La actualidad del humanismo: María Soledad Carrasco Urgoiti

AutorJ.A. González Alcantud
Páginas51-54

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La profesora María Soledad Carrasco Urgoiti, nacida en Madrid en 1922 y muerta en Nueva York en 2007, nos trae a la palestra por sí misma la problematicidad y actualidad del Humanismo, como práctica y como reto intelectual. Surgido en su actual concepción en la cultura renacentista el Humanismo puso en el centro de la reflexión al sujeto. El Hombre con mayúscula alcanzaba, con la rehabilitación del horizonte de la Antigüedad, un estatuto muy similar al de los dioses, incluso mediante su aspiración a la inmortalidad a través de la heroicidad. Así monarcas surgidos del ideario renacentista podían contemplarse en espejo de lo heroico a una estatura muy similar a la de Dios. La imagen del héroe se prodigaba como matriz cultural.1En los siglos siguientes se pudo asistir sucesivamente a la «muerte de Dios», superado definitivamente por el heroísmo humano, y para finalizar a la propia «muerte del Hombre», enunciada por el estructuralismo filosófico. Louis Althusser representó en cierto momento la versión más avanzada de un pensamiento que veía como un obstáculo al humanismo, y tenía la pretensión de barrerlo del horizonte intelectual como hojarasca de la Historia.2

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Desde luego, visto en perspectiva actual se observa nítidamente que en el auge creciente del anti-humanismo de los setenta latía el empuje político estalinista. El anti-humanismo se coronaba con el dictum político que nos convertía en marionetas orwelianas en manos de un destino colectivo, regido por la objetividad de una ciencia social hartamente ideologizada. Las aventuras de aquellos filósofos que seguían creyendo en las humanidades, como Dilthey,3fueron desplazadas por mor del «casto significante» semiótico y otras aventuras parecidas. Los humanistas de antaño perdieron así toda significación en función de una objetivación significante que nunca llegó.

El devenir trágico de los objetivistas en el marco de las ciencias sociales y humanas -suicidios, accidentes, fracasos teóricos, etc.- han tenido a veces tintes humorísticos. Semiólogos renunciando tiempo después al análisis objetivante, filósofos antihumanistas pregonando la teoría del amor humano, etc. De entre ellos sobrevivió el gran demiurgo Lévi-Strauss, pero ahora negándose a sí mismo: «Yo nunca he dicho que fuese estructuralista. Esto fue una invención de los periodistas», llegó a afirmar.4Y sin embargo, oh paradoja de la historia, el París, sobre todo París, del anti-humanismo, está poblado de fantasmas. Allí estuvo mengano, aquí zutano, se le dice con gran emoción a quienes visitan los lugares sagrados de la colina de Sainte-Geneviève, coronada por el Panteón de los hombres ilustres. Una amiga que frecuenta el laboratorio del Collège de France donde profesaba hasta hace poco tiempo el maestro Lévi-Strauss me comenta que no hay otro tema recurrente de conversación allí que la presencia fantasmagórica del gran mandarín, aún después de su muerte. Otro amigo, que fue alumno suyo, bastante...

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