El defensor de las generaciones futuras

AutorManuel Castañón Del Valle
Cargo del AutorAbogado español especializado en Derecho del Medio Ambiente desde el año 1995
Páginas101-133
4. EL DEFENSOR DE LAS GENERACIONES FUTURAS
El porqué de la instauración de un Defensor de las Generaciones Futuras
Ya en el año 1987 el informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y
el Desarrollo de las Naciones Unidas o Informe Brundtland (“Nuestro futuro común”),
arma sin rodeos y con gran lucidez que: “actuamos como si pudiéramos salirnos con
la nuestra: las generaciones futuras no votan, no tienen poder político ni nanciero, no
pueden oponerse a nuestras decisiones”.
Es una frase que resume perfectamente el teórico desinterés que gran parte de las
instituciones políticas y gubernamentales de la mayoría de los países del mundo ha pro-
fesado históricamente sobre este importante asunto213.
Y resulta cuando menos paradójico ya que, en todas las culturas del mundo, deriva-
do de la propia naturaleza humana, se observa un valor universalmente compartido que
es la espacial atención a las generaciones futuras.
Podemos verlo en las tradiciones, en creencias religiosas y la cultura de los colectivos
humanos diseminados por todo el planeta.
Estoy convencido que nadie o casi nadie, con un mínimo de sentido común pondría
en duda la responsabilidad que todas las sociedades del planeta tienen para con sus hi-
jos, sus nietos o sus bisnietos.
Es una cuestión de intrínseca moral y ética esencial del ser humano como especie que
habita en el planeta Tierra.
213 De gran interés el trabajo de investigación de LEMA AÑON Carlos; La reciprocidad
indirecta y las generaciones futuras; Universidad Carlos III de Madrid; desarrollado en el marco
del Proyecto de Investigación “Los Derechos Humanos en el S. XXI. Retos y desafíos del Estado
de derecho global” (DER 2011-25114), Plan Nacional de I+D+I, Ministerio de Ciencia e Inno-
vación, y del Proyecto Consolider-Ingenio 2010 “El tiempo de los derechos”, en relación a las
razones morales de la cooperación intergeneracional.
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A pesar de ello, el reconocimiento político y jurídico de la protección de las generacio-
nes futuras es un concepto muy contemporáneo y que ha saltado al debate internacional
desde hace pocas décadas.
Me resulta incoherente descubrir cómo los gobiernos de los países del planeta no
abordan con iniciativas creativas y ambiciosas este tema, teniendo en cuenta que atañe
al corazón mismo del concepto de supervivencia de ser humano como raza o especie.
Si queremos buscar una primera justicación para crear a gran escala la gura del De-
fensor de las Generaciones Futuras podemos encontrarla en un objetivo tan sencillo como
asombrosamente real: que la raza humana sobreviva o perdure en el tiempo en este planeta.
Sólo por ese exclusivo motivo resulta imprescindible abordar esta iniciativa a nivel
regional, nacional, internacional e intergeneracional.
A una institución que va a cuidarnos como una especie con futuro en la Tierra no
sólo no podemos ponerle trabas sino muy al contrario, debemos tenderle puentes para
que su creación sea comprendida y ambicionada, y la necesidad de su instauración con-
sensuada a gran escala, desde la más pequeña comunidad humana a la más grande.
Ya no podemos anclarnos en nuestra zona de confort caracterizada por la inactivi-
dad, sino muy al contrario, debemos dar un paso adelante y empezar a familiarizarnos
con la idea de que necesitamos proyectos nuevos y ambiciosos de protección del medio
ambiente, que garanticen a los seres humanos que vivirán en el planeta en el futuro una
Tierra saludable donde desarrollar su existencia.
Como hemos visto en numerosos instrumentos internacionales y en textos constitu-
cionales de muchos países del mundo, se reconoce a las generaciones futuras como bien
inmaterial sujeto a protección.
Este dato de por sí marca una tendencia, si bien algo tímida nada desdeñable, de creen-
cia en algo más que el cortoplacismo o la resolución de problemas inmediatos. Muestra
una predisposición de carácter internacional a levantar la mirada y ver más allá del presen-
te, para ser capaces de dar soluciones a las necesidades y escenarios del futuro214.
No obstante, las referencias y alusiones a las generaciones futuras siguen estando, en
la mayoría de los casos, en los preámbulos de estos instrumentos internacionales, no en
el desarrollo de su articulado.
Hace ya 30 años, el informe Brundtland presentó el concepto de desarrollo sostenible
a la comunidad internacional como una nueva fórmula de igualdad social, crecimiento
económico y sostenibilidad ambiental. En el informe se armaba que el desarrollo sos-
tenible podría lograrse con un marco normativo integrado que abarcara esos tres pilares.
214 Muy interesante el documento del OXFORD MARTIN SCHOOL; Now for the
Long Term, e Report of the Oxford Martin Commission for Future Generations; Oxford Uni-
versity; October 2013.
La protección jurídico ambiental de las generaciones futuras
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En la actualidad y muchos años después de dicho informe, el desarrollo sostenible se
mantiene como un concepto socialmente aceptado, pero todavía no como una realidad
cotidiana y práctica en el terreno.
Podemos dar algunos datos para la reexión215:
Entre 2000 y 2010, unas 13 millones de hectáreas de bosques se destinaron a otros
usos o se perdieron anualmente. El mundo sigue perdiendo cubierta forestal a un ritmo
muy preocupante. Se ha perdido el 53% de la cubierta vegetal primaria de la supercie
del planeta. Cada año se pierden 5,2 millones de hectáreas netas de bosques.
Dos terceras partes de los servicios que proporciona la naturaleza a la humanidad es-
tán disminuyendo. El objetivo marcado en el Convenio sobre la Diversidad Biológica
en 2002 de “lograr para el año 2010 una reducción signicativa del ritmo actual de pér-
dida de la diversidad biológica” no se ha cumplido. La mayoría de los hábitats se están
deteriorando y el ritmo de extinción de las especies parece estar acelerándose exponen-
cialmente. Está disminuyendo la diversidad genética de las especies cultivadas, lo que
podría redundar en cultivos más vulnerables.
Debido a la sobrepesca, actualmente el 85% de todas las poblaciones de peces es-
tán clasicadas de sobreexplotadas, agotadas o plenamente explotadas. Los océanos del
planeta se están volviendo más ácidos como consecuencia de la absorción del 26% del
dióxido de carbono emitido a la atmósfera, con el consiguiente riesgo que ello supone
para la seguridad alimentaria de miles de millones de personas en todo el mundo.
En el año 2009, un grupo de cientícos del Stockholm Resilience Centre216, propuso
un marco de “límites planetarios” para la denición de un “espacio operativo seguro para
la humanidad”. En el estudio se constata que desde la revolución industrial, la actividad
humana se ha convertido gradualmente en el principal agente impulsor del cambio am-
biental en el planeta.
Los cientícos del Stockholm Resilience Centre arman sin lugar a dudas que, una
vez que la actividad humana ha atravesado determinados “límites planetarios”, se corre
el riesgo real de que se produzca un “cambio ambiental irreversible y abrupto”.
Los cientícos han identicado en total nueve límites planetarios: el cambio climá-
tico, el ritmo de pérdida de la diversidad biológica, la pérdida de ozono estratosférico,
los ciclos biogeoquímicos del nitrógeno y del fósforo, la acidicación de los océanos, los
215 Datos reunidos de varias fuentes, entre ellas, el Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura, el Banco Mundial, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Or-
ganización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la secretaría del
Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Evaluación de Ecosistemas del Milenio o la Orga-
nización Mundial de la Salud.
216 Vid: e Stockholm Resilience Centre. Su página ocial: www.stockholmresilience.org.

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