DECRETO FORAL 338/2000, de 16 de octubre, por el que se concede la Medalla de Oro de Navarra a las víctimas del terrorismo.

SecciónI - Comunidad Foral de Navarra
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DECRETO FORAL 338/2000, de 16 de octubre, por el que se concede la Medalla de Oro de Navarra a las víctimas del terrorismo.

Navarra es una comunidad forjada a través de más de mil años de autogobierno, a lo largo de los cuales ha mantenido siempre la libertad como uno de los valores irrenunciables. Así quedó patente en el histórico lema de los Infanzones de Obanos "Pro libertate patria, gens libera state" (Para que la patria sea libre, los ciudadanos deben permanecer libres) creado en el siglo XIV y que hoy mantiene una total vigencia, ya que los ciudadanos navarros no estamos dispuestos a consentir que nada ni nadie suplante nuestra voluntad y nuestra libertad.

El régimen de libertades que en Navarra y en el conjunto de España disfrutamos constituye un logro histórico alcanzado por la decisión firme y conjunta de los ciudadanos, que ha hecho olvidar las diferencias y conflictos de tiempos pasados, propugnando la concordia y la convivencia a través de la democracia y del Estado de Derecho. Ello ha sido la piedra fundamental sobre la que se ha levantado la realidad actual de nuestro país y de nuestra Comunidad Foral.

A lo largo de más de 20 años, la voluntad general de los ciudadanos se ha visto atacada sistemáticamente por la acción asesina de la banda terrorista ETA, que con el pretexto de defender planteamientos políticos contrarios al sentir mayoritario, ha desarrollado una macabra carrera de muerte y de dolor que ha creado a lo largo de los años numerosas víctimas entre personas componentes de las fuerzas armadas y de seguridad, representantes institucionales y políticos, periodistas, empresarios, profesionales, trabajadores o ciudadanos en general.

En la lucha por mantener las bases de nuestra sociedad libre y democrática, a estos hombres y mujeres, tanto de Navarra como del resto de España, víctimas del terrorismo, les ha tocado la peor parte: la muerte, el dolor por el fallecimiento violento de un ser querido, el destrozo, la agresión, la amenaza, el secuestro, el insulto o la extorsión.

Todas estas personas constituyen el símbolo de la dignidad de nuestra sociedad, de la firmeza por resistir y no aceptar la violencia como medio de acción política, de la fortaleza para no doblegar nuestra voluntad de vivir en libertad, en paz y en concordia.

Es justo que el conjunto de la sociedad navarra, y...

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