Prólogo

AutorJuan Antonio Martos Núñez
Cargo del AutorProfesor titular de Derecho penal, Universidad de Sevilla
Páginas15-19

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Conozco al autor de este libro desde hace tres décadas y media: desde que –a mediados de la décadas de los años 70 del siglo pasado– cursaba la Licenciatura en Derecho en la Universidad Hispalense, sita entonces en la inolvidable sede de la Real Fábrica de Tabacos. Desde entonces hasta ahora he estado en contacto con el Prof. Dr. Juan Antonio Martos Núñez y he seguido muy de cerca sus primeros años de investigación jurídico-penal y, ya profesor universitario, su posterior desempeño en el Departamento de Derecho penal y procesal en el que ambos profesamos. De aquella primera y ya –ay– lejana fase de formación académica e investigadora conservo vivos muchos recuerdos, algunos referidos a la línea sucesoria del discipulado y otros a la común línea ascendente del maestrazgo.

En la primera línea vinculo el recuerdo de mi compañero y amigo el Prof. Juan Antonio Martos con el de uno de mis primeros y más queridos discípulos: Enrique Casas Barquero. Enrique estudiaba Derecho en los mismos años que Juan Antonio Martos y –como él– transitó paralelamente los primeros años de investigación, de interés por el mundo del Derecho, de visita de seminarios, de discusiones sugerentes e interminables… Ambos se decantaron por el Derecho penal y ambos, además, por la vida universitaria. Enrique me siguió a Cáceres y luego a Córdoba, cuyas cátedras ocupé a principio de los 80. En esta última Universidad sería Enrique, poco después, Profesor Titular y en esa ciudad murió, en plena juventud, por una terrible enfermedad, a los 37 años. Juan Antonio Martos –salvo un breve paréntesis en la Universidad de Cádiz– siempre estuvo vinculado a la Universidad de Sevilla y aquí me lo reencontré, algunos años después, cuando me reincorporé

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a la misma en octubre de 1988. Y desde entonces, un cuarto de siglo ya, compartimos de manera ininterrumpida docencia, conversaciones y encuentros diarios –por la mañana, por la tarde y hasta por la noche– en los pasillos, en los despachos y en los consejos de Departamento.

La segunda línea está vinculada con nuestro común maestro español, Don José María Navarrete Urieta, de quien yo fui, a principios de los 70, uno de sus primeros discípulos sevillanos de Doctorado y Juan Antonio Martos, a principios de los 80, uno de los postreros. A ambos nos dirigió la tesis doctoral y a ambos nos guió generosamente a otros derroteros extranjeros, a los que el mismo Navarrete era tan proclive (siempre recordó sus años vallisoletanos...

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