Agradecimientos

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AGRADECIMIENTOS
Cada uno tiene una memoria, aunque a veces velada, de la propia vida
privada y familiar. Primero la del entorno cercano, quienes pusieron los
cuidados, inalcanzables con el tiempo, pero difusamente presentes. De ese
entorno nos llegan las primeras vivencias de intimidad, jadas con la per-
sistencia sutil y denitiva de los años pequeños, esos que señalan el rum-
bo, el cuerpo y la mirada. El inconsciente, selecto, graba esos años, que se
siguen forjando en círculo, mientras se sienten o se padecen, se apartan y
se repiten. Una calle embarrada, hormigueros, estampillas, el caramelo en
la cuchara, la exquisita caliente, las tardes largas. Tardes de casas abiertas
y noches con fantasmas y guardianes. La mirada en vela, las preguntas
mudas, los días a remolque de los sueños.
Una ternura que oigo todavía
cuando graniza el tiempo
en los cristales de mi intimidad.
(Visitas de obra, Joan M)
No hay testigos fehacientes de la intimidad, solo unos pocos actores.
Tal vez en parte por esta razón, el pensamiento político y jurídico no
haya dedicado sus mejores esfuerzos a la elaboración teórica sobre estos
aspectos de la denominada esfera privada de la vida de las personas.
En la historia de la losofía política, la vida privada y familiar ha sido
el reducto celoso de la autonomía, una especie cualicada de libertad,
idealizada y codiciada. El lugar donde construir o simplemente actuar
sin los límites de alguna autoridad foránea. Al tiempo que ha conferido
valor a este aspecto de la intimidad que transita las casas, las relaciones
más estrechas, la sexualidad, la familia, la infancia, el derecho se ha dete-
nido poco y desde hace muy poco, para atender al lado más vulnerable o
menos autónomo de la intimidad, el que necesita garantías, protecciones,
derechos.

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