Las comunicaciones móviles en la encrucijada regulatoria

AutorReinaldo Rodríguez Yllera
CargoComisión del Mercado de las Telecomunicaciones
Páginas17-26

Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones

Desde que el día 6 de marzo de 2000, cuando la Agencia de Radiocomunicaciones Británica inició su subasta para la asignación de las licencias inglesas de comunicaciones móviles de tercera generación, se inició un cambio en la regulación de las telecomunicaciones móviles europeas que ha provocado una situación generalizada de inestabilidad e inseguridad en este sector. En el lapso de tiempo transcurrido desde entonces, hemos visto como se cambiaban (o se ponían en cuestión) algunos de los principios sobre los que descansaba la regulación de la telefonía móvil, los procedimientos de acceso al mercado, la valoración del espectro radioeléctrico, su fiscalidad, el grado de regulación de la actividad.

Pero no sólo ha cambiado el entorno regulatorio; simultáneamente hemos visto caer la confianza de los mercados financieros en el negocio móvil, en la tecnología de tercera generación y en los servicios que dicha tecnología puede ofrecer (la llamada Internet móvil).

¿Qué ha pasado? De la noche a la mañana, nos encontramos con que un sector, cuyo desarrollo durante los años 90 ha sido calificado como modélico y que representa al mayor éxito tecnológico de la industria europea en el siglo veinte se encuentra sumido en la desconfianza por parte de los inversores, es objeto de un agrio debate político sobre su marco regulatorio y plantea dudas sobre su futuro tecnológico.

En mi opinión, lo que está sucediendo es la consecuencia de varias circunstancias: a) de la aparición de un modelo de regulación que intenta compaginar sin conseguirlo objetivos contrapuestos (mayor competencia, mayor fiscalidad y promoción de nuevas redes); b) de una euforia de los operadores ante un ciclo de desarrollo excepcional (pero probablemente irrepetible); y c) de unos mercados financieros emborrachados de "Nueva Economía", que han pasado en pocos meses de la exaltación a la depresión.

En una situación como ésta (la del primer trimestre del año pasado) irrumpe en nuestro continente un instrumento regulatorio novedoso de acceso al mercado móvil, la subasta del espectro radioeléctrico. Instrumento que, desde un punto de vista teórico, es probablemente el más justo, transparente y eficiente de todos los posibles para distribuir un recurso escaso imprescindible para el desarrollo de la actividad económica. Y sin embargo, las consecuencias un año después son desastrosas como ya hemos mencionado anteriormente. Tan desastrosas que hasta el Parlamento Europeo ha considerado recientemente la conveniencia de recomendar la prohibición de las subastas como instrumento regulatorio. ¿Estamos ante un procedimiento inadecuado o existen otras razones que han generado la actual situación? Intentemos analizar lo que ha sucedido.

Los responsables de las operadoras que han participado en las subastas han elevado las cantidades ofrecidas a niveles astronómicos y han sufrido el castigo de los mercados financieros bajo la forma de bajadas enormes de sus cotizaciones y pérdidas en sus "ratings". Bajadas, que salvo en algún caso, les están generando graves problemas de financiación y fuertes dificultades para abordar las inversiones que requieren las nuevas licencias. Literalmente han utilizado unos recursos que no tenían y/o se han alejado de las prácticas de prudencia que debe garantizar todo gestor de un negocio que además no es suyo sino de sus accionistas. ¿Se puede culpabilizar al procedimiento de este error de previsión?

A este respecto se han oído declaraciones de operadoras indicando que no han tenido más remedio que sobrepujar ya que la no consecución de las licencias de tercera generación era su muerte a medio plazo. Pero, ¿es eso cierto? Yo creo que dicha afirmación es discutible por dos razones: la primera es que si la gestión de una licencia por una operadora es poco eficiente, siempre se podrá acceder a dicha licencia por vía de participación accionarial, adquisición o fusión. La segunda es que la evolución tecnológica hacia la tercera generación no requiere de espectro nuevo, de hecho existe la UMT 2000 que es una estrategia de convergencia tecnológica diseñada en el entorno de la Unión Internacional de las Telecomunicaciones que permite la evolución sobre el mismo espectro de las tecnologías móviles digitales (tanto las TDMA como es la GSM, como de las CDMA)...

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