In Memoriam: Profesor Sánchez Andrés

AutorJuan Carlos Sáenz García De Albizu
CargoCatedrático de Derecho Mercantil. Universidad Pública de Navarra
Páginas19-25

    Texto de la intervención del Prof. Sáenz García de Albizu, en representación de los discípulos del Prof. Aníbal Sánchez Andrés, en el acto académico «in memoriam» celebrado en nuestra Facultad el día 17 de octubre de 2006.


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Tras las atinadas palabras que acaba de pronunciar el Maestro Aurelio Menéndez debo reconocer que no resulta sencillo resaltar algo que en lo esencial no haya quedado dicho, puesto que todos los que nos encontramos reunidos en este acto tenemos la percepción de que nos ha dejado un gran profesor, un eminente jurista y una extraordinaria persona; por lo tanto, es casi imposible que cualquier intervención sobre Aníbal Sánchez Andrés pueda sustraerse a esa común opinión.

D. Aurelio acaba de referirse a Aníbal desde la perspectiva del Profesor y del Maestro suyo que fue, lo que le permitió conocerlo muy a fondo a lo largo de tantos y tantos años; a mí me ha correspondido, sin embargo, intervenir en mi condición de discípulo de Aníbal y, en consecuencia, sin otro título que el de discípulo más antiguo trataré de referirme a él en nombre de quienes hemos gozado del privilegio de su magisterio.

Hurgando en la memoria puedo recordar que tanto Fernando Oleo como Aurora Martínez, como yo mismo, conocimos a Aníbal en los últimos años de los setenta y primeros de los ochenta; Aníbal llevaba ya unos diez años en la Universidad Autónoma de Madrid, a la cual había llegado desde su Salamanca natal, en cuya Universidad conoció a D. Aurelio Menéndez y desde la cual entabló también una estrecha relación con D. Justino Duque, llegada que se produjo previo paso primero por la Univer-Page 20sidad de Bilbao donde coincidió con D. Fernando Sánchez Calero y, poco más tarde, por la Universidad Complutense de Madrid junto al Maestro D. Rodrigo Uría.

Estas etapas previas habían dejado una huella indeleble en el Profesor Universitario que tuvimos ocasión de conocer en aquellos años.

Quienes lo recuerdan en el ejercicio de su labor docente coinciden en manifestar que se trataba de una persona seria, muy rigurosa y, para algunos, bastante exigente, una persona, en fin, que transmitía una gran sabiduría y una profunda formación en todos los campos del saber. Yo, que procedía de San Sebastián, no tuve la suerte de asistir a sus clases, pero, desde luego, doy fe de que esa descripción se corresponde bien con la actitud que yo pude percibir tanto en Cursos de Doctorado como en Seminarios, en los que tuve ocasión de participar junto a él.

Pero esos caracteres que definen a Aníbal Sánchez Andrés como docente no eran casuales, ni tampoco caprichosos, sino que, por el contrario, eran sólo la consecuencia necesaria de su posición vital frente al Derecho: Aníbal siempre nos recordó que se equivocaban quienes pensaban que en el Derecho todo es discutible, todo es opinable; lo que sucede -solía apostillares que hay que estudiar, hay que saber Derecho y sólo entonces llegaremos a descubrir que el Derecho es mucho menos opinable de lo que algunos piensan. Pero este estudio, ese aprendizaje requiere trabajo, mucho trabajo, un trabajo que Aníbal nunca escatimó; y, desde luego, jamás se le hubiera ocurrido hacerlo cuando se trataba de sus alumnos.

En este sentido, me viene a la memoria una situación curiosa que se produjo siendo Aníbal Decano de la Facultad: Ocurrió que debía de tener una comida de trabajo a la cual era imprescindible su asistencia, lo que preocupó a Aníbal por cuanto debía de impartir clase a las cuatro de la tarde; me pidió, por favor, que le sustituyera, ya que él no iba a poder llegar a tiempo. Cual fue mi sorpresa cuando al dirigirme a dar esa clase vi llegar a Aníbal por los pasillos de la vieja Facultad; a pesar de mis protestas, me devolvió a mi despacho argumentando que una buena clase a las cuatro de la tarde era lo mejor para hacer bien la digestión. Quiero mostrar con este ejemplo hasta qué punto en el...

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