De libros y lecturas para juristas

AutorJulio Picatoste
Cargo del AutorMagistrado (jubilado) - Académico de número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación
Páginas271-272
DE LIBROS Y LECTURAS PARA JURISTAS 82
Con frecuencia hacía saber a mis alumnos, estudiantes de Derecho, que
en la universidad los libros son su herramienta genuina, indispensable, in-
sustituible, la que es realmente formativa, y que, por tanto, debían estudiar
con libros, aprender en los libros, y no limitarse al angosto y párvulo saber de
los apuntes. Algunas veces, estos adquieren entre el alumnado valor de fuen-
te única del saber estudiantil, hasta el punto de cobrar cierta vida volandera;
“editados” y difundidos por manos más o menos hábiles, se genera en torno
a ellos un tráco de conocimientos empildorados, de lenguaje descolorido y
contenido macilento; se trata de una mercancía peligrosa e insuciente, far-
macopea de saberes concisos y salvícos que no puede sustituir ni desplazar
al libro, ese invento formidable al que tanto debe el ser humano y al que, si-
quiera por esa razón, todo estudiante universitario debiera rendir homenaje.
De ninguna manera los apuntes pueden sustituir al libro, ni al manual de la
asignatura, ni a otros de aconsejable lectura para quien, en verdad, aspire a
formarse y, en rigor, a ser universitario.
Sospecho que solo un porcentaje mínimo de los alumnos sermoneados
seguiría mi consejo. Y es que en la población universitaria abundan, lamen-
tablemente, los que estudian para aprobar, y son muchos menos lo que lo ha-
cen para aprender. Estos segundos son pescadores de altura que se adentran
en las aguas del océano del saber. Los otros, de meta corta y listón bajo, son
pescadores de bajura, no se alejan de la costa. Les urge el esfuerzo mínimo,
la obtención de un certicado de sapiencia aparente. Quién sabe, tal como
están las cosas y la experiencia enseña, estos segundos podrán ser mañana
ínmos prohombres de esa mediocridad hoy tan laureada por los demás me-
diocres. El humo vende hoy más que el fuego.
Hay quienes piensan que el libro ha pasado a la historia, que es un ob-
jeto no solo prescindible sino arcaico, casi enojoso porque ocupa un espacio
que se llena mejor con una fotografía de los niños, un socorrido jarroncito
o un recuerdo del último viaje a Tanzania. Me desconciertan –y hasta me
inquietan– algunos despachos de abogados, muy modernos, muy siglo XXI,
en los que no se divisa un libro en varios metros cuadrados a la redonda. El
82 Faro de Vigo, 22 de enero de 2022.

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