La discriminación de la mujer en el mundo globalizado y en América Latina

AutorBernardo Kliksberg
Páginas109-139

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I El debate sobre la globalización

Las últimas décadas son el escenario de cambios fundamentales en las estructuras básicas de la historia, que a su vez están generando transformaciones de fondo en la vida cotidiana de la gran mayoría de los habitantes del planeta. Una dimensión esencial de cambio es la científico-tecnológica. Una serie de revoluciones simultaneas en múltiples ámbitos han modificado sustancialmente las posibilidades de producción de bienes y servicios, incrementándolas a límites casi no soñados. Los avances continuos en múltiples áreas tecnológicas han derrotado todas las hipótesis pesimistas sobre el potencial productivo del orbe, colocando al género humano en condiciones de llevar adelante proyectos que sólo existían en las novelas de ciencia ficción. Entre muchos otros: producir cultivos estacionales durante todo el año, generar biotécnicamente especies vegetales, tener acceso inmediato a información de todo orden a través de la Internet, comunicar en tiempo real a los lugares más distantes, interrelacionar el teléfono, el televisor y la computadora, realizar intervenciones quirúrgicas especializadas a través de robots.

Muchas de estas innovaciones, las producidas en campos como las comunicaciones, el transporte, las redes de información, han convertido al mundo en la denominada "aldea global", un espacio fuertemente interrelacionado.

Al mismo tiempo se observan procesos agudos de concentración económica, surgen grandes conglomerados empresariales que a través de fusiones sucesivas adquieren poder económico mayor al de muchos estados nacionales y tienen presencia en numerosos lugares del planeta, hay una fuerte concentración del capital financiero, un aumento importante del comercio mundial favorecido por reducciones de barreras y procesos de integración y la circulación amplia sin regulaciones mayores de los flujos de capital financiero.

El mundo globalizado que surge tiene como una característica central, que lo que sucede en cualquiera de sus puntos estratégicos, puede tener impactos inme-

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diatos y muy intensos en muchos otros lugares y afectar especialmente a los países en desarrollo por su alta vulnerabilidad.

Es un mundo interrelacionado en lo económico, lo financiero, las comunicaciones, los mensajes informáticos, los transportes y con difusión creciente de ciertos estilos de vida, desde sus puntos más fuertes hacia los otros.

Está lleno de oportunidades de aumentar la producción de alimentos, avanzar en medicina, poner en marcha sistemas educativos a distancia con acceso a los lugares más remotos y un sinnúmero de otras posibilidades de progreso.

Sin embargo, hay una paradoja. Se observan graves procesos de estancamiento o deterioro en las condiciones de vida básicas de buena parte de sus habitantes, más de la mitad se hallan por debajo de la línea de la pobreza, las desigualdades ascienden a límites casi desconocidos, hay muy graves problemas en el campo más elemental, la posibilidad de trabajar, y surge como una contradicción central el eje inclusión-exclusión; amplios sectores del género humano están totalmente excluidos de las oportunidades y los progresos.

Juan Somavia (2000), secretario general de la OIT, describe así la situación: "La globalización destruye las industrias tradicionales y crea en consecuencia un aumento del número de desempleados superior al que los sectores industriales de tecnologías avanzadas son capaces de absorber. El resultado es la marginación de los trabajadores del mundo industrializado y también del menos desarrollado, que no disponen de posibilidades para adaptarse a la nueva situación." El Infor- me de desarrollo humano del PNUD (1999) puntualiza: "Cuando el mercado va demasiado lejos en el control de los efectos sociales y políticos, las oportunida- des y las recompensas de la mundialización se difunden de manera desigual e ini- cua, concentrando el poder y la riqueza en un grupo selecto de personas, países y empresas, y dejando al margen a los demás." Frente a realidades de este orden, numerosas voces prominentes encabezadas por el papa Juan Pablo II, reclaman un código ético para la globalización. La ética debería marcar los fines e indicar qué medios son lícitos para el progreso y cuáles no, de lo contrario los resultados pueden ser muy inciertos. El Papa (2001) ha planteado: "la Humanidad comprometida en el proceso de mundialización debe concederse un código ético y a indicado que la Iglesia continuará trabajando con todas las personas de buena voluntad para que el vencedor en este proceso sea la Humanidad y no solamente una elite de privilegiados, que controla la ciencia, la tecnología, las comunicaciones y los recursos del planeta en perjuicio de la gran mayoría de las personas." Entre otros pronunciamientos en similar dirección, dice Guy Verhofstdadt (2001), primer ministro de Bélgica, anterior presidente de la Unión Europea: "la globalización puede ser utilizada para bien o para

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mal. Por consiguiente, lo que realmente necesitamos es un enfoque ético mundial tanto para el medio ambiente, las relaciones laborales como para la política monetaria." Subraya Mary Robinson (2002), Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU: "Tenemos que avanzar hacia una globalización más ética y encontrar un camino para tener una democracia cívica, en el nivel internacional." Rubens Ricupero (2000), secretario general de UNCTAD, señala: "Este fenómeno mundial puede operar en favor de toda la humanidad. Desafortunadamente, como está sucediendo [en la actualidad], puede servir para aumentar las diferencias económicas y sociales, beneficiar a unos pocos y crear nuevas fuentes de preocupación." Un prestigioso catedrático, Gerald Helleiner (2000), Profesor Emérito de la universidad de Toronto, resumiendo la situación pregunta: "¿La economía global puede ser civilizada?."

Este debate tiene enorme trascendencia hoy en una América Latina que ha realizado grandes avances en el vital campo de la democratización, pero experimenta serias dificultades económicas y una grave situación social.

Este trabajo tiene por finalidad poner a foco una de las dimensiones que este debate debería abordar necesariamente en el nivel universal y de la región, por su relevancia y enormes implicancias: los impactos de la globalización sobre la condición de la mujer. Para ello recorre varios momentos de razonamiento sucesivos. En primer lugar, traza una perspectiva general de algunos problemas humanos estratégicos que se están presentando en el mundo de la globalización. En segundo término, procura analizar desde ese marco de referencia la situación de la mujer. En tercer lugar, incursiona sobre algunos aspectos de la condición de la mujer en el contexto socioeconómico, de la América Latina actual. Finalmente, extrae algunas conclusiones sobre posibles respuestas a los problemas planteados. El objetivo del trabajo esta acotado a presentar sintéticamente algunos problemas vinculados con el género que deberían ser objeto obligado de la gran agenda de debate económico-social de América Latina y a llamar la atención sobre la necesidad de diseñar y poner en marcha políticas públicas renovadoras respecto a ellas.

II Algunos problemas clave en el mundo globalizado

Existe una amplia alarma en el nivel internacional sobre la presencia de persistentes tendencias económico-sociales que afectan de manera dramática las oportunidades reales de desarrollo de vastos sectores de la población mundial. Dan cuenta de ellas informes recientes de diversas fuentes, como, entre otros: State of the World

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(2002), del World Watch Institute; Macroeconomía y salud (2002), de la Organización Mundial de la Salud; Informe sobre desarrollo humano (2001), del PNUD; La calidad del crecimiento (2000), del Banco Mundial. Entre las tendencias que más alarma han despertado se hallan las que se presentan resumidamente a continuación.

A Las dimensiones y el aumento de la pobreza

Buena parte de los habitantes del planeta viven muy por debajo de la línea de la pobreza, aun estimada de un modo conservador. Mientras que en los países desarrollados es pobre aquel cuyos ingresos son menores a cifras del orden de los 1.000 dólares mensuales, hay en el mundo 1.300 millones de personas que ganan menos de 30 dólares por mes y 3.000 millones cuyos ingresos son menores a 60 dólares en igual período.

Carecen de lo más básico: el agua, elemento esencial para la vida. Mil trescientos millones de personas no tiene agua potable. Se estima que anualmente mueren 3.400.000 personas por infección directa del agua, alimentos contaminados en or- ganismos portadores de enfermedades, como los mosquitos que tienen su hábitat en aguas en mal estado. En su desesperación, los pobres compran agua y, según la comisión Mundial del Agua (1999), pagan por un producto de calidad dudosa has- ta doce veces lo que abonan las clases medias y altas que la reciben directamente de la canilla en su casa. También otros dos elementos clave para cualquier enfoque de salud preventiva y para la vida diaria son escasos en las zonas pobres. Tres mil millones de personas no tienen servicios de saneamiento y 2.000 millones carecen de electricidad. Por otra parte, la pobreza sigue significando en vastas áreas desnutrición. Se- gún las estimaciones de la FAO (1998), 828 millones de personas de los países en desarrollo tienen hambre crónica y otros 2.000...

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