Consideraciones sobre la Unión Monetaria Europea y la Ciencia

AutorStuart Schwartzstein
CargoLSE

La Unión Monetaria Europea (UME), que ha creado una moneda única en enero de 1999, será considerada probablemente, por los historiadores, como uno de los acontecimientos económicos más importantes de la Europa de la posguerra. Ciertamente, ha sido el más importante desde la caída de la Unión Soviética. Pero, aunque lo consideremos importante, no debe olvidarse que el principal impulso para la unión monetaria no es económico, sino político, y que la tenacidad con que muchos líderes europeos han defendido los planes para implantar la UME -pese a muchos titubeos y oposiciones- es más un indicador de la importancia atribuida a la integración política que de la convicción de que una modeda única traería consigo grandes beneficios económicos. La UME puede derivar de los compromisos políticos contenidos en el Tratado de Maastricht, pero ciertamente los va a eclipsar. Algunos comentaristas consideran la UME no sólo como algo de gran significado político en Europa, sino también como un cauce para las relaciones entre Europa y Estados Unidos. Y hay también quienes creen, como Martin Feldstein, ex-presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente de EE.UU., que, aunque sea muy importante, sus efectos serán negativos. En un artículo muy difundido, de noviembre de 1997, Feldstein dice: "si la UME entra en vigor, cambiará el carácter político de Europa de modo que se derivarán conflictos en Europa y confrontaciones con Estados Unidos" (Feldstein, 1997). Así como buena parte del impulso para la UME proviene de quienes desean ver una Europa más integrada como contrapeso de Estados Unidos, hay en Estados Unidos quienes temen que una Europa más integrada sea más un competidor que un socio. Pero sí se puede hablar de consenso en el sentido de que, aunque muchos la consideren como "una empresa financiera confusa", es de gran importancia y no se puede ignorar.

Desde luego, queda todavía mucho por ver sobre la UME. En el plano económico, los efectos más importantes serán los estructurales -de primer orden, de segundo orden y otros-. Es claro que creará una moneda fuerte -que probablemente competirá con el dólar como moneda de reserva- y sin duda conducirá a una mayor integración entre los miembros de la Unión Europea que decidan participar(1). También puede esperarse, razonablemente, una gestión fiscal muy prudente y cuidadosa por parte de los gobiernos de los once países que formarán parte inicialmente de la UME, así como esfuerzos concertados para que no haya retrocesos económicos graves, al menos en los primeros uno o dos años de la moneda única, cuando se la podría culpar (correcta o equivocadamente) de lo que ocurriese. La posibilidad de enfrentarse con altas tasas de desempleo en este período será también un serio desafío para los gobiernos de los países miembros; es de esperar que este tema sea prioritario.

Pero, para quienes se ocupan de la ciencia y la tecnología en Europa, ¿cuáles serán los efectos probables? Y ¿qué pueden esperar quienes se ocupan de la cooperación científica y tecnológica entre Estados Unidos (y Japón y otros países) y los miembros de la Unión Europea? Es curioso - y hasta cierto punto sorprendente, dada la importancia de la ciencia y la tecnología para las economías modernas- que parece haberse escrito y publicado muy poco sobre los efectos que puede tener la UME en la ciencia y la tecnología, excepto en lo que se refiere a los problemas administrativos y de software que se suscitarán inevitablemente (al menos en el período inicial). La información que el autor de este artículo ha recibido, de expertos y comentaristas de política científica, indica que se está prestando poca atención a los efectos que puede taner la UME sobre la ciencia y la tecnología en Europa -sobre financiamiento, gestión de la I+D y posibles cambios en los sistemas de apoyo a la I+D como resultado de la unión monetaria.

Algunas cosas parecen, sin embargo, claras. Primero: las comparaciones de costes entre los países serán más fáciles y no estarán sometidas a las fluctuaciones de las monedas. Tampoco habrá disparidades en las tasas de interés, dentro de la UME, y, por tanto, se igualarán más algunos costes. Ciertamente, al denominarse todos los presupuestos y todos los costes en una misma moneda, la gestión de las instalaciones de investigación (y de fabricación) en toda la zona Euro será más fácil, y también se facilitará la movilidad de los investigadores, al denominarse costes y salarios en una única moneda. Más allá de esto, los efectos son menos claros.

Sin embargo, quizás sea útil especular sobre los posibles efectos de la UME en la investigación científica, al menos a corto plazo. En mi opinión, ocurrirá probablemente lo siguiente:

Defensa del euro como moneda fuerte, por parte del banco central, manteniendo las tasas de interés tan elevadas como sea necesario, pero no significativamente más altas que las existentes: esto puede desanimar las inversiones de ciertos sectores comerciales en instalaciones de investigación, al menos en las áreas donde la rentabilidad no es a corto plazo ni del tipo de alto riesgo-alta rentabilidad. Sin embargo, el impacto de las tasas de interés sobre la inversión vendrá determinado no sólo por las tasas de interés en euros, sino también en otras monedas importantes, así como por los costes de oportunidad y por las estrategias de las empresas a largo plazo.

Consolidación de las instalaciones de investigación y de producción en la UME: ello puede traducirse en mayor racionalización y uso más eficaz de los recursos. Y también -quizás más a corto que a largo plazo- en una disminución del número de laboratorios y otras instalaciones de investigación.

Mayor disponibilidad de capital para la investigación: la euforia esperada ("euroforia") respecto a la UME probablemente impulsará los precios al alza, proporcionando capital a las empresas, y es de esperar que parte del mismo se utilice en investigación y desarrollo. (Si algunas empresas de alta tecnología pueden mantener las relaciones precios altos-ganancias de que actualmente disfrutan algunas empresas norteamericanas de alta tecnología, disfrutarán de esos beneficios cualesquiera que sean las tasas de interés).

El impacto de la colaboración en investigación será mayor para las empresas de tamaño mediano que para las más grandes: para éstas últimas, los obstáculos para la colaboración han sido relativamente menos importantes y, por tanto, la mayor facilidad para colaborar a través de las fronteras tendrá menos impacto que para las empresas pequeñas que, hasta ahora, han estado desfavorecidas.

Mayor presión en favor de las prácticas de normalización, mayor conformidad con los métodos seguidos en la UE y mayor integración en ésta. La mayor facilidad de administración a través de las fronteras y la creciente necesidad de perspectivas europeas impulsarán otras medidas.

Reconsideración del principio de "subsidiaridad"(2)en su aplicación a la investigación y el desarrollo. Probablemente ello conducirá a un cambio notable para que se tomen más decisiones y se realicen más esfuerzos a nivel supranacional.

Mayor normalización e integración de las políticas nacionales y mayor apoyo a la investigación y el desarrollo. La presión en favor de una mayor normalización de los títulos académicos favorecerá la movilidad de los investigadores.

Mayor armonización de las legislaciones fiscales y de las políticas de gasto nacionales (y sub-nacionales(3)), incluidas, pero no exclusivamente, las relacionadas con la investigación.

Pequeña repercusión sobre el Quinto Programa Marco: después de largos debates y luchas, no es probable que la UME afecte a las decisiones ya tomadas o a la administración del Quinto Programa Marco de la Comisión.

Para conseguir ventajas competitivas dentro de la UME, los estados y las regiones realizarán esfuerzos para proporcionar a la industria concesiones, ventajas fiscales, subsidios y otras medidas posibles (dentro de lo legalmente permitido por los acuerdos, directivas y reglamentos de la UE); en particular, a las industrias de alta tecnología, que consumen mucha investigación, y que se considera que tienen futuro y no perjudican el medio ambiente local.

Mayor impulso para la consolidación y reestructuración de las industrias europeas de la defensa, a través de las fronteras nacionales, incluyendo la I+D para la defensa. Se dará nuevo impulso a los esfuerzos para crear industrias de defensa pan-europeas, capaces de competir eficazmente con sus homólogos norteamericanos. (Esto podría tener un impacto negativo sobre la cooperación con EE.UU., en ciertas áreas de la investigación para la defensa).

Pero, ¿qué ocurrirá, en general, con las relaciones científicas y tecnológicas con EE.UU.? En primer lugar, en mi opinión, la competencia y la cooperación continuarán marcando las relaciones Estados Unidos-Unión Europea en este campo. La globalización de la ciencia y la importancia científica de EE.UU. y de los estados miembros de la UE hacen que la cooperación sea inevitable y que la competencia siga siendo una parte importante de tal relación.

De hecho, con una mayor consolidación y racionalización, las empresas europeas pueden convertirse en fuertes competidores(4). Sin embargo, para las empresas norteamericanas, el coste de contratar investigación en los países europeos puede ser mayor que en el pasado, si la tasa de cambio del euro frente al dólar es mayor que la de las monedas nacionales actualmente en uso(5). Para las empresas europeas, un euro fuerte puede ser un incentivo para contratar investigación o para establecer instalaciones de investigación en EE.UU., lo que abogaría por una mayor cooperación.

Pero una Europa más fuerte y más integrada significará también que se podrán resistir mejor las demandas de conformidad con las normas norteamericanas. Los términos en que se base la cooperación pueden cambiar algo hacia las preferencias, las normas, los términos y las condiciones europeos -con la posible excepción de lo que ocurra en el campo de las tecnologías de la información. Esto será cierto para la cooperación en ciencia y tecnología, pero también en otros campos. Se puede esperar una mayor influencia de Europa en la "mega-ciencia", es decir en las actividades científicas que necesariamente han de ser financiadas en gran parte por los gobiernos, y que se han de tratar inevitablemente a nivel político.

La mayor facilidad de administración de las instalaciones de investigación a través de las fronteras nacionales, la menor dificultad en la movilidad de los investigadores y la mayor probabilidad de que los investigadores europeos encuentren y aprovechen oportunidades profesionales en Europa, sin tener que emigrar a Estados Unidos (como han hecho muchos científicos en el pasado), también pueden dar lugar a cambios en las relaciones. Las empresas norteamericanas y de Europa Occidental competirán también fuertemente para lograr los servicios de los investigadores de los países del antiguo Pacto de Varsovia, especialmente a medida que disminuya la atracción del dólar frente a una moneda de reserva rival.

Es probable también que cambien las relaciones políticas y de defensa entre EE.UU. y la UE, lo que influirá sobre la cooperación científica y tecnológica. Ya han ocurrido algunos cambios con la caída de la Unión Sociética y la desaparición de la amenaza militar del Este. Cambios que han afectado a las políticas exterior y de defensa; y hay quien cree advertir un resentimiento creciente frente al papel dominante de EE.UU. (Ciertas leyes, como la Helms-Burton o las sanciones contra Irán y Libia han creado el temor, en muchos europeos, de que si no se unen y constituyen un bloque formidable, serán objeto de demandas extraterritoriales iracionales, por parte de EE.UU.). Si la UME tiene éxito, favorecerá los esfuerzos para crear una política común europea exterior y de defensa y, muy probablemente, forzará cambios en las relaciones con Estados Unidos. Estos cambios no serán necesariamente negativos, pero mantener las relaciones en el mismo nivel de amistad (y alianza) exigirá cambios en las actitudes y acciones de EE.UU.

Al contemplar los cambios que probablemente acarreará la UME, también podemos considerar lo que sucedería si la UME no tiene éxito (o si, como teme el profesor Martin Feldstein, da lugar a una serie de conflictos). Incluso con las mejores intenciones y con una buena dosis de voluntad política, cabe considerar la posibilidad de un fracaso y, ciertamente, la posibilidad de que aumenten, en vez de disminuir, los conflictos en Europa. En este caso, el fracaso de la UME conllevaría, sin duda, la desilusión con la Unión Europea, una mayor confianza en los sistemas y estructuras nacionales y, quizás, el desencadenamiento de fuerzas centrífugas. Esto no significaría necesariamente que las relaciones con Estados Unidos se estrecharían corelativamente: más bien habría menos coherencia y menos posibilidades de predicción. Aunque en EE.UU. hay quienes ven con temor el advenimiento de la UME, una vez establecida, el interés de EE.UU. está más en su éxito que en su fracaso -tanto en lo que respecta a la cooperación científica y técnica como a las relaciones en general.

También cabe considerar el impacto de la UME sobre las relaciones con los estados europeos que no son miembros de la Unión Monetaria (o, como el Reino Unido, que han retrasado su incorporación). Cabe preguntarse cómo afectará la UME a las relaciones con los estados de fuera (como EE.UU.) y de dentro de la región, y con los estados que aspiran a convertirse en miembros de la Unión Europea.

Conclusión

Aunque queda mucho por ver sobre la UME y sus efectos, es claro que tendrá una gran importancia y constituirá un paso decisivo para la futura integración de Europa en el marco de la Unión Europea. Los efectos sobre la ciencia, la tecnología y la investigación científica tardarán aún algún tiempo en apreciarse, pero probablemente serán notables. Sin embargo, no hay que exagerar la importancia de la UME para la ciencia: comparada con otros elementos (por ejemplo, el Quinto Programa Marco que comienza en 1999) puede ser relativamente menor. Pero para Europa en general y para sus relaciones con otros países, la Unión Monetaria y sus efectos serán temas importantes que hay que seguir de cerca.

Palabras clave

UME, Unión Monetaria, moneda, capital, ciencia, tecnología, investigación, tasas de interés, Quinto Programa Marco

Notas

1- Once miembros de la UE han cumplido los criterios y se han incorporado a la UME en enero de 1999.

2- Según el Tratado de la Unión Europea, significa que la UE puede actuar sólo cuando tiene la capacidad legal necesaria y que la actuación a nivel de la UE sólo puede realizarse cuando el objetivo previsto se puede alcanzar mejor a nivel supranacional que a nivel nacional. La interpretación de esta norma ha sido muy discutida, pero la mayor integración de los estados miembros, a través de la UME, puede inclinar la balanza del lado de la interpretación "integracionista".

3- Por ejemplo, los länder alemanes.

4- Airbus y Eurofighter pueden ser modelos a imitar en otros campos.

5- Aunque puede tener efectos mínimos. Nótese que pese a la fuerza de la libra esterlina, empresas japonesas y norteamericanas han abierto, mantenido y ampliado instalaciones de investigación en el Reino Unido.

Referencia

Feldstein, M., The Euro and War, Foreign Affairs, noviembre/diciembre 1997.

Contactos

Stuart J.D. Schwartzstein, Centre for International Studies, London School of Economics and Political Science

Tel.: 01 71 955 78 29/385 49 68, Fax: 01 71 955 79 20, Correo electrónico: S.Schwartzstein@lse.ac.uk

Dimitris Kyriakou

Tel.: +34 954 488 298, Fax: +34 954 488 326, Correo electrónico: dimitris.kyriakou@jrc.es

Sobre el autor

Stuart Schwartzstein es miembro del Centre for International Studies de la London School of Economics and Political Science y consultor en una amplia gama de temas sobre relaciones internacionales. Hasta hace poco ha sido Director Asociado para Política Científica y Tecnológica de la US Office of Naval Research.

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and Spanish.

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