Responsabilidad procreadora y el problema de la no identidad

AutorEduardo Rivera López
Páginas93-123
CAPÍTULO VI
RESPONSABILIDAD PROCREADORA
Y EL PROBLEMA DE LA NO IDENTIDAD
1. INTRODUCCIÓN
¿Es incorrecto traer una persona a la existencia cuando sabemos que
ella sufrirá, o al menos tendrá un riesgo mayor de sufrir, una discapacidad,
una def‌iciencia o una desventaja no trivial? Si es así, ¿por qué? ¿Está la in-
corrección relacionada directamente con el bienestar de la persona futura, o
sólo lo está respecto del bienestar de los padres prospectivos y del resto de
la sociedad?
Estos interrogantes eran relativamente insignif‌icantes pocas décadas atrás.
En aquel entonces nuestro conocimiento acerca de personas potenciales par-
ticulares 1 era por lo general relativamente pobre y, lo que es más importante
aún, no había medios efectivos para tomar decisiones procreadoras libres. Hoy
en día estas preguntas se han vuelto urgentes. Los métodos anticonceptivos
han hecho de la reproducción una cuestión de libre elección, y la tecnología
médica (especialmente, la tecnología genética) está aumentando dramática-
mente nuestro acceso a información acerca de las personas potenciales que
1 A lo largo de este ensayo hago el uso de la distinción de David HEYD entre personas po-
tenciales y personas reales (HEYD, 1992: 97 y ss.): una persona potencial es una persona futura
cuya existencia depende de nuestra elección. Una persona real, por otra parte, es una perso na cu-
ya existencia no depende de nosotros, independientemente de que se trate de una persona presente
o futura. Por tanto, las personas futuras pueden ser reales o potenciales. HEYD toma esta distinción
de otros autores (véase, por ejemplo, GOVIER, 1979: 106, donde el autor habla de personas «epis-
témica» y «volitivamente» posibles).
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puede ser crucial para su calidad de vida. Estos dos hechos dan lugar frecuen-
temente a la posibilidad de decidir si traer una persona a la existencia o no,
a sabiendas de que esa persona potencial sufrirá alguna def‌iciencia física o
social no trivial. Por ejemplo, cuando Dolly, la oveja clonada, murió, Richard
GARDNER (profesor de zoología y presidente de la Royal Academy) dijo: «si
existe alguna relación [entre la muerte prematura de Dolly y el hecho de que
ella fuera un clon], ella proporcionará más evidencia de los peligros inheren-
tes a la clonación reproductiva, y de la irresponsabilidad de cualquiera que
esté intentando extender su aplicación a seres humanos» 2. De manera similar,
muchos creen que una niña de 14 actúa irresponsablemente al tener un hijo
puesto que su inmadurez como madre podría ser perjudicial para el niño 3. La
pegunta es por qué la reproducción se convierte en una falta de responsabili-
dad en estos casos. El nudo de la dif‌icultad radica en el hecho evidente de que
tener una expectativa de vida de, digamos, treinta y cinco años (la mitad de
una vida humana normal), o tener una madre adolescente, si bien puede ser
duro, es razonablemente mucho mejor que no vivir directamente. Por consi-
guiente, podríamos pensar que la reproducción bajo estas condiciones no está
mal después de todo; al menos cuando no hay mejores alternativas (pensemos
en una mujer infértil que sólo podría procrear mediante la clonación).
En este trabajo, defenderé la tesis de que, siendo todo lo demás igual 4,
es moralmente incorrecto traer a la existencia una persona que estará previ-
siblemente bajo algún umbral normal de calidad de vida, incluso si la vida
de esta persona potencial, una vez creada, sería previsiblemente una vida
que valdría la pena vivir 5. Más aún, sostendré que procrear a la luz de tales
consecuencias previsibles es incorrecto, incluso cuando la única alternati-
va es abstenerse de reproducirse 6. En relación con las personas potenciales
que, si fueran creadas, estarían previsiblemente en o por encima del umbral
relevante, sostendré que, todo lo demás igual, no es incorrecto traerlas a la
existencia pero que no tenemos ninguna obligación de hacerlo. Si resultara
plausible, mi razonamiento podría explicar, entre otras cosas, por qué nos
parecen tan razonables af‌irmaciones como las de Richard Gardner acerca de
Dolly, o las opiniones comunes respecto de las madres adolescentes.
2 New York Times, 13 de febrero de 2003.
3 Sólo por cuestiones de claridad, las futuras personas serán siempre varones.
4 El sentido preciso de la cláusula «todo lo demás igual» será explicado más abajo. Usaré
«todo lo demás igual» y «prima facie» como expresiones sinónimas, aunque pref‌iera la primera.
5 Esto obviamente implica que, si tal persona nace, tendrá un derecho a la vida tan
fuerte como cualquier ser humano. Discuto este punto con mayor detenimiento al f‌inal del
apartado 5.
6 Esta tesis ha sido defendida, con algunas diferencias de matiz, en PURDY, 1996; STEIN-
BLOCK y MCCLAMROCK, 1994; y en COHEN, 1996. Usaré algunas ideas de estos autores aunque
ellas no logren, en mi opinión, ofrecer mucho como argumentos, y permanezcan mayormente
en el nivel intuitivo.

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