Capítulo 1. Las experiencias de las mujeres que delinquen: un desafío para la criminología tradicional

Páginas29-55
CAPÍTULO 1. LAS EXPERIENCIAS DE LAS MUJERES QUE
DELINQUEN: UN DESAFÍO PARA LA CRIMINOLOGÍA
TRADICIONAL
Históricamente, la Criminología ha sido una disciplina androcéntrica, al
igual que otras ciencias sociales donde todo aquello que se producía, construía y
difundía estaba dominado por los hombres y su discurso (Britton, 2000). Las mujeres
quedaban así excluidas tanto como sujetos de investigación como investigadoras1
(Gelsthorpe, 2003; Juliano, 2011). Las teorías criminológicas que pretendían
dar respuesta a porqué las personas delinquían son un claro ejemplo, puesto que,
mayoritariamente fueron desarrolladas por hombres y validadas en hombres, y
seguidamente aplicadas y generalizadas a las mujeres (Morris y Gelsthorpe, 2008;
Covington y Bloom, 2003).
Pero no toda la investigación criminológica ignoró a las mujeres. Cesare
Lombroso es conocido en la disciplina criminológica porque, entre otras cuestiones,
cuando quiso contestar a la pregunta de por qué delinquían las mujeres, sus
respuestas fueron sexistas y estereotipadas y presentándolas como mujeres biológica
y psicológicamente “anormales” (Covington y Bloom, 2003; Gelsthorpe, 2003).
Afortunadamente, con los movimientos de las mujeres en la década de
1960 y cansadas de que se omitieran las voces de las mujeres y se tergiversaran sus
experiencias dentro de la disciplina criminológica, surgió la criminología feminista,
que en palabras de las criminólogas Daly y Chesney-Lind (1988, p. 507) “ayudó al
despertar de esta disciplina de un sueño androcéntrico”. De esta forma, el feminismo,
1 En el libro “Fifty Key Thinkers in Criminology” de Keyth Hayward, Shadd Maruna y Jayne Moo-
ney (2010), se habla de aquellos pensadores destacados del mundo de la Criminología desde el siglo XVIII al
XXI. Solo hay ocho mujeres seleccionadas. De los cincuenta, seis han investigado sobre mujeres y sistema de
justicia penal: uno es Cesare Lombroso y las otras cinco son Pat Carlen, Meda Chesney-Lind, Frances Heiden-
sohn, Rosa del Olmo y Carol Smart, mujeres que han contribuido desde una perspectiva crítica y feminista
cuestionando las tesis lombrosianas (Almeda, 2017, p. 152).
Cristina Vasilescu
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como en otras ciencias sociales, logró desaar el conocimiento criminológico
tradicional y hacer visibles a las mujeres haciendo que estas tuvieran un papel
central y no periférico, invisible o marginal en la investigación cientíca (Smart,
1976; Fuller, 2008; Morris y Gelsthorpe, 1990; Barberet, 2014; Maqueda, 2014;
Barberet y Larrauri, 2019).
Actualmente, a pesar de que hay numerosos estudios que se realizan
desde una perspectiva de género en la Criminología (Larrauri, 1994; Fuller,
2007; Almeda y Bodelón, 2007; Barberet, 2014; Maqueda, 2014; Almeda,
2017; Navarro, 2018; Bartolomé, 2021; Cerezo, 2021), se necesita más interés y
conocimiento sobre la experiencia de las mujeres que delinquen y cumplen penas
en nuestro sistema de ejecución penal (Gelsthorpe, 2003; Daly y Chesney-Lind,
1988; Chesney-Lind, 2006). En los países angloamericanos como Reino Unido,
Estados Unidos y Canadá ha habido una gran y rápida proliferación de este tipo
de estudios (Heidensohn, 2012, p. 128).
En España, sin embargo, la investigación sobre la ejecución penal
femenina ha sido un tema olvidado por la academia hasta entrado el siglo XXI.
Ciertamente, desde hace unas décadas han ido emergiendo diferentes estudios
que han visibilizado a las mujeres en el sistema de justicia penal (ej. Larrauri,
1992; 1994; Equipo Barañí, 2001; Sánchez, 2004; Cervelló, 2006; Yagüe,
2007a; 2007b; Serrano, 2010; Igareda y Cruells, 2014; Almeda, 2017; Juanatey,
2018; Acale, 2019; Bartolomé, 2021; Cerezo, 2021).
Aquellos trabajos que se han centrado en las penas que cumplen las
mujeres que delinquen, lo han hecho sobre todo para estudiar la situación
de las mujeres en prisión. La preocupación por el crecimiento del índice de
encarcelamiento femenino a nivel mundial ante la poca evidencia de que ese
incremento fuera a causa de una mayor gravedad o índice de delincuencia femenina
-llamado “fenómeno de la paradoja penal”- fue lo que principalmente motivó
que se investigara esta cuestión (Gelsthorpe y Morris, 2002; Barry y McIvor,
2010; Malloch y McIvor, 2012; Almeda, 2017). Este fenómeno y la situación
discriminatoria de las mujeres en prisión, reconocida internacionalmente (Barry
y McIvor, 2010; Roberts y Watson, 2017), impulsaron la idea de que, por una
parte, se debería reducir el número de mujeres encarceladas y, por otra parte,
se debería promocionar y apostar por las medidas alternativas a la prisión por
sus múltiples benecios y por la introducción de la perspectiva de género en el
sistema de justicia penal (Malloch et al., 2014, p. 395).
Sin embargo, apenas hay estudios en nuestro país sobre las mujeres
que delinquen y son condenadas a cumplir penas en la comunidad. Las

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