Clamor de jueces en el desierto

AutorJulio Picatoste
Cargo del AutorMagistrado (jubilado) - Académico de número de la Real Academia Gallega de Jurisprudencia y Legislación
Páginas86-87
CLAMOR DE JUECES EN EL DESIERTO 25
Recientemente ha tenido lugar en Melilla el encuentro anual de jueces
decanos. No es posible dar aquí cumplida relación de las conclusiones de
aquel cónclave, pero sí citaré algunas sobre las que ya he escrito no pocas
veces. Que haya de volverse una y otra vez sobre ellas es prueba más que
evidente de que las averías no se reparan ni se sanean los vicios. Y lo que es
más irritante, todo responsable en la materia se llama andana.
Los jueces decanos piden al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)
que se jen de una vez las cargas de trabajo de los tribunales, vieja reivindi-
cación sobre la que nada se ha avanzado en el último año. Es insólito –di-
cen– que no exista un módulo ocial que concrete la carga de trabajo de cada
Juzgado, a diferencia de lo que ocurre en la inmensa mayoría de sectores pro-
fesionales. Esta demanda interesa desde una doble perspectiva: la que afecta
a la salud de los jueces y la que mira a la calidad de las resoluciones judiciales.
Hay órganos judiciales que están escandalosamente desbordados; cerca de
la mitad trabajan por encima del 150% de las previsiones institucionales y
muchos de ellos soportan más del 200%.
Este CGPJ está próximo a concluir su mandato –cinco años– y no ha
hecho sus deberes en tan grave cuestión. Esa contumaz falta de respuesta –y
de respeto– es ya insoportable e intolerable. ¿Quién responde? La extrema
incuria en este asunto aviva la sospecha de que tal estado de cosas se tolera
y mantiene porque es útil para tener a los jueces reducidos por sofocación,
burocratizados, forzados a “juzgar a destajo” e incluso incentivados a ello por
una política judicial profundamente errada y abusiva, más interesada en una
productividad expeditiva que en el ejercicio cabal y verdadero de la función
jurisdiccional, tan necesitada de tiempo, reexión y estudio. Y es que esa po-
lítica judicial de corte estajanovista, al margen del deterioro que a los jueces
ocasiona, va en detrimento de la función judicial y, por ende, de los propios
justiciables. Cuando éramos jóvenes y afanosos jueces de pueblo –ya enton-
ces lamentábamos estos males– un querido compañero de promoción me
decía: “Convéncete, Julio, lo que quieren es que no pensemos”. Si esa aseve-
25 Faro de Vigo, 7 de noviembre de 2018.

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