Cabanillas Gallas, P.: Consideraciones sobre los principios generales del Derecho. Discurso leído el día 2 de mayo de 1977, en su recepción como académico de número de la Real de Jurisprudencia y Legislación. Madrid, 1977
| Autor | José María Chico y Ortiz |
| Páginas | 1191-1194 |
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CABANILLAS GALLAS, P.: Consideraciones sobre los principios generales del Derecho. Discurso leído el día 2 de mayo de 1977, en su recepción como académico de número de la Real de Jurisprudencia y Legislación. Madrid, 1977.
Quizá el académico encargado de contestar a Pío Cabanillas en su discurso de ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, Garrido Falla, haya sido el que supiera precisar las tres facetas en que se desarrolla la tremenda personalidad de Pío. Pero al hacer esta recensión entiendo que a Garrido se le quedó una marginada, pues él creyó que después de reafirmar una «vieja» amistad quedaba cubierta esta faceta, que a mi entender es tan importante como las otras, pues viene a reflejar esa dimensión de un personaje que se nos escapa de nuestras pequeñas parcelas para convertirse en «histórico». Garrido Falla hablaba de su aspecto profesional, de su vertiente doctrinal y de su faceta política. Yo quiero añadir aquí la de la amistad.
Entiendo que debo hacerlo así al hacer esta reseña, pues ella puede servirnos para reflejar ese ambiente que a modo de prolegómeno antecede al acto solemne de la recepción. El ya veterano semicírculo sin escaños, sin voz ni voto, de la Academia estaba prieto de concurrencia. Se bordeaba la hora de ese juego de azar divulgado por Muñoz Seca en su Venganza de Don Mendo, y en el portón de cuadrillas esperaban el recipiendario, los padrinos, los maceros y un conjunto de «a pie» para hacer el paseíllo, esta vez dificultado por unos cuantos reporteros gráficos, unos focos luminosos y los diversos trípodes con máquinas captatorias de detalles, desplegadas por la televisión. Todo estaba dispuesto para que el Presidente hiciera la seña del comienzo. En ese momento, yo, que tenía una posición privilegiada por haber madrugado para captar la escena, pasé lista. No debe olvidarse que era un 2 de mayo, con vistas a unas elecciones políticas decisivas para el futuro de España, y que la consolidación de los «partidos» aún estaba sin fases de maduración.
Pasar lista es tremendo cuando uno domina el semicírculo, y sobre todo cuando al hacerlo las caras se vuelven y sonríen en señal de presencia. Frente a mí tenía la Presidencia, en la que estaban aquellos que «no podían faltar». Arriba, en los balconcillos, se apretaba esa zona «femenina» que aporta contrastes y que desde su postura alta y protegida parece dominar la escena. En el ruedo de los sillones numerados y de los que se reservan para «autoridades» (¿autoridades con poder o autoridades jurídicas?) estaban casi todos. Estaban hasta Fraga, con el cansancio milenario de sus intervenciones políticas, y Fernández Ordóñez, con su persistente idea del delito fiscal. Sin embargo, noté en el semicírculo que una voz susurrante insistía mucho en que faltaba el Conde, con nombre de ciudad de cornisa cantábrica entre Ondárroa y Deva. En los estrados, sin categoría de escaños, del semicírculo porticado se agrupaba todo un conjunto de profesionales, políticos, juristas y amigos que rendían culto a la personalidad que ingresaba en la Academia.
Page 1192En la popularidad bien ganada de Pío Cabanillas hay unos grupos de amigos muy nutridos. La mayor parte de ellos estaban allí, y los que no estuvieron fue por imposibilidad física. Pío es muy amigo de sus amigos. Pero con ser muy grande esa complacencia del conferenciante por la presencia de sus amigos, creo que también supo dedicar, en esos momentos emocionales que el discurso se lo permitió, la fidelidad presencial de lo que podríamos llamar sus leales. Ahora que se estila de...
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