Presentación
| Autor | Juan Vicente Herrera Campo |
| Cargo | Presidente de la Junta de Castilla y León |
| Páginas | 11-13 |
Presentación
Veinticinco años después de haber sido aprobada nuestra Carta Magna
España, por primera vez en su historia actual, se encuentra hoy entre los Esta-
dos con más peso de Europa y puede, así, encarar con decisión los retos a los
que tiene que enfrentarse: la globalización, la innovación, los desafíos de la
sociedad de la información y del conocimiento, el equilibrio territorial, la
garantía de sus sistemas de pensiones y de protección social, el empleo o la inte-
gración de su cada vez mayor número de inmigrantes.
Podemos decir que a España le ha sentado bien la libertad; esa libertad
que se consagró en la intensa etapa de la Transición, que permitió liberar
espléndidas energías emprendedoras y creativas y que supo encontrar un impa-
gable marco de referencia en lo que fue, sin duda, su mejor fruto: nuestra
Una Constitución que fue el resultado del proceso constituyente más abier-
to y participativo de nuestra historia, lo que la hizo la menos excluyente y, por
supuesto, la más democrática, al reflejar el resultado de nada menos que tres
consultas populares: el referéndum para la Ley para la Reforma Política de
1976, las Elecciones Constituyentes de 1977 y el propio referéndum constitu-
cional de 1978. Recordemos además que es la única de nuestras constituciones
que se ha sometido a la aprobación popular.
Con ella se pusieron las bases de esta larga etapa de progreso y estabili-
dad. Y me gustaría precisamente resaltar este valor, la estabilidad, quizás no
tan mencionado como otros, pero indudablemente esencial.
Y es que la convivencia nacional necesita un punto de re f e rencia estable.
Si todo se va a poner en duda, si vamos a estar en un movimiento perpetuo,
nunca podremos proyectar nada fijo ni duradero. No todo puede ser transitorio.
La Constitución, por ello, representa la estabilidad de un grupo social, la
integración de sus miembros, la continuidad temporal de sus acciones y la
garantía de su conciencia común. Tal aptitud no es meramente circunstancial,
por lo que no podemos concebir a nuestra Carta Magna como una suerte de
paréntesis en nuestra historia.
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REVISTA JURÍDICA DE CASTILLA Y LEÓN. NÚMERO EXTRAORDINARIO. ENERO 2004
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