Prevencion de la delincuencia y victimacion social

AutorOlga Mª Palma Chazarra
CargoJurista Criminologa y Mediadora del Servicio de Asistencia a Víctimas de la CAA en Córdoba
Páginas383-400
  1. RELACION ENTRE DELINCUENCIA Y VICTIMIZACION SOCIAL

    Cuando queremos conocer las causas reales de la delincuencia, suele ser con el objeto de diseñar un modelo político-criminal de prevención efectivo. Para ello no podemos dejarnos llevar por una perspectiva unidireccional, sino que ha de tenerse en cuenta la perspectiva de la víctimización que dicho fenómeno causa y en el entorno en que se produce, ya que, de lo contrario, el enfoque carecería de sentido de la realidad. Pero es que, además, no podemos dejarnos llevar por una visión exclusivamente jurídico-penal en el planteamiento y ello por varias razones.

    En primer lugar, porque el ordenamiento jurídico penal tiene un ámbito de actuación post-delictual lo que conlleva, lógicamente, su intervención una vez que la conducta tipificada se ha producido , o dicho de otro modo, interviene cuando hay un posible hecho delictivo y por tanto, una posible víctima, sea cual sea la clase en que se la incluya a ésta última, en su catalogación victimológica.

    En segundo lugar, porque, aunque entre los fines de la pena se encuentre la idea de "prevención", en su doble versión, tanto general como especial, esta prevención solamente toma en consideración a una parte de la "pareja" que conforma cada tipo de injusto. Es sobre el delincuente como sujeto activo del delito, sobre el que recae de forma directa la idea de prevención normativa, tanto en la configuración del tipo penal como en la atribución de la pena. La idea de prevención en su doble vertiente no recae sobre la víctima del delito, sino de forma indirecta (como titular del bien jurídico protegido por el tipo penal) y en todo caso, recae sobre una idea de víctima también postdelictual, o, lo que es lo mismo, aquella que se crea cuando el bien jurídico protegido ya ha sido lesionado.

    Sin embargo, el fenómeno de la prevención delictiva tiene que tomar en cuenta, necesariamente, cualquier clase de victimización, incluso la que, desde la óptica del poder, se deja en el olvido, porque puede suponer un alto costo político y que es aquella que nace como consecuencia de la exclusión social , de la marginación, de la violación de derechos humanos y del abuso de poder, tal y como afirma LANDROVE DÍAZ (1).

    En tercer lugar, porque es necesario realizar el análisis, además desde la perspectiva de la ciencia criminológica, de forma imprescindible para poder obtener una visión globalizada del fenómeno circular "delincuencia-victimización".

    La prevención de la actividad delictiva, de forma casi inversa al planteamiento de la idea semejante que subyace en el ordenamiento jurídico penal, nos sugiere la posibilidad de que en realidad la pareja "víctima-victimario" teórica, esté en una situación de retro-alimentación continua, si nos fijamos en algunas de las causas que dan origen al comportamiento criminal. Es sabido que una de las causas de tal comportamiento hay que buscarla en las propias estructuras y/o condicionamientos sociales de ciertos grupos desviados, que aunque se cuestionan y se analizan teóricamente, en realidad son plenamente consentidos, no sólo por la clase política, sino por la propia sociedad.

    Debe considerarse que la prevención efectiva ha de ser siempre anterior a la comisión del hecho típico. La prevención post-delictual (matriz a su vez de la finalidad "resocializadora" atribuida constitucionalmente a la pena privativa de libertad) tiene como resultado empírico un desalentador aumento de la población penitenciaria anual (2).

    La realidad nos hace observar constantemente que existe, en muchos casos, una victimización social "previa" del autor del hecho delictivo que en gran medida es la causa real de la producción de un alto número de victimarios juveniles (entendiendo por juveniles nosólo los menores de edad, sino jóvenes hasta veinticinco años, aproximadamente).

    Las anteriores premisas parecen apoyar teóricamente el análisis de una de las variables que se muestra más determinante de la conducta delictiva juvenil. Pero antes de exponer los resultados obtenidos de algunos datos que demuestran lo afirmado hasta ahora, de forma meramente teórica, y sin entrar en el estudio de las diversas teorías criminológicas que tratan de explicar el problema planteado, hay que hacer una serie de consideraciones.

    La referencia teórica de la que partimos es la de los procesos de desviación social formulados por D. MATZA (3). Este autor considera que la delincuencia es una fórmula más de "desviación", la cual se puede producir de tres formas:

    1. Por afiliación, al pertenecer ya a un grupo desviado.

    2. Por afinidad, al contactar con un grupo desviado y su integración en él.

    3. Por significación, cuando la conducta desviada cobra sentido para el sujeto que se comporta de acuerdo con ella.

    El punto común de los tres procesos indicados es la adopción de identidad por parte del sujeto. A su vez, la obtención de identidad del sujeto parece devenir de otros factores formados por un grupo más amplio de variables cognitivas, entre las que se encontrarían:

    El coeficiente intelectual del menor, la empatía y percepción social, la impulsividad, la capacidad de abstracción y las habilidades de la conducta.

    Este último grupo de variables podríamos incluirlo en la denominada "Inteligencia Emocional" descrita por D. GOLEMAN (4), como determinantes de la conducta desviada descrita por MATZA.

    Hay estudios realizados sobre victimarios juveniles que corroboran las afirmaciones anteriores, sirviendo a modo meramente ejemplificativo, el estudio llevado a cabo por FERNANDO CONDE, sociólogo director del Grupo Comunicación, Imagen y Opinión Pública, realizado en 1987, entre jóvenes de diecisiete y dieciocho años en prisión, enmarcado en los estudios llevados a cabo por el Ministerio de Justicia para la reforma del Código Penal, con motivo de la oportunidad o no de elevar la mayoría de edad penal. Según los resultados obtenidos, con las claras limitaciones propias de un estudio realizado dentro de una institución represiva, concluye que:

    Un 63 % tenía al padre o a un familiar en la cárcel. Un 50 % de los jóvenes había estado en reformatorios. Un 42 % sufrió abandono escolar.

    Un 27 % sufrió su primera detención antes de los trece años. Un 71 % declaraba malos tratos físicos en la familia.

    Un 20 % de jóvenes declararon no tener contacto con personas que hubieran estado en prisión.

    De todo el grupo estudiado, un 75 % de los jóvenes eran reincidentes y el 81 % eran preventivos (5).

    Como puede verse, los porcentajes más elevados son los relativos a "malos tratos", "familiares en prisión" (variables encuadrables en el grupo de afiliación), "el haber estado en reformatorios" y "el abandono escolar" (en el grupo de afinidad). Posiblemente, el penúltimo porcentaje más bajo de tal estudio, -sufrir una primera detención antes de los 13 años-, también podría integrarse, bien en el grupo de afiliación o en el de afinidad, en un alto porcentaje, por deducción lógica, aunque se desconocen los motivos de detención, al no expresarse en la mencionada investigación, según expuso el autor.

  2. MARGINACION SOCIO-LABORAL Y DESVIACION

    Tras el breve planteamiento teórico realizado, cuya única finalidad ha sido contextualizar el análisis criminológico que sigue, hay que decir que el mismo demuestra empíricamente, la estrecha relación que existe entre los fenómenos de exclusión social (en cualquiera de sus ámbitos) y delincuencia. Expresado en otros términos, la relación existente entre la victimización social y la delincuencia. La exclusión social es una forma dura e impune de victimación que, precisamente, suele sufrir el victimario normalmente al inicio de su vida y/o de su "carrera desviada".

    El presente estudio empírico ha sido realizado sobre un análisis socio-laboral llevado a cabo en una ONG cordobesa, denominada ADSAM (Asociación para la Defensa Social de Adolescentes y Menores), por encargo de dicha asociación a la socióloga ANA RIVADINUELLA, para comprobar o medir la eficacia del trabajo social que se estaba realizando.

    ADSAM (asociación declarada de interés público en 1986) comenzó a funcionar en Córdoba en el año 1981, con el fin de dar respuesta formativa, no reglada, a un grupo social de adolescentes y jóvenes, en edades comprendidas entre los trece y los veinticinco años, marginados por su situación familiar y procedencia social, y con graves carencias formativas. Esta asociación oferta distintos programas educativos-ocupacionales. El estudio se ha realizado en el periodo comprendido entre 1982 y 1992 (se excluye el año de constitución de la ONG 1981...

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