Capítulo 4. Sociedad, estado y derecho

Páginas57-86
CAPÍTULO 4
SOCIEDAD, ESTADO Y DERECHO
4.1. El individuo, la sociedad y el Estado
El hombre, como realidad histórico-social, tiende a crear y a desarrollar, en el
contexto de un mundo natural y de un mundo valorativo, formas de vida, relaciones
sociales y organización societaria. El ser humano como ser social construye, en la
esfera de un espacio y de un tiempo, tipos y expresiones culturales, sociales y políticas,
demarcadas por el juego dinámico de fuerzas móviles, heterodoxas y antagónicas. Cada
sociabilidad, en su dimensión singular y colectiva, viviendo en la dimensión de un
mundo simbólico, lingüístico y hermenéutico, ref‌l eja patrones culturales múltiples y
específ‌i cos. Como la realidad social es el ref‌l ejo más claro de la globalidad de fuerzas
productivas y relaciones humanas, la totalidad de estructuras de un determinado grupo
social necesitará tener el nivel y la modalidad de equilibrio e interacción del mismo.
Se puede visualizar la unidad de estructuras en una sociedad y período determina-
dos, dentro de categorías o funciones de diferentes niveles. Para Marcos Kaplan, todo
análisis tiene tres aspectos básicos. El primero se presenta en el ámbito de la relación
del ser humano con la naturaleza e implica el grado de desarrollo de las fuerzas pro-
ductivas, las cuales propician los substratos del ser cultural humano en la plenitud de
su conciencia histórica. El segundo aspecto se expresa a través del mecanismo de las
relaciones de producción. Las modalidades económicas y políticas en las sociedades
humanas descortinan el nivel de desarrollo y estructuración de las relaciones sociales
de producción. Finalmente, otro dato a tener en cuenta es el del proceso de desarrollo
de las fuerzas productivas que, basado en el juego de las relaciones humanas, tiende
a edif‌i car una superestructura compuesta por conf‌i guraciones culturales e ideologías,
especies y rangos de poder, así como instituciones jurídicas, sociales y políticas.118
118 Cf. KAPLAN, Marcos T. Formação do Estado nacional na América Latina, Rio de Janeiro, El
dorado, 1974, pp. 9-41.
ANTONIO CARLOS WOLKMER
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La tendencia natural y espontánea del hombre en su calidad de ser social –la de
asociarse a otros seres humanos– parece ser una condición fundamental al considerar
toda relación entre individuo, sociedad y Estado. Ello lleva a cuestionar no solo la
naturaleza del hombre como ser social, sino la propia naturaleza de la sociedad y del
Estado, y asimismo los límites de la libertad del hombre y de la autoridad. El hombre,
por naturaleza, será bueno, social y racional, o malo, egoísta y destruidor.119¿Y la so-
ciedad? Expresa una realidad racional, fruto de la cooperación natural de los hombres
que buscan la concretización de f‌i nes que satisfagan sus necesidades, o una realidad
artif‌i cial y f‌i cticia resultado no de una asociación natural, sino del acuerdo de volun-
tades. En cuanto al Estado, se podrá cuestionar su sentido, su naturaleza y f‌i nalidad.120
Se puede comprender al Estado ya sea como un juego de papeles y funciones que se
interconectan y se complementan en la esfera de una estructura sistémica, ya sea como
un aparato represivo que tiende a defender los intereses de las clases dominantes en el
bloque hegemónico de fuerzas. La primera concepción se acerca a las tesis liberales
que encaran al Estado como un órgano que está por encima de los conf‌l ictos, responsa-
ble por el mantenimiento del orden, del bienestar, del consenso y de la justicia social.
Ya la segunda orientación se perf‌i la en la tradición del marxismo ortodoxo que concibe
al Estado como la superestructura del modo de producción capitalista.
Indiscutiblemente, el problema de la relación del sujeto individual con el Estado
mereció siempre el más vivo interés de antiguos pensadores, desde autores greco-
romanos hasta escolásticos medievales. El pensamiento escolástico presentó dos
tendencias doctrinarias distintas que pueden denominarse nominalismo y realismo.
Los nominalistas observaban que la verdadera realidad estaba en el individuo y no en
el Estado; éste no pasaba de un mero agregado sin realidad propia, a no ser aquella
de sus componentes. Ya los realistas af‌i rmaban que el Estado era la única posibilidad,
pues sus componentes eran solo unidades o partes sin dimensión propia alguna.121 De
ello se desprende que en ciertos períodos de la Historia el individuo, corporif‌i cado en
la idea de sociedad, estaba por encima del Estado, o sea el Estado estaba en función del
individuo. Un cierto grupo de autores cristiano-liberales, individualistas, naturalistas
y también los anarquistas con un posicionamiento más rígido, defendieron esta ten-
dencia. Distintamente, como quiere el hegelianismo y todo el formalismo colectivista,
se puede colocar al Estado por encima de la sociedad y de los sujetos individuales: el
individuo en función del Estado. En el primer enfoque, que acentúa el poder del sujeto
individual y de la sociedad, el Estado constituye un instrumento, el medio más valioso
para lograr la realización de los f‌i nes del grupo social. Ya la segunda proposición resalta
la f‌i nalidad última del Estado: no es nada más que un f‌i n en sí mismo.
El individualismo establece, por tanto, la supremacía del individuo, mientras
que el colectivismo no reconoce los derechos individuales cuando disputan contra la
sociedad política.
119 Consultar: FROMM, Erich. Análise do homem, 10ª ed. Rio de Janeiro, Zahar, 1978, pp. 180 e ss.
120 Ver: Antonio Carlos Wolkmer. Elementos para uma crítica do Estado, Porto Alegre, Fabris, 1990.
121 FROST JR, S. E. Ensinamentos básicos dos grandes filósofos, São Paulo, Cultrix, 1968, p. 193;
WOLKMER, Antonio Carlos. Ensaio histórico sobre o jusnaturalismo, Revista Estudos Jurídicos 23/104,
São Leopoldo, Unisinos, 1978.

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