La flora española: una riqueza en biodiversidad de primer orden aún en exploración. El proyecto Flora Iberica

AutorSantiago Castroviejo
CargoProfesor de Investigación del CSIC en el Real Jardín Botánico y miembro de la Real Academia de Ciencias, ha sido Coordinador general del proyecto Flora ibérica.
Páginas23-38

Page 23

I ¿Por qué tenemos que dar nombre a los seres vivos?

¿Puede alguien imaginarse un país en el que sus ciudadanos no tengan nombre? ¡Imposible! El nombre es la percha de la que se "cuelga" toda la información -derechos, domicilio, títulos, obligaciones, etc.- que afecta a cada uno de los individuos. Hasta tal punto es imprescindible el nombre que cuando dos de ellos coinciden, se buscan datos adicionales -identidad de los padres, fecha y lugar de nacimiento, etc.- para no confundir a las personas que lo llevan. Para zanjar ese problema, los humanos hemos creado un sistema artificial que consiste en que a cada individuo se le adjudica un nombre dividido en dos partes: una, los apellidos, indica su relación con los padres y otra, el nombre de pila, lo individualiza.

Con los restantes seres vivos el problema es similar. La diferencia estriba en que en lugar de dar nombre a los individuos, damos nombre a las especies, lo cual, como veremos, implica un grado de complejidad muy elevado. Para que todo funcionase bien, deberíamos saber cuántas especies hay y como se distinguen unas de otras. Pero ese problema es extremadamente complejo y los diferentes científicos que han intentado calcularlo han aportado cifras tan dispares que lo único que sabemos es que lo que falta por descubrir es mucho más de lo que ya hemos descubierto hasta ahora, es

Page 24

decir, lo que se descubrió a lo largo de 250 años. En el cuadro 1 se ofrece una síntesis hecha por Kelly2acerca del número de especies conocidas en cada grupo de seres vivos y las que faltan por conocer (se ofrecen las cifras de tres estimaciones, la más baja, la más alta y la que al autor le parece razonable).

Prokariotes Bacteria

& Archea

Protoctista Protozoa

& Algae

Fungi Plantae Animalae Viruses Ya descritas 4.000 80.000 72.000 270.000 1.320.000 5.000 Estimación más baja 50.000 250.000 200.000 300.000 2.825.000 50.000 Cifra aceptable 1.100.000 600.000 1.500.000 320.000 9.800.000 500.000 Estimación más alta 3.000.000 1.200.000 2.700.000 500.000 103.255.000 1.000.000 Grado de conocimiento Muy pobre Muy pobre Moderado Bueno Bueno o pobre Muy pobre

Todas esas especies han de estar ordenadas de acuerdo con una clasificación y de llevar un nombre que debe tener estabilidad; es decir, el nombre no debería cambiar con el paso del tiempo.

Muchas veces no se comprende que la clasificación sea tan importante pero, de hecho, resulta imprescindible incluso para estructurar nuestro pensamiento. Para demostrarlo, el conocido escritor francés, Michel Foucault en su obra Les mots et les choses, citaba un párrafo que Jorge Luis Borges había publicado en Otras inquisiciones y que decía así: "Cierta enciclopedia china en la que está escrito que los animales se dividen en a) pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas" A nadie se le escapa que con esa clasificación no hay modo de saber como son los animales.

Así pues, reconocer las especies, darles un nombre adecuado, clasificarlas y aportar datos de todo tipo sobre ellas es la tarea de una disciplina llamada taxonomía. Por la complejidad y tamaño de los grupos biológicos, el taxónomo se enfrenta a una tarea difícil, en la que tiene que trabajar, muchas veces, con material escaso o deficiente. De ahí que las conclusiones a las que llegan dos taxónomos diferentes al estudiar un mismo grupo no siempre coinciden. Lo cual, a su vez, crea desconcierto entre los usuarios de la taxonomía, que no comprenden como no se ha descubierto

Page 25

todavía un método para distinguir unas especies de otras. Pero el tal método no existe, ni con toda probabilidad pueda existir nunca, porque los diferentes grupos de seres vivos son tan heterogéneos que los criterios que se siguen para separar las especies en unos no sirven para otros. Si a ello añadimos que no siempre se dispone de material suficiente para el estudio -seres escasos que habitan en lugares de difícil acceso- comprenderemos que pensar en una rápida solución del problema está lejos de nuestro alcance.

Lo verdaderamente importante es que detrás de cada nombre debe haber una especie, que vive en poblaciones naturales, en un área determinada y en un hábitat concreto. Este nombre, correctamente aplicado, permite crear teoría y relacionar hechos, situaciones y circunstancias. Gracias a ello sabemos mucho de muchas especies diferentes, información que permite, por ejemplo a los responsables del medio natural gestionar adecuadamente al conjunto de especies.

Todo sería correcto siempre que los nombres se apliquen con rigor. Por desgracia esto no siempre es así, ya que como consecuencia de la dificultad de conocer las especies, muchos gestores del medio y otros profesionales, en ocasiones, usan listas de nombres, en lugar de listas de especies.

Dos botánicos checos, J. Kirschner y Z. Kaplan, especialistas en el estudio de los juncos en el mundo, publicaron en la revista Taxon3los resultados de una revisión de las juncáceas y potamogetonáceas que aparecen en la edición de 1997 del libro rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -"IUCN Red List of Threatened Plants"-. Compararon los nombres de las especies de ambas familias con la información presentada por las recientes monografías hechas por taxónomos, relativas a dichas familias. La conclusión del análisis es demoledora, pues encontraron que: a) una parte sustancial de los nombres de la Lista Roja de la IUCN son sinónimos que generalmente corresponden a plantas ampliamente distribuidas, que no están amenazadas por riesgo alguno de extinción; b) otros son nombres de aplicación dudosa, o sea que no se sabe a qué planta corresponden y, por último c) solo un 10-25% de los nombres podrían incluirse en una Lista Roja sensata. Concluyen diciendo que la comparación muestra claramente la importancia de las monografías taxonómicas detalladas ... para la gestión de los recursos botánicos del mundo.

A pesar de que hay otros grupos de seres vivos mucho mejor estudiados, a los que se les ha dedicado más tiempo y más recursos, y cuyos datos son muy fiables, he querido poner este ejemplo para ilustrar la imperiosa necesidad de continuar trabajando también en el conocimiento y la taxonomía de la biodiversidad en todas sus dimensiones y manifestaciones, aún cuando hoy parece que se preste más atención a otras actividades relativas a su protección y gestión, que hace tan sólo unas décadas parecían menos urgentes.

Page 26

II La taxonomía de nuestra rica biodiversidad vegetal, una tarea aún por completar

En España, por razones que no vienen ahora al caso, en el terreno de las investigaciones botánicas nos movemos desacompasados con respecto a la mayor parte de los países europeos. Mientras que en los más desarrollados, las investigaciones taxonómicas están siendo relegadas por aquellas que se realizan en el campo de la ecología, la biología floral, la biología de la reproducción, la biología evolutiva, etc. nosotros estamos todavía elaborando nuestro catálogo florístico nacional y nuestra primera flora moderna. Nos encontramos en el final de una época de auge de los estudios botánicos en general y taxonómicos o florísticos en particular.

Resulta contradictorio que mientras se habla con interés creciente y generalizado de la Diversidad Biológica ?es término frecuente incluso en la jerga política?, los estudios taxonómicos reciben cada vez menos apoyo y la taxonomía deja de ser considerada por muchos como una especialidad científica de vanguardia. Todo ello mientras los cálculos más optimistas indican que todavía desconocemos la identidad de más de un millón de organismos ?entre ellos 50-100.000 plantas vasculares?, de los que más del 40% no llegaremos jamás a conocer, porque desaparecerán antes de que lleguen a las manos del científico capaz de reconocerlo, describirlo y darle un nombre.

En la práctica, ya hoy se están describiendo especies de plantas a partir de las colecciones antiguas. Los esfuerzos por volver a encontrarlas no dieron fruto y se cree que el único testimonio que queda de la presencia de esa especie en nuestro planeta es ya esa exigua muestra guardada en una colección científica (herbario) y recolectada en su día por puro azar.

La taxonomía, recordemos, es el campo de la ciencia que se ocupa del estudio de los organismos vivos y sus relaciones de parentesco (evolución), es por tanto una especialidad básica en el estudio de la biodiversidad y herramienta imprescindible para su protección.

Nadie duda de que el objetivo más urgente del estudio de la diversidad biológica es, hoy en día, identificar y conocer lo organismos que la componen. La urgencia de esta tarea de recolección, estudio, catálogo, descripción y nomenclatura parece clara. Entonces, ¿por qué no se avanza en este camino al ritmo deseable o, siquiera, al mantenido por las escuelas alemana, británica y norteamericana hasta el último tercio del siglo XX? La respuesta es clara para muchos: "no se invierte lo suficiente". La explicación se nos antoja simplista. Por alguna razón no se invertirá suficiente.

Para los científicos naturalistas, la actividad exploradora y recolectora tuvo su apogeo en la segunda mitad del siglo XIX y primer tercio del XX. Actualmente, los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR