Definición de la estupidez política

AutorAlfredo Ramírez Nárdiz
Páginas25-77
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Def‌inición de la
estupidez política
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1. Def‌inición cipolliana
«Porque todos me cultivan con gran cuidado y gozan
ampliamente de mis benef‌icios, y jamás hubo nadie que
ensalzara la estupidez con palabras de agradecimiento.»
Erasmo de Rotterdam. Elogio de la estupidez.
Carlo María Cipolla dijo en su obra Las leyes
fundamentales de la estupidez humana dos cosas muy
importantes: que la estupidez no es un chiste y que
tomársela a tal puede traer funestas consecuencias.
Es cierto que su texto está escrito medio en broma,
pero también lo es que la historia del pensamiento
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TEORÍA GENERAL DE LA ESTUPIDEZ POLÍTICA
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está llena de gente que abiertamente dice que sus
teorías son ocurrencias, sino mentiras (ese Platón
rumboso con sus almas de oro, plata y bronce), y
nadie se queja mucho. Cipolla, que por lo demás
era un economista perfectamente respetable (valga
el oxímoron), resumió sus ideas en lo que llamó las
leyes de la estupidez. Son cinco:
1. Siempre e inevitablemente cada uno de noso-
tros subestima el número de individuos estú-
pidos que circula por el mundo.
2. La probabilidad de que una persona determi-
nada sea estúpida es independiente de cual-
quier otra característica de la misma persona.
3. Una persona estúpida es una persona que cau-
sa un daño a otra persona o grupo de personas
sin obtener, al mismo tiempo, un provecho
para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.
4. Las personas no estúpidas subestiman siempre
el potencial nocivo de las personas estúpidas.
5. La persona estúpida es el tipo de persona más
peligrosa que existe. Cuyo corolario sería: El
estúpido es más peligroso que el malvado.
La más importante de las cinco leyes es eviden-
temente la tercera, pues def‌ine al estúpido: aquel que
1 DEFINICIÓN DE LA ESTUPIDEZ POLÍTICA
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con sus actos produce daños tanto a los otros, como
habitualmente a sí mismo. Con esta af‌irmación de
Cipolla, la palabra estúpido deja de ser un epíteto
usado para descalif‌icar y denigrar, un término pe-
yorativo que se predica de alguien en función de la
valoración subjetiva que un tercero tenga de la inte-
ligencia o la cultura del calif‌icado, para convertirse
en una def‌inición basada en un criterio objetivo: los
actos del estúpido y los efectos que éstos provoquen.
Gracias a Cipolla la estupidez abandona el mundo
del insulto y asciende a la categoría de los conceptos
que pueden ser valorados en función de los hechos.
¿Quién es el estúpido? El estúpido es un tipo
de persona que con sus acciones daña los intereses
ajenos y también los suyos. Nada bueno se puede
sacar de sus actos. Ni para él, ni para los demás. El
estúpido sólo es capaz de crear caos a su alrededor.
Es un elemento entrópico en el que todos, él inclui-
do, sufren el desorden generado.
¿Cómo reaccionamos el resto de los seres hu-
manos ante un estúpido? Subestimándolo. Tanto a
él como a las consecuencias de sus actos. Primero
porque tenemos asumido que la estupidez es algo
divertido y risible, no dramático y terrible. Y de lo
que mueve a la risa nadie se preocupa. Segundo por-
que, como no somos estúpidos, somo incapaces de

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