Bibliografía

AutorLa Redacción
Páginas111-128

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EDGAR SCHORER. "La autarquía, nuevo sistema económico". Weltew Archiu Kiel, septiembre 1940.

  1. Esencia de la autarquía. Para muchos escritores hay una clara contraposición entre economía mundial y autarquía; para el autor, esta tesis es insostenible: la autarquía es una nueva forma de la economía política y significa que un pueblo, dentro de cierto territorio, se basta económicamente (no cultural o científicamente), a sí mismo. Se dejan a un lado concediéndoles, sin embargo, su valor, otros importantes factores. Muchos adversarios arguyen: el libre cambio es libertad de tráfico, y la autarquía lo contrario precisamente. Pero, lo antitético a la libertad, es el monopolio, sobre todo si se apoya en un poder político El sistema liberal descansaba sobre los monopolios. Nadie era libre frente a Inglaterra, que gozaba de ellos, al amparo de su flota, en Asia, África y Sud-América. Dos caminos hay para quebrantar el monopolio: la técnica y los tratados entre diversas naciones para planificar la economía. Antes de la guerra mundial, por ejemplo, el amoníaco se obtenía del cloruro amónico, que era necesario importar. Privada de esta primera materia, Alemania, sus químicos emprendieron la síntesis del nitrógeno y del hidrógeno a la presión de 200 atmósferas, en presencia del urano, y consiguieron, con un producto barato y práctico, liberar a su país. En todos los periódicos ingleses pudo leerse, al principiar la guerra actual, que Alemania tendría que suspender las hostilidades por falta de bencina, como si ignorasen que puede cubrir sus necesidades con productos sintéticos obtenidos por el procedimiento Fischer Tropsch, que por vía catalítica obtiene hidrocarburos acíclicos. La nación autárquica puede así aumentar libremente la producción o importar mayores cantidades, a su elección. La autarquía es, pues, antimonopolista. Otros críticos alegan que antes se podía importar o explotar sin trabas, y hoy se necesitan autorizaciones de toda da-Page 112se. Pero se barajan aqui dos libertades diferentes: la de la nación, que no existe, y la de los ciudadanos, que es aparente (nadie encarga su consumo de café al Brasil, y el productor ha de buscar sus compradores que se hallan sindicados y ponen condiciones). Acaso algunos privilegiados obtengan, como los israelitas, grandes ganancias: pero sin que la mercancía abarate para el ciudadano.

    Por la autarquía entra a ocupar el puesto de esta aparente libertad del individuo la verdadera libertad de la nación. Los Estados ventilarán las cuestiones de la común economía atendiendo a la balanza de pagos, a los servicios que puedan prestarse, intereses, devoluciones del capital La autarquía coloca la libertad de tráfico entre naciones por encima de la correspondiente a los miembros del pueblo, con una mejor ponderación de los factores económicos y una subordinación jerárquica de los valores industriales y agrícolas. Será inconcebible la antigua lucha de obreros y trabajadores y las asociaciones de intereses se tendrán en cuenta según su medida e importancia para la totalidad del pueblo. La autarquía es antiindividualista y no enemiga de la libertad. Contra este concepto se han elevado múltiples e irreflexivas réplicas, todas fundadas en que el particular administra mejor sus cosas que el Estado. El argumento tiene valor cuando el Estado solamente aprecia el bien común a través de los intereses particulares, y entonces la autarquía es imposible. La antigua estructura económica se apoyaba en dos pilares: a) influencia del dinero y del crédito; b) renuncia por parte del Estado a una política económica, directa y activa. La autarquía limitará las abusivas e injustas funciones del dinero en el tráfico internacional, reduciéndolo a su papel de mediador en los cambios. Lo mismo puede decirse del crédito. Las mercancías serán cambiadas por mercancías y la necesidad de un pueblo no será fuente de lo superfluo para otro. Autarquía significa privar al oro de su poder especulativo y restablecerlo en su función de medio de cambio. La política comercial de Inglaterra, que hace cien años llegó a la guerra del opio, es un ejemplo de imperialismo contradictorio de la libertad de tráfico. Mientras que la autarquía vive en la igualdad y en la independencia política, propugnando por el mayor desarrollo de la producción nacional, el imperialismo vive en forma parasitaria, a costa de los otros pueblos. El país autárquico no impondrá sus productos ni tendrá gran interés en sobrepasar su consumo. La autosuficiencia se contentará con formar, mediante unionesPage 113de pueblos vecinos, grandes bloques económicos o comunidades de trabajo y colocará las consideraciones de igualdad por encima de la coacción imperialista. También las consecuencias de los ciclos económicos y de las oscilaciones periódicas, si no son exclusivas de la producción capitalista, quedarán muy atenuadas cuando los privilegios, las situaciones de fuerza, la desigualdad política o económica y las energías desordenadas de las finanzas no puedan provocar las catástrofes antiguas, y cuando la incertídumbre y los riesgos hayan sido frenados por la previsión autártica. Las ondas de conmoción económica se neutralizarán pronto en los grandes espacios de los pueblos unidos. La autarquía conduce a una estructura económica más tranquila y compensada. Como nuevo elemento de la vida actuará la utilidad nacional, y en vez de buscar la mayor ganancia en la explotación de las fuentes de riqueza de un país, se buscará ante todo la satisfacción de las necesidades comunes. Los planes autárquicos las tendrán en cuenta y favorecerán el buen éxito de la iniciativa particular, garantizando el trabajo. La autarquía es enemiga del azar y va dirigida por la planificación a una producción, cambio y consumo ordenados.

  2. Formas de la autarquía. Plesia, en una monografía publicada en 1938 (L'Autarcie), sostiene que la autarquía es una sentencia de muerte para el cambio internacional, puesto que pretende que la nación debe llegar por sus propios medios, o gracias a los de sus colonias, a bastarse a sí misma, sea para evitar el pago de un tributo al extranjero, sea por afirmar su superioridad e independencia, sea sobre todo en el turbio período que atravesamos, para escapar a la presión y a la dominación de enemigo. Hay una cierta incomprensión en los economistas ingleses, belgas, etc.. Sin embargo, ya Catón aconsejaba que se vendiera lo inútil y lo que sobrara; la antigüedad conoció sus formas autárticas, la Edad Media también, el mercantilismo fue un poderoso desenvolvimiento de, la autarquía, la doctrina fisiocrática, su justificación y el movimiento actual no es una utopía, sino una realidad, apoyada en la técnica y en la justicia social. Prescindiendo de las formas absolutas, podemos distinguir: a) la autarquía limitada a lo absolutamente necesario; b) la que se circunscribe a lo necesario y parte de lo útil, y c) la autarquía que comprende lo necesa-Page 114rio y lo útil y se extiende a lo superfluo y voluptuario, o se restringe, según las circunstancias y los tiempos. La primera ha de referirse más bien a las exigencias de los tiempos de guerra que a las necesidades de la paz, y conviene a los pueblos con espacios económicos regulares y que quieran en un corto período llegar a una relativa autarquía, no a los grandes y a los pequeños Estados. La segunda forma es la adecuada a los que están más adelantados y pueden aislarse Qué ha de entenderse por necesario es problema a resolver en cada caso. En cuanto a la tercera, conviene a los Estados con grandes espacios económicos y grandes provisiones de primeras materias, y debe fomentar el cambio exterior de los productos de lujo, aunque en proporciones no comparables al tráfico interior. (Los Estados Unidos se aproximan a este estadio, que los Soviets han alcanzado ya.) La gran dificultad nace de la falta de elasticidad de este sistema para resistir las contracciones de la producción.

  3. Formación de los precios. Los adversarios de la autarquía sostienen que bajo el régimen liberal se compraba mejor y más barato, porque la producción interior no puede competir con la importación y hay que contentarse con sucedáneos de peor calidad (grano malteado en vez de café, lana artificial frente a la de oveja). Pero el sustitutivo del caucho (buna) resiste mejor a los ácidos, se ablanda menos con el calor, es más dúctil y duradero que el producto natural. Habría que hacer un análisis detallado de las propiedades antes de decidir. Está ciertamente muy generalizada la idea de que se encarece la vida con la autarquía. Mas téngase presente que los costes y precios bajan con una mejora técnica (la sosa obtenida por el procedimiento de Solvay), y que el empleo exclusivo de las curvas de precios y de los cuadros estadísticos deja fuera fenómenos importantísimos: salarios mejores, aumento de la suma destinada al trabajo, potencia adquisitiva mayor, base de impuestos ampliada. Aparte de otra porción de interesantes factores (repercusión de los plazos y de las medidas de contingentación sobre los precios, alteraciones invisibles, desgravación fiscal para lo futuro)...

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