Anexo 2. El documento informativo

AutorDaniel Varona Gómez
Páginas200-215
Anexo 1
200
ANEXO 2. EL DOCUMENTO INFORMATIVO
EL FUNCIONAMIENTO DE LA JUSTICIA PENAL EN ESPAÑA
Introducción
Parece muy extendida entre la población española la creencia de que
vivimos en una sociedad cada vez más violenta y en la que existe más de-
lincuencia, en gran parte por la inef‌iciencia de la justicia penal, fundamen-
talmente, porque las leyes y los jueces son blandos con la delincuencia, lo
cual haría de nuestro país, según dicen algunos, un país «atractivo» para los
delincuentes. ¿Es esto verdad?, ¿realmente existe hoy en día más delincuen-
cia que en el pasado y nuestras leyes y jueces penales son tan permisivos con
la delincuencia? En el presente documento queremos presentarle al lector
toda una serie de datos reales sobre la delincuencia y el funcionamiento de la
justicia penal en España para que, más allá de opiniones diversas difundidas
por los medios de comunicación, esté en disposición de responder a esas
cuestiones con conocimiento de causa.
Castigos y delincuencia en España: la prisión
El primer dato que queremos presentar al lector es el relativo al uso de
la prisión en nuestro país, pues esta es, sin duda, el máximo exponente del
castigo penal. Como veremos, ello nos dará pie a analizar la evolución de
la delincuencia en España. Pues bien, los datos sobre la evolución de la
población reclusa en España en los últimos treinta años muestran una clara
tendencia al aumento, con dos periodos básicos de crecimiento, que abar-
can prácticamente dos décadas. En primer lugar, de los años 1985 a 1994;
y en segundo lugar del año 2000 al 2009. Desde un punto de vista estric-
tamente cuantitativo, por tanto, en España, parece claro que cada vez se
castiga más:
201
Anexo 2
80.000
70.000
60.000
50.000
40.000
30.000
20.000
10.000
0
Población reclusa (España)
198
0
198
2
1984
198
6
1988
199
0
1992
1994
1996
199
8
2000
2002
2004
2006
2008
2010
2012
Como puede observarse, la población reclusa española prácticamente se
ha multiplicado por cuatro en esta época, pasando de 17.261 presos en 1980
a los actuales (diciembre 2012) 68.597, y alcanzando su cota máxima en el
año 2009, donde se contabilizaron 76.079 internos en prisión.
Ciertamente, España ha experimentado también un importante creci-
miento demográf‌ico en estas décadas. Por ello, a la hora de estudiar la evo-
lución de la población carcelaria suele emplearse un índice propio que es la
tasa de reclusos por 100.000 habitantes (esto es, por cada 100.000 habitantes
cuántos de ellos están en prisión). Teniendo en cuenta dicho índice las cifras
indican igualmente un aumento exponencial de más del triple, pues se ha
producido un incremento del 221 por 100, desde una tasa de 46 reclusos por
100.000 habitantes en 1980 a una tasa de 149 en 2012. De hecho esta tasa se
ha reducido en los tres últimos años, pues llegó a ser de más de 160 en 2009,
colocando en ese año a España como el primer país en tasa de reclusos por
habitantes en la Europa occidental.
Estos datos parecen cuestionar de entrada la tan aludida benevolencia del
sistema penal, pues uno esperaría que si nuestro sistema penal fuera tan in-
ef‌iciente y benevolente que cada vez se usara menos la prisión, y sin embargo
sucede exactamente lo contrario. No obstante, no podemos apresurarnos a
emitir un juicio en este sentido antes de analizar a qué se debe exactamente el
aumento de presos en nuestro país, pues bien pudiera deberse a que simple-
mente hay más delincuencia. Efectivamente, la primera respuesta que suele ve-
nir aquí a la cabeza es la que relaciona el aumento de presos en España con un
paralelo incremento de la delincuencia. Esto es, en España habría aumentado
la gente en prisión simplemente porque se comenten más delitos que antes, y
al cometerse más delitos lo normal es que las prisiones se llenen cada vez más.
Pues bien, esta posible explicación parece que solo es correcta por lo
que se ref‌iere al primer periodo histórico referido de aumento de la prisión
(década de 1985 a 1994). Ello porque, efectivamente, nuestro país asistió en

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