Las emociones y la racionalidad
| Autor | Daniel González Lagier |
| Páginas | 105-123 |
CAPÍTULO IV
LAS EMOCIONES Y LA RACIONALIDAD
De acuerdo con una tradición profundamente anclada en nuestra con-
cepción acerca de nosotros mismos, pasión y razón son dos conceptos
contrapuestos. Para esta tradición las emociones no son el tipo de evento
que pue de ser consi derado racional o irracional y además entorpecen la
labor de la razón, a causa de la agita ción y ofuscación que provocan. La
oposición entre las emociones y la racionalidad también ha sido un tema
pasión conllevaba hibrys, desmesura, pérdida del metron, de la justa me-
dida 1. En el Fedro PL AT Ó N describió el alma como un carro tirado por un
corcel blanco y uno negro y conducido por un auriga. El auriga simboli-
zaba la razón, el corcel blanco las motivaciones nobles del alma y el ne-
gro las pasiones y los bajos apetitos. Es este último al que hay que refre-
nar. Para los estoicos las pasiones eran enfermedades del alma que había
que desterrar si se aspiraba a ser feliz. Aceptando que las emociones
eran o implicaban un juici o, sostenían que éste siempre era falso. Según
SA N T O TOM Á S , las p asiones «pueden conducirnos hacia algo contrario a
la razón, por lo que necesitamos un freno al que llamamos templanza» 2.
una mayor aceptación, la teoría de las emociones como sensaciones, cuyo
gran defensor fue DE S C A R T E S , l as emocio nes o bien n o tienen ninguna
1 AN TO N I N E GAG I N , 2006: 187.
2 AQ U I N O , 1954: 1a2ac Q.57 a4.
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vinculación con la racionalidad o bien tienen una acción perjudicial para
la misma. Frente a estas posturas, si se asume, como he hecho aquí, una
concepción de las emociones que incluya entre sus elementos componen-
tes cognitivos y una tendencia a la acción, así como una estrecha vincula-
ción con deseos, la relación entre las emociones y la racionalidad aparece
bajo una nueva luz. Como señala el psicólogo Richard S. LAZ A R U S , en un
episodio emocional hay que distinguir dos fases: la fase de «aparición de
la emoción» y la de «control de la emoción». En la primera fase, la emo-
ción se genera cuando una persona con ciertos objetivos y creencias eva-
para él. En la segunda fase, tratamos de controlar la expresión de la emo-
ción y la tendencia a la acción que genera de acuerdo con nue stro interés
en mantener cierta relación con los demás. Pues bien, «la razón juega un
papel en ambas fases», porque tanto la valoración que despierta la emo-
ción como el control de la misma están sometidos a ella 3. Y si estas fa-
ses están sometidas a la capacidad de raciocinio, entonces las emociones
pueden ser racionales o irracionales.
El a nálisis de las relacione s entre emociones y racionalidad es muy
complej o y está su peditado a la concepción de la racion alidad q ue se
asuma. Aquí voy a apelar a un concepto amplio de racionalidad (que in-
cluye no sólo la ra cionalidad e pistémica y estratégica, sino también la
adecuación de las emociones a ciertas normas y valores), sin mayor aná-
lisis, aunque espero que se vaya p recisando a lo largo del capítulo. Mi
objetivo es tratar de determinar a) en qué medida puede decirse que una
b) cómo afec-
tan las emociones a la racionalidad de la acción. En mi opinión, se trata
de do s cuestiones relacionadas, puesto que la respuesta a la segund a es
parte de la respuesta a la primera.
1. DOS ARGUMENTOS CONTRA LA RACIONALIDAD
DE LAS EMOCIONES
Podemos decir que las emociones son «no-racionales» o decir que son
D E
SOUSA ha llamado «racionalidad categorial» (como cuando decimos que
«el hombre es un ser racional»); si decimos lo segundo, hablamos de «ra-
cionalidad evaluativa» (como cuando evaluamos una creencia como racio-
nal o no). Decimos de un deseo, una acción, una creencia, etcétera, que
3 LA Z A R U S , 2000: 257.
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