Ministros para la justicia

AutorJulio Picatoste
Cargo del AutorMagistrado (jubilado) - Académico de número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación
Páginas126-128
MINISTROS PARA LA JUSTICIA 38
Francamente, hace mucho que han dejado de interesarme los nombra-
mientos de los ministros de Justicia; hasta ahora, los de los últimos años solo
me han servido para acumular decepciones, al punto que he llegado a pensar
que ese sillón ministerial se reserva para quien es percibido como hombre
o mujer junco –no el de Pascal, sino otro no pensante– exible, reverente y
acomodadizo del que se espera aquiescencia con los mínimos, sin proyectos
de calado, sin mayores exigencias ni encumbradas aspiraciones, resignado a
naufragar en una deslucida justicia de “ir tirando”. Diríase que los llamados
son políticos a quienes acucia más el terciopelo del sillón y la toga con len-
tejuelas que la verdadera reforma de la Justicia, o mejor, la Reforma, así con
mayúscula, como la del siglo XVI, aún a costa, como entonces ocurrió, de
un cisma; ya se sabe que este país ha sido siempre renuente a las reformas;
nos quedamos fuera de la luterana y la impregnación de la Ilustración fue
lenta y de poco calado, y así nos fue y nos sigue yendo, pues hay importantes
sectores de nuestra sociedad y de nuestra clase política que aún no han sabi-
do sacudirse el polvo histórico de la dehesa. Y de ahí una derecha cuasitri-
dentina que sigue dando coletazos, incluida la judicial representada por una
asociación de tornasoles ultraconservadores.
Pero no podemos seguir con la política de parcheo con retales y piezas
de ocasión, senda –no constitucional– por la que me temo vamos a conti-
nuar. Y llevamos años, décadas en este pauperismo. Es evidente que no se
aplican medidas que apunten certeramente hacia las causas de las decien-
cias del sistema. Llevamos muchos años de retraso y, por eso, hay mucho
que hacer, empezando por liberar a los tribunales de las cargas asxiantes
e insostenibles de trabajo que pesan sobre ellos, lo que constituye un mal
endémico y que está en relación con la necesidad de un incremento de la
plantilla judicial para situarnos en la ratio europea de jueces por número de
habitantes. Siendo España uno de los países europeos con niveles muy altos
de litigiosidad en el ámbito de la OCDE, estamos por debajo de la media
europea de aquella ratio, y aún más lejos si nos comparamos con los países
de Common Law y germánicos. Pero cuidado, no se piense que las innova-
38 Faro de Vigo, 24 de julio de 2021.

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