Seguridad. Las balas son los bytes: por una estrategia nacional de ciberseguridad

AutorMiguel ángel Esteban
Páginas213-217

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Soy el capitán Scott Hinck, y soy un ciberguerrero de la fuerza áerea

. Eso declaraba ante la cámara de televisión un hombre joven con mono de paracaidista y el pelo cortado a cepillo mientras camina alrededor de un centro de mando oscuro con pantallas de ordenador que emiten luz verdosa, en un anuncio de reclutamiento de las USAF. No aparece en el anuncio, pero sí en algunos thrillers y películas de acción de los últimos años el paisaje apocalíptico de redes eléctricas que arden y dejan de funcionar, industrias que se paralizan, trenes que descarrilan, oleoductos que explotan, aeropuertos que deben cerrar sus pistas, bancos que pierden toda su información, centros de

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mando incomunicados, mercados desabastecidos... Todo motivado por la acción de ataques en el ciberespacio. ¿Fantasía o realidad?

Lo cierto es que el Laboratorio de Física Avanzada de la Universidad Johns Hopkins, que lleva a cabo investigaciones por valor de cientos de millones de dólares al año para el gobierno norteamericano en tecnología espacial, biomedicina y proyectos secretos de seguridad nacional, tuvo que desconectar toda su red informática del resto del ciberespacio durante varias semanas el año 2009, para examinar toda la red, máquina por máquina, tras descubrir que alguien estaba extrayendo en secreto cantidades ingentes de datos de sus redes. Si esto acaece en una institución tan importante y protegida para la seguridad norteamericana ¿qué no les pasará a otras instituciones o empresas? Para Richard A. Clarke la respuesta es evidente: «si su empresa está conectada a Internet de algún modo, la información ya se ha ido». ¿Exageración? Lea Guerra en la red y saque sus conclusiones.

El objetivo que persigue Richard A. Clarke con su último libro es influir en el diseño de la estrategia nacional de Estados Unidos en el nuevo campo de batalla cibernético. La política de seguridad norteamericana adolece, para quien tuvo diversos cargos de alta responsabilidad en estos asuntos con cuatro presidentes estadounidenses, de directrices para utilizar todo su potencial bélico en la ciberguerra y, lo que es más preocupante para el autor, para saber defenderse adecuadamente contra las graves amenazas que proceden de ese ámbito.

Clarke nos anuncia que es un escenario bastante plausible que la ciberguerra pueda convertirse en el principal campo de batalla en conflictos futuros, para el que Estados Unidos no está suficientemente preparado y, además, es mucho...

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