la responsabilidad

AutorDaniel González Lagier
Páginas125-152
CAPÍTULO V
LAS EMOCIONES Y LA RESPONSABILIDAD
Existen varias conexio nes entre las emociones y la responsabilidad.
En primer lugar, está la cuestión de si algunas emociones son fundamento
de nuestra s prá cticas morales de atribu ción de re sponsabil idad. Así,
ST R A W S O N argumentó que no es racional abrazar el determinismo y pres-
cindir de la noción de responsabilidad, porque ello nos llevaría a dejar de
lado rasgos esenciales de nuestro comportamiento social y, en particular,
nuestras emociones sociales (como el resentimiento, la indignación o la
vergüenza), que fundamentan nuestra convivencia. 1 En se gundo lugar,
está la cuestión de si somos responsables por tener una emoción que se
considera inapropiada, o no tener un a emoción apropiada, lo que tiene
consecuencias para la alternativa entre una concepción de la moral basada
en la idea de virtud y carácter moral (en la tradición aristotélica) o en la
idea de deber (en la tradición kantiana). En tercer lugar, podemos exami-
nar la práctica, recogida por el derecho, de modular la responsabilid ad
que se nos atribuye por nuestras acciones en función de su mo tivación
emocional. En es te capítulo me ocu paré de las dos últimas cuestiones.
Ambas están vinculadas, porque si atribuimos a los demás responsabili-
dad por tener una u otra emoción, es porque pensamos que esa emoción
se traduce con frecuencia, o se corre el riesgo de que así sea, en una ac-
ción perjudicial. Las meras emociones, si no se manifestaran nunca en ac-
tos externos (si fueran, por ejemplo, sólo una sensación), no producirían
1 ST R A W S O N , 1995.
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ofensas ni lesiones. Sin embargo, es distinto hacernos responsables por
nuestras emociones en atención a las disposiciones que puedan generar,
  por nuestras acciones en atención a las
emociones que las generan.
1. RESPONSABILIDAD EMOCIONAL
¿Somos responsables en alguna medida de nuestras emociones irra-
cionale s o inapropiadas? «Respon sabilidad» es un término con varios
 2. Uno de ellos es el de «responsabilidad causal». Un sujeto
es causalmen te responsable de un resultado si ha causado ese re sultado.
Desde este punto de vista, seríamos responsables de nuestras emociones
en la medida en que pudiéramos causarlas. Otro de los sentidos de res-
ponsabilidad, el que aquí nos interesa, es el de responsabilidad como «re-
prochabilidad». Un sujeto es responsable, en este sentido, de sus emocio-
nes cuando se le puede reprochar tener emociones inapropiadas, cuando
es culpable de tenerlas.
Cuando nuestras emociones están en el origen de actos lesivos se nos
hace responsable de tales actos, y el hecho de que hayan sido motivados
por emociones puede afectar a nuestro grado de responsabilidad por tales
actos. Este problema debe ser distinguido del que quiero plantear aquí. La
cuestión que ahora me interesa es si se nos puede reprochar tener emocio-
nes como el odio a una raza, o a los que profesan una determinada ideolo-
gía, o carecer de emociones como la compasión o la empatía, etcétera.
Hay que reconocer que reprochar a otros algunas de sus emociones es
algo que hacemos normalmente. Hacemos blanco de nuestros reproches a
quien se enfada con excesiva asiduidad, a quien odia a una raza, a quien
-
lósofos de la moral han hablado de responsabilidad emocional. Algunos
autores, siguiendo la tradición aristotélica, han prestado una atención es-
pecial a las nociones de «virtud» y «vicios», y han sostenido la relevancia
del carácter moral de los sujetos, ente ndiendo por tal el conjunto de sus
deseos y emociones y su manera de guiarse por ellos 3. «La virtud tiene
que ver con las emociones y las acciones» 4, dice ARI S T Ó T E L E S . Desde esta
perspectiva, es posible sostener que somos responsables de nuestro carác-
2 Véase HA R T , 1973: 211. Para un análisis de los distintos sentidos señalados por HA R T
y, en general, sobre el concepto de responsabilidad, véase LARRAÑAGA, 2000, en especial
pp. 98 ss.
3 Por ejemplo, FO O T , 1994.
4 ARI S T Ó T E L E S , Ética Nicomáquea, III, i (1109-b 30).

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