La aplicación del modelo

AutorJuan Pablo Mañalich R.
Páginas91-162
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CAPÍTULO II
LA APLICACIÓN DEL MODELO
«I sometimes feel oppressed by the thought that so much of the world’s
future history will have been caused by (among other things) my conduct;
but this is a burden that one should bear honestly, rather than hiding it from
oneself by misusing the language of causation».
(Jonathan BENNETT, Events and Their Names, p. 49).
1. EL «CASO DE LA CANTIMPLORA» COMO DESAFÍO
PARA EL ANÁLISIS CAUSAL
1.1. Presentación del caso
En esta segunda parte del trabajo se ofrecerá una aplicación del mode-
lo desarrollado en la primera parte, que se centrará en la solución de una
notable muestra de criminalidad de manual, escogida a modo de caso de la-
boratorio, y que aquí recibirá la denominación «el caso de la cantimplora»:
La persona P, que se encuentra realizando una excursión por el desierto,
lleva consigo una cantimplora con agua; sin que P lo advierta, un enemigo de
P, E1, vierte una dosis letal de veneno dentro de la cantimplora; después de
ello, otro enemigo de P, E2, perfora la cantimplora, que queda enteramente
vaciada de cualquier contenido líquido; todavía en el desierto y con la cantim-
plora vacía, P muere por falta de hidratación.
En su versión más difundida, el caso fue planteado por Hart y Honoré
en su monumental Causation in the Law 1, y como tal representa una mo-
dif‌icación de un caso originariamente planteado por McLaughlin 2. Bajo la
versión que le dieran Hart y Honoré, el caso ha recibido un considerable
grado de atención teórica, tanto en la discusión (f‌ilosóf‌ica y jurídica) an-
1 HART y HONORÉ (1985), pp. 239 y ss.
2 MCLAUGHLIN (1925), p. 155, n. 25.
Juan Pablo Mañalich R.
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gloamericana 3 como en la discusión alemana 4, e incipientemente también
en el contexto hispanoamericano 5.
Para los efectos del presente ejercicio, el análisis del caso descansará en
los siguientes presupuestos:
1) que el contenido de la cantimplora envenenada resultaba bebible
para P 6;
2) que de haber ingerido el veneno, la muerte de P habría acaecido en
el momento t1;
3) que P efectivamente murió en el momento t2, posterior a t1; y
4) que en caso de que la cantimplora no hubiese contenido veneno, sino
sólo agua, al beber de ella P habría podido prolongar su vida más allá del mo-
mento t2, hasta el momento t3.
En el nivel del análisis causal, la tesis que aquí se defenderá reza como
sigue: la acción de E1, consistente en el vertido del veneno en la cantim-
plora a disposición de P, no es componente necesario de una condición
mínima suf‌iciente, con arreglo a leyes causales, para la muerte de P, en
términos tales que sólo la acción (posteriormente) ejecutada por E2 exhibe
relevancia causal para la muerte de P.
1.2. ¿Causalidad cumulativa?
Aquí es imprescindible ofrecer, por de pronto, una identif‌icación preli-
minar del resultado constituido por el evento cuyo acaecimiento es objeto
de explicación causal. Se trata, en efecto, de la muerte de P. La muerte de
una persona («natural») no es sino la modif‌icación del estado consistente
en su condición de ser vivo; y esta modif‌icación, cuyo estatus ontológico es
el de un evento 7, se encuentra temporalmente localizada en el momento t2.
Ahora bien, por la vía de verter el veneno en la cantimplora, E1 supri-
mió una condición ceteris paribus necesaria para que P pudiera prolongar
su vida más allá del momento t2. Pero esto no basta para que de la acción
3 Véase MACKIE (1980), pp. 44, 46 y ss.; WRIGHT (1985), pp. 1802 y ss.; WRIGHT (1988),
pp. 1024 y ss.; WRIGHT (2001), pp. 1115 y ss.; HONORÉ (1999), pp. 111 y ss.; KUTZ (2000),
p. 290, n. 8; PSILLOS (2002), pp. 85 y ss.; STAPLETON (2000), pp. 82 y ss.; STAPLETON (2001),
pp. 178 y ss.; MOORE (2009), pp. 117, 466 y ss.
4 Véase en la discusión f‌ilosóf‌ica: STEGMÜLLER (1983), pp. 588 y ss.; BIRNBACHER y HOM-
MEN (2012), pp. 153 y ss. En la discusión jurídico-penal: JOERDEN (1986), pp. 165 y ss.; JOERDEN
(2010), p. 88, n. 41; KORIATH (1994), pp. 522 y ss.; recientemente PUPPE (2011b), p. 440; KIND-
HÄUSER (2012), pp. 143 y ss. Sin referencia a la obra de Hart y Honoré, el caso es considerado por
TOEPEL (1992), p. 89, n. 118; así como por HOYER (2004), pp. 104 y ss.
5 Véase sólo SANCINETTI (2009a), pp. 631 y ss.; SANCINETTI (2009b), pp. 689 y ss.
6 Véase STAPLETON (2000), p. 84, con n. 60.
7 Véase supra cap. I, apdos. 1.3, 3.2 y 4.1.
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La aplicación del modelo
de E1 pueda predicarse relevancia causal para la muerte de P. Pues hasta
aquí no contamos todavía con una condición mínima suf‌iciente cuya invo-
cación haga posible explicar el acaecimiento de la muerte de P, en tanto
evento temporalmente situado en el momento t2. Para que la muerte de
P acaeciera en el momento t2, era ceteris paribus necesario que P no in-
giriera el contenido líquido de la cantimplora. Luego, para identif‌icar la
condición mínima suf‌iciente a través de cuya invocación pueda explicarse
el acaecimiento de la muerte de P en tanto evento temporalmente situado,
es imprescindible añadir la circunstancia de que P no llegara a beber de la
cantimplora. Y esta condición (negativa) fue puesta por la acción de E2,
consistente en vaciar la cantimplora, antes de que P pudiera beber de ella.
Parecería posible sostener, entonces, que tanto el vertido del veneno
en la cantimplora por parte de E1 como su posterior vaciamiento por parte
de E2 contarían, respectivamente, como componentes necesarios de una
misma condición mínima suf‌iciente a través de cuya invocación cabría ex-
plicar, con arreglo a leyes causales, que P haya muerto precisamente en el
momento en que de hecho murió, esto es, en el momento t2. Esto basta, por
de pronto, para advertir que lo que tenemos aquí a la vista no es un caso
de causalidad alternativa. Pues para que se tratase de un caso de causalidad
alternativa (o «múltiple») sería imprescindible que el vertido del veneno
(la acción ejecutada por E1) y el vaciamiento de la cantimplora (la acción
ejecutada por E2) contasen, cada una por separado y con prescindencia de
la otra, como componentes necesarios de una condición mínima suf‌iciente
para el acaecimiento de ese resultado.
Aquí puede ser oportuno mostrar que el caso tampoco sería uno de
causalidad alternativa si se lo modif‌icase en términos de que E1 no hubiese
vertido un veneno capaz de anticipar el acaecimiento de su muerte hasta
el momento t1, sino que hubiese primero vaciado el contenido líquido de
la cantimplora para después llenarla con sal 8. En esta variante del caso, la
posterior acción de E2, consistente en el vaciamiento de la cantimplora, ya
no contaría como condición causal para el acaecimiento de la muerte de P.
Ello, porque entonces E2 no habría impedido la eventual ingesta de líquido
alguno por parte de P. Antes bien, en esta variante cabría prescindir com-
pletamente de la acción de E2 —que constituiría así una mera «causa sus-
titutiva» o «causa de reserva»— para la formación de la condición mínima
suf‌iciente a través de cuya invocación pudiera explicarse el acaecimiento de
la muerte de P en tanto evento situado en el momento t2 9.
8 Así WRIGHT (1985), p. 1802, respecto del caso de la cantimplora según la formulación
original que le diera McLaughlin: E1 vacía la cantimplora con agua, llenándola con sal, tras lo cual
E2 sustrae la cantimplora con sal.
9 En contra de esto no habla en lo absoluto el hecho de que, en caso de que E1 no hubie-
se sustituido el contenido líquido de la cantimplora por sal, P de todas formas se habría visto

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