Antonio Remiro en los medios de comunicación -una antología-

AutorLuis Pérez-Prat Durbán
Páginas35-58

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1. Introducción
  1. La actividad de Antonio Remiro tiene una tercera dimensión, junto a la académica y a la abogacía internacional, que no debe pasar desapercibida y es su labor en los medios de comunicación. El grueso de su obra se realizó entre 1990 y 1992. Eso se debe a su vinculación a dos medios de comunicación, en concreto, el diario El Sol, y el programa de Telecinco, "Entre hoy y mañana", que en ese período concentraron su actividad. Eso sí, otros trabajos periodísticos de Antonio Remiro han aparecido esporádicamente en otros medios, como El País, y en años posteriores a las fechas indicadas, pero lo verdaderamente significativo de su obra se encuentra en los medios y años arriba indicados. Debe entenderse que su participación en ellos fue una oportunidad única para un internacionalista, tanto por la frecuencia con la que fue solicitada su opinión como por la disparidad de los formatos en que se hizo, lo que le permitió abordar diferentes registros. En primer lugar, en El Sol, los editoriales referidos a los acontecimientos internacionales. Lo primero que salta a la vista es la profusión de los mismos, lo que subraya el sesgo internacionalista del periódico. En ellos, la voz de Antonio Remiro es didáctica, con un alto contenido de información que permite interpretar y contextualizar la línea editorial que se incluye, comprometida con determinados valores y una visión a la par escéptica ante ese nuevo orden mundial del que se hablaba. una visión más personal, más comprometida, inclusive más literaria, se plasma en su columna en el mismo periódico, La Manzana. Por otro lado, sus intervenciones en televisión, en el programa "Entre hoy y mañana" de Telecinco, tenían que ser más concretas, y por ello acababan siendo más punzantes.

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  2. Lo verdaderamente relevante de su trabajo en prensa es que le brindó una inapreciable atalaya desde la que tuvo la oportunidad de reaccionar y pronunciarse ante los acontecimientos que en esos tres años -de 1990 a 1992- marcaron de manera indeleble las relaciones internacionales de nuestro tiempo. Por el interés de la obra de Antonio Remiro, y porque no se encuentra publicada -aunque merecería estarlo- me he limitado a ser su antólogo, haciendo aparecer su atinada voz en torno a los temas más relevantes de dicho período. Así, trató el nuevo orden internacional y la guerra del Golfo, la desintegración de Yugoslavia y la uRSS, el proceso de integración europea y, por supuesto, la política exterior española. A cada uno de estos temas he dedicado un epígrafe. Pero, por supuesto, quedan muchos más, algunos de los cuales he incluido en un epígrafe posterior, aunque muchos otros, por razones de espacio, quedarán sin abordar.

2. El nuevo orden internacional y la guerra del golfo
  1. El seguimiento del conflicto del Golfo por Antonio Remiro ha sido minucioso, examinando aspectos que atañen a las motivaciones de la actuación occidental ("países desarrollados que forman su propio mundo y que desean mantener a toda costa el actual orden energético y la economía de la petrodolarización, en la defensa de Kuwait y sus vecinos, que no sólo son Estados agredidos y amenazados, sino más que eso, grandes consorcios financieros-industriales multinacionales" -Editorial de El Sol, 2 de agosto de 1990-), a quién debe controlar el bloqueo decidido por las Naciones unidas ("aquellos países que, como España, han insistido en que su misión de paz en el Golfo se vincula a garantizar la eficacia de las resoluciones del Consejo de Seguridad, bien podrían tomar la iniciativa para conceder realmente al Comité de Estado mayor un papel de coordinación que permita mantener anclado en la ONu el curso del bloqueo", en Editorial de El Sol de 30 de agosto de 1990), a la no participación de Alemania y Japón ("para argüir la imposibilidad de enviar unidades de guerra al Golfo, y hasta el mero transporte de material militar, las dos Grandes Potencias económicas de la última década se han parapetado detrás de una Constitución, nacida de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, que sólo les permitía establecer fuerzas de autodefensa... A nadie se le oculta que detrás de una interpretación estrecha y no inevitable de normas constitucionales ... lo que bulle es la controversia política acerca del papel que estos países han de representar en el nacimiento del nuevo orden internacional emergente" -Editorial de El Sol de 3 de septiembre de 1990-), a la finalidad de la guerra (que "permite satisfacer a un alto costo objetivos políticos, pero no necesariamente el restablecimiento de un orden violado, al menos conforme a las reglas de ese mismo orden" -Editorial de El Sol de 12 de noviembre de 1990-).

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  2. una vez concluida la guerra Antonio Remiro entiende que "la liberación de Kuwait ha acabado sirviendo para todo, incluso para socavar los cimientos de Naciones unidas y la credibilidad de sus órganos. Los planes de paz deberían haber sido debatidos en el Consejo de Seguridad, para ser aceptados o rechazados. La coalición no lo ha querido. La Madre de todas las batallas ha arruinado a la Madre de todas las resoluciones del Consejo de Seguridad, permanentemente fuera de juego (incluido el béisbol). La gestión directa del conflicto por Estados unidos y la marginación del Consejo de Seguridad nos ha devuelto a la sociedad internacional tribal. Ya estamos en la selva...Al comienzo de la crisis la vitalidad manifestada por el Consejo de Seguridad de Naciones unidas fue saludada, con un alborozo, que ahora se revela precipitado, como el encuentro con un sistema de seguridad colectiva. Pero los signos de institucionalización se han desvanecido rápidamente. El nuevo orden internacional se propone como un orden autoritario" (La Manzana, Llega la abeja al panal, de 25 de febrero de 1991). Y eso que "tiene guasa este Bush cuando comparte su triunfo con Naciones unidas, la Humanidad entera y el imperio de la ley. ¿Habla en serio? ¿O sólo pretende rematar la victoria con la más respetable compañía? No me detendré ahora en la Humanidad que es un magma mostrenco. Pero si algo cabe decir de Naciones unidas y de la ley internacional en este conflicto es que han sido descaradamente aprovechados primero, sincopados después, ahora rescatados para satisfacer una estética formal... El triunfo del imperio de la ley ha sido el triunfo de la ley del imperio" (La Manzana, Siluetas de amor bajo la luna, de 1 de marzo de 1991).

  3. utilizando la diferenciación entre posguerra y poscrisis, el comentarista sostiene que "ordenar la posguerra es encauzar sus consecuencias en Kuwait y en Irak... El tratamiento de la poscrisis es más complicado que la posguerra. Nadie va a discutir la conveniencia de establecer un mecanismo de seguridad regional fundamentalmente disuasorio, ni de poner en marcha un plan de cooperación económica que favorezca el desarrollo de los países árabes que carezcan de petróleo; pero el primero podría acabar limitado a una alianza entre los países del Golfo más Egipto con Estados unidos y el segundo a una mejor presentación de las ayudas de las petromonarquías para asegurarse, si no la docilidad, sí la templanza de sus hermanos menos afortunados. De ahí a imaginar que será posible resolver los conflictos territoriales -particularmente las cuestiones del Estado palestino y del Líbano- va un largo trecho que no va a ser recorrido, porque las soluciones que se demandan chocan justamente con intereses de quienes están en la fila de los vencedores y son beneficiarios del agravio comparativo denunciado y aprovechado por Sadam Hussein para vender su agresión a Kuwait entre las masas árabes. Lo que nos garantiza décadas de inestabilidad en medio de profusos debates y algunas bombas" (La Manzana, Buscando el Arco Iris, de 4 de marzo de 1991).

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  4. Entre las consecuencias de la guerra del Golfo se encuentra la rebelión kurda. Respecto de ella, Antonio Remiro sostiene que "los kurdos, una vez más han sido manipulados por vecinos y grandes potencias. Su lucha ha sido aprovechada para erosionar a Sadam hasta que su propio éxito los ha hecho peligrosos para quienes fomentaban su causa. Ha sido entonces cuando se ha permitido a Sadam destruirlos...¿Son los kurdos menos pueblo que los kuwaitíes por el hecho de no estar encuadrados en un estado propio? ¿Pueden acaso los gobiernos estatales hacer lo que les plazca con sus minorías? ¿Puede Irak, aun bajo Sadam Hussein, utilizar la fuerza armada indiscriminadamente para reprimir una insurrección? ¿Ha de contemplarlo impasible la sociedad internacional organizada, alegando el respeto que se debe al principio de soberanía y a su corolario, la no intervención? ¿Es éste acaso un asunto exclusivamente interno? ¿No reconoce el Derecho de Gentes, ya como un principio imperativo, que las minorías deben ver respetada su identidad cultural y tener un acceso no discriminatorio al ejercicio del poder?...Con sólo formular estas preguntas muchas de ellas están ya contestadas" (Editorial de El Sol, Los kurdos, una vez más traicionados, 4 de abril de 1991).

  5. Antonio Remiro aborda también el análisis de la situación en Kuwait tras el conflicto, planteándose en un editorial de El Sol, de 10 de junio de 1991 si "Kuwait, ¿mereció la pena?": "Repusimos al Emir de Kuwait en el trono. Fue el beneficiario local de la acción multilateral que bajo el liderazgo de los Estados unidos y con la bendición del Consejo de Seguridad de las Naciones unidas restableció el orden violado por Irak. La soberanía y la integridad territorial de un Estado miembro de la ONu prevalecieron así sobre la agresión, aunque en ello estuvieren empeñados intereses por encima del Emir y del Emirato... El Emir... había volado como dueño y señor y como...

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