Aspectos éticos de la eutanasia

AutorEduardo Rivera López
Páginas47-65
CAPÍTULO III
ASPECTOS ÉTICOS DE LA EUTANASIA
Mi propósito en este trabajo es analizar un conjunto tradicional de dis-
tinciones y argumentos en torno del problema de la aceptabilidad ética de
la eutanasia. La problemática moral de la eutanasia posee, en mi opinión,
diversos aspectos que, aunque están relacionados, no deberían ser confundi-
dos. En primer lugar, tiene un aspecto ético que podríamos llamar «puro».
Se trata de evaluar la corrección o incorrección moral de practicar actos
de eutanasia de diferentes tipos en diferentes circunstancias generales. En
segundo lugar, existe un aspecto moral de aplicación o casuístico, que con-
siste en evaluar, ante un caso concreto dado, y en posesión de suf‌iciente
información acerca de ese caso, si se justif‌ica o no la eutanasia, o qué tipo
de eutanasia se podría justif‌icar. En tercer lugar, tiene un aspecto que po-
dríamos denominar «ético-jurídico», es decir, el que intenta determinar qué
legislación acerca de la eutanasia se justif‌ica moralmente. La relación entre
estos tres aspectos es compleja (no es posible, a mi juicio, «derivar» con-
clusiones acerca del segundo y/o del tercer aspecto a partir del primero). No
intentaré aquí establecerla. Mi discusión se centrará exclusivamente en el
primer aspecto y, por tanto, no haré, en general, referencias a problemas de
aplicación a casos o de legislación.
1. DEFINICIÓN DE EUTANASIA
Uno de los problemas que enfrenta la discusión seria en torno de la eu-
tanasia es la falta de acuerdo terminológico. Este desacuerdo conduce a que
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prácticas que para algunos son eutanásicas para otros no lo sean, o lo sean
de un tipo diferente. Creo que no puede avanzarse sustantivamente en el
tema sin precisar los conceptos. Por ello, a riesgo de exponer distinciones y
def‌iniciones que puedan parecer triviales o muy conocidas, me voy a detener
con algún detalle en la cuestión de la def‌inición y de los tipos de eutanasia.
Debería comenzar por una def‌inición genérica de eutanasia. Creo que
la mejor estrategia, para obtener la mayor claridad conceptual en torno del
problema, es adoptar una def‌inición lo más amplia posible de eutanasia, y
luego distinguir diferentes tipos de eutanasia (algunos de los cuales pueden
ser defendibles y otros no).
La def‌inición que propongo es la siguiente: es una conducta llevada a
cabo por un agente de salud, una de cuyas consecuencias previsibles por él
es la muerte de un paciente que padece una enfermedad grave e irreversi-
ble, y que es llevada a cabo con la justif‌icación de que la muerte del pacien-
te no es un mal o un daño para él, todas las cosas consideradas.
Aclaremos los términos centrales de esta def‌inición:
1) Por «conducta» se debe entender una acción o una omisión (o con-
junto de acciones u omisiones).
2) La conducta es llevada a cabo por el agente de salud (típicamente,
un médico) y no por el paciente mismo (lo cual sería un caso de suicidio,
eventualmente asistido).
3) Que una conducta tiene algún hecho como «consecuencia previsi-
ble» no implica que exista la intención, en un sentido fuerte, de producir ese
hecho (en el sentido de que se busque la muerte del paciente). La muerte
puede ser un efecto «no deseado», o no buscado intencionalmente, siempre
que sea previsible.
4) Que la muerte es una consecuencia causal signif‌ica que, en las cir-
cunstancias del contexto, la conducta es una condición necesaria para que
ocurra la muerte. De modo que la conducta eutanásica previsiblemente ace-
lera la muerte, en el sentido de que, si no se realizara dicha conducta, la
muerte se produciría previsiblemente en algún momento posterior.
5) Que el paciente se encuentre «grave e irreversiblemente enfermo»
no signif‌ica necesariamente que su muerte sea inminente. Aquellos casos en
los que una enfermedad grave produzca un sufrimiento o pérdida de contac-
to con la realidad suf‌iciente como para que la muerte no sea considerada un
daño, entrarían como candidatos para prácticas eutanásicas 1.
1 El caso típico de enfermedad grave y progresiva, pero que no produce la muerte de modo
inmediato es el mal de Alzheimer. En torno de esta enfermedad, y en conexión con la eutanasia
y el suicidio asistido, se ha desarrollado una extensa discusión en los Estados Unidos. Para dos
visiones diferentes del problema, véanse DWORKIN, 1993: cap. 8 y POST, 1995: cap. 8. En el caso

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