Presentación
| Autor | Manuel Valverde Villa |
| Páginas | 23-27 |
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PRESENTACIÓN
Hace ahora un cuarto de siglo que se extinguió el BANCO HIPOTECARIO
DE ESPAÑA, S.A. Si recordamos su andadura histórica, inició su vida social en un
Madrid pequeño y tranquilo, siendo las once de la mañana del día 15 de abril de 1873,
en la casa número 30 de la calle del Príncipe, desde donde después se trasladó a su nue-
va sede social en el Palacio de Salamanca, con la compra del mismo, el 16/2/1876, por
8.190.100 reales, levantado e inaugurado el 10 de diciembre de 1958 por el Marqués
de Salamanca en los terrenos donde estuvo anteriormente el convento de los Agustinos
Recoletos y la antigua huerta del conde de Oñate. El 13 de mayo de 1876 el Banco
Hipotecario celebró en dicho Palacio su primera Junta General de accionistas, dotando
a la nueva entidad de una sede social de primer orden en España.
Después de 125 años de existencia, como institución de crédito territorial, estuvo
el Banco constantemente ligado a la historia económica y nanciera de España. Desde
su fundación en el siglo XIX, en tiempos del rey Amadeo I, y, siguiendo los azarosos
años posteriores, convivió primero con la I República española, estando casi al borde de
su prematura extinción, después, siguió la Restauración de la monarquía con Alfonso
XII, el periplo de las crisis económicas y bursátiles de nales del siglo XIX y ya, entra-
dos en el siglo XX, la Regencia de Alfonso XIII en 1902, la I Guerra Mundial, la Dic-
tadura de Primo de Rivera, la II República española, nuestra Guerra civil, la II Guerra
Mundial, la Dictadura de Franco y, nalmente, desde 1978, la Democracia.
En esas etapas, el Banco ha ido evolucionando ante las circunstancias en las que
tuvo que desarrollar su función, recogiendo modicaciones y orientaciones, cambiando
el rumbo y adaptándose en cada etapa a la normativa de las leyes nancieras en vigor.
Como institución nanciera, dentro de un contexto económico complejo, se
tambaleó en muchas ocasiones, según la rosa de los vientos, al socaire de los vaivenes de
la política española, si bien, siempre actuó conada en el cumplimiento ordenado de sus
tres objetivos fundacionales: combatir la usura, el apoyo a la agricultura y la nanciación
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