Democracias bajo sospecha en américa latina: reflexiones sobre la desconfianza política en tiempos de cambio

AutorLiliana de Riz
Páginas29-44
DEMOCRACIAS BAJO SOSPECHA
EN AMÉRICA LATINA: REFLEXIONES
SOBRE LA DESCONFIANZA POLÍTICA
EN TIEMPOS DE CAMBIO
Liliana de riz
La desconfianza política es una constante en las democracias occidentales
actuales. Se repudia a los políticos y en algunos casos se repudia la política, paso
previo para la repulsión de la democracia y el inquietante avance de los autori-
tarismos. El concepto de desafección política trata de capturar este fenómeno
asociado a la crisis de la representación política que atraviesan las democracias
hoy. La desconfianza institucional y la carencia de líderes respetados degradan
la política y amenazan la difícil conquista de las democracias en América Latina.
Antes de entrar en el tema que nos ocupa, es preciso destacar que las de-
mocracias nacidas en las últimas décadas del siglo pasado en la región lograron
perdurar, bien sea las surgidas del fin de la guerra civil, como en Centroamérica,
bien de la transición desde dictaduras militares, como en el Cono Sur, o bien de la
liberalización política de regímenes autoritarios, como México y Paraguay, países
que celebraron sus primeras elecciones competitivas en 1988 y 1998, respectiva-
mente. En algunos países, sobrellevaron crisis sin que las intervenciones militares
o los conflictos armados destruyeran sus bases. Sin embargo, esas democracias se
alejan en muchos casos del ideal republicano representativo y liberal; en muchos
otros son órdenes frágiles, híbridos que la proliferación de adjetivos trata de
describir. Venezuela es una autocracia electiva, pero las elecciones son cada vez
menos competitivas, y la oposición está cercenada en su voz y en sus recursos.
América Latina es heterogénea. Hay una diversidad difícil de abarcar me-
diante dicotomías esquemáticas, y los desarrollos recientes confirman la crecien-
te variedad entre países en patrones de crecimiento e ingreso, de ideologías o de
visiones de las instancias regionales hemisféricas. Hay una mayor autonomía de
la región y de cada país que la integra. Autonomía y diversidad de situaciones y
de posturas son los rasgos presentes hoy. A las diferencias en los contextos na-
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cionales se suma la ecuación personal de los liderazgos, por eso interesa señalar
tendencias en los procesos en curso como marco de referencia de los análisis de
casos nacionales.
Los informes sobre el estado de la democracia en la región registran que esta
es valorada como el único régimen político que legitima el ejercicio del poder,
aunque los latinoamericanos reconocen que tiene muchos problemas. El malestar
con el funcionamiento de las instituciones, que se concentra en los partidos y en
los políticos como responsables, obedece a distintas causas o a una combinación
singular de las mismas. La insatisfacción por el desempeño de los gobiernos que
no resuelven los problemas que los ciudadanos perciben como principales —la
inseguridad o los problemas de la economía; la percepción de la injusta distribu-
ción de la riqueza, el déficit o la mala calidad de los bienes públicos; la corrup-
ción— son disparadores del malestar y el descrédito (Del Campo et al., 2014).
El trabajo de Torcal y Bargsted (2015a y 2015b) aporta fundamento empírico a
la interpretación de la desconfianza en las instituciones políticas de la región, y a
ese estudio remitiremos al lector a lo largo de estas páginas. De ese aporte resulta
claro que, además de la tradición cultural que da cuenta de la diferencia entre
países, el funcionamiento de los sistemas políticos y sus resultados son decisivos
para explicar tanto las diferencias entre países como la evolución en el tiempo de
las actitudes. Pese a las diferencias entre Europa y América Latina, el malestar
con los sistemas políticos es un rasgo compartido. Recuperar la confianza en las
instituciones políticas y contar con liderazgos respetados es un desafío común.
Los países escandinavos, en Europa, y Uruguay, en América Latina, son rara avis.
Para ratificar su legitimidad, la democracia debe mostrar eficacia en la so-
lución de los problemas cotidianos de los ciudadanos. Todas las encuestas de
opinión revelan un déficit de confianza y un malestar difuso que afecta la cre-
dibilidad de los partidos políticos, los parlamentos y los gobiernos, y está en la
raíz del retorno de variantes del populismo que consagran la vía autoritaria para
el progreso social. También es claro que ese malestar generalizado no resulta
solamente de la carencia de ingresos, sino que responde en muchos casos a una
indignación con base moral ante la desigualdad y la extensión de la corrupción.
Hay una reclamación de derechos y no solo de intereses, una reclamación de los
ciudadanos que está redefiniendo el funcionamiento de las democracias. Vivimos
tiempos de cambio, y el desafío es adaptar la democracia a esos cambios en la so-
ciedad; son las formas en que se expresa «la voz del pueblo» las que cambian y, al
tiempo que profundizan la participación ciudadana en las decisiones, acrecientan
la distancia entre ciudadanos y partidos.
1. LA SINGULARIDAD DE LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS
EN AMÉRICA LATINA: PERSPECTIVA HISTÓRICA
El conflicto entre libertad y tradición marcó la historia política del sigloxix y
sentó las bases de los partidos tradicionales, liberales y conservadores. Los libe-
rales impulsaron una sociedad de individuos libres e iguales ante la ley, propie-
tarios e independientes, y una arquitectura constitucional basada en los ideales
del federalismo y del parlamentarismo. Sin embargo, con frecuencia debieron
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