La criminalidad violenta

AutorSantiago B. Brage Cendán
Cargo del AutorProf. Derecho Penal y Criminología, Facultad de Derecho, Univ. Santiago de Compostela
Páginas17-61
PARTE PRIMERA
La criminalidad violenta
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1 CONCEPTO DE VIOLENCIA Y AGRESIÓN
Ofrecer un concepto de violencia no se muestra como una tarea sen-
cilla, como ocurre casi siempre cuando se trata de def‌inir categorías con-
ceptuales que interesan a múltiples disciplinas científ‌icas. Así, son muchas
las def‌iniciones aportadas desde las distintas áreas del saber humano para
aclarar qué debemos entender por violencia, aunque ahora nos interesa
una de ellas propia del ámbito de las ciencias sociales y que entiende por tal
«toda acción u omisión innecesaria y destructiva de una persona hacia otra
que da lugar a tensiones, vejaciones u otros síntomas similares».
Aclarado el concepto de violencia, se ha discutido en la doctrina si
«violencia» y «agresión» son dos conceptos semejantes o divergentes. De
este modo, para algunos autores la violencia haría referencia a un compor-
tamiento cuyo componente principal sería de carácter físico, mientras que
si ese componente fuese de tipo psíquico podría hablarse de una agresión
stricto sensu. Por contra, otros autores pref‌ieren no distinguir entre ambos
conceptos y ponen el acento de la conducta violenta o agresiva en el hecho
de que el destinatario de la misma tenga la capacidad de sentirla, de perci-
birla, por lo que ambos conceptos harían referencia única y exclusivamente
a seres animados (personas, animales). En este sentido, no se podría hablar
de violencia o agresión cuando el destinatario de la misma fuese un objeto
inanimado (un buzón de correos, por ejemplo), ya que tal objeto no tendría
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CUADERNOS DE CRIMINOLOGÍA | SANTIAGO B. BRAGE CENDÁN
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capacidad de percibir o sentir la conducta violenta, sea ésta de tipo físico o
psíquico. Por el contrario, los seres animados como animales o personas sí
podrían ser objeto de comportamientos violentos o agresivos. Partiendo de
tal consideración, no cabría entonces emplear el término violencia cuando
se alude a la «violencia urbana», dado que el objeto de la misma son el mo-
biliario urbano u otros objetos inanimados.
Otro de los elementos que debe estar presente en la conducta violen-
ta o agresiva es el de la voluntariedad, entendida como intención de provo-
car un daño. En este sentido, determinadas conductas que frecuentemente
producen daños no podrían ser consideradas como comportamientos vio-
lentos al carecer del elemento de la intencionalidad. Este sería el supuesto
de comportamientos imprudentes en el tráf‌ico rodado (por ejemplo, con-
ductores que provocan daños personales y materiales al conducir bajo la
inf‌luencia de bebidas alcohólicas o drogas tóxicas).
Otra de las notas que deben concurrir para poder hablar de violencia
o agresión es la necesidad de que exista una norma, una regla de tipo social
o jurídico que nos indique si esa conducta es agresiva o no, así como la
magnitud de la misma. De esta manera, un combate de boxeo puede con-
siderarse un deporte, a pesar de que los golpes pueden causar daños a los
púgiles, y una pelea callejera puede considerarse una conducta violenta al
hallarse sancionada como falta o delito en nuestro Código penal.
Un último elemento vendría dado por la valoración del comporta-
miento de la víctima, es decir, de su actitud ante la conducta violenta o
agresiva. De este modo, si la víctima se encuentra motivada para evitar el
daño, si no consiente la producción del comportamiento agresivo, habrá
violencia. Por el contrario, si media su consentimiento puede considerarse
que no existe comportamiento agresivo. Así, conductas sadomasoquistas
no se podrían incluir dentro de las conductas violentas.
Por lo demás, nuestro Código penal se ref‌iere en muchos de sus Tí-
tulos a comportamientos agresivos o violentos, así, por ejemplo, el homi-
cidio, el asesinato, las agresiones sexuales, las lesiones, las torturas, el robo
con violencia, etc. Pero la violencia sancionada en el Código penal no sólo
engloba a aquellos comportamientos que menoscaban la salud física o psí-
quica, sino también a aquellos que afecten a la dignidad de la persona, por
lo que no es necesario que exista un resultado de menoscabo f ísico o psí-
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PARTE PRIMERA LA CRIMINALIDAD VIOLENTA
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quico, pudiéndose castigar también un trato degradante, como ocurre en el
delito contra la integridad moral recogido en el artículo 173.1 CP.
2 CAUSAS DE LAS CONDUCTAS VIOLENTAS.
TEORÍAS
Evidentemente, existen diversidad de explicaciones, tantas como teo-
rías que intentan aportar una aclaración al origen de la conducta delictiva.
De entre todas ellas, quizás las más importantes son las que se detallan a
continuación.
2.1 Fisiológicas
Estas teorías f‌isiológicas parten de la consideración de que el origen
de la agresión o del comportamiento violento hay que situarlo en el propio
organismo del individuo. Dichas teorías gozaron de gran predicamento en
la década de los 50 como consecuencia del desarrollo de los estudios ge-
néticos. Así, en análisis llevados a cabo entre la población reclusa en los
años 50, llegó a comprobarse que un número importante de reclusos pre-
sentaban alteraciones cromosómicas, fundamentalmente el cromosoma
«Y» supernumerario (XYY), conocido como «trisomía del supermacho».
No obstante, estas teorías fueron rebatidas argumentando, en primer lu-
gar, que los sujetos que presentaban esta anomalía cromosómica cumplían
condena por delitos no violentos, ordinariamente delitos contra la propie-
dad; y, en segundo lugar, más que malformaciones de tipo físico y/o psíqui-
co, se constató que era el bajo nivel intelectual el origen de su criminalidad.
2.2 De los trastornos endocrinológicos
Recientemente, la moderna medicina ha llegado a determinar que
los procesos bioquímicos que rigen la conducta humana cumplen un papel
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