'NO DESCARTO CRECER EN ESPAÑA PARA DEFENDER NUESTRA CUOTA DE MERCADO' 'PARA LOS BUENOS PROYECTOS DE CAJAS NUEVAS HABRÁ INVERSORES' 'ME PREOCUPA MUCHO QUE LAS CAJAS VENDAN PARTE DE SUS CARTERAS INDUSTRIALES' 'EN 4 AÑOS LAS CAJAS GANARÁN COMO EN 2007 Y LA ECONOMÍA VOLVERÁ A CRECER' 'HAY QUE PRESTIGIAR AL EMPRESARIO, PORQUE ES EL MOTOR DE LA ECONOMÍA' 'ESPAÑA NO TIENE TAN MAL CARTEL Y EL GOBIERNO SE HA PUESTO A HACER LOS DEBERES'
ISIDRO FAINÉ GANÓ SU PRIMER SUELDO como aprendiz en un taller de bicicletas y enseñó a leer y escribir a sus padres. Recordando tal momento de su vida, comenta que todo lo bueno que tiene lo debe a su familia y que los inevitables defectos son sólo cosa suya. De joven estudiaba por las noches para poder trabajar durante el día. Con el tiempo, y una firme determinación, logró sacarse el bachillerato y se las arregló para licenciarse y doctorarse en Ciencias Económicas. Más tarde pasó por el IESE de Barcelona y después por la Universidad de Harvard. Es un hombre extremadamente discreto. Su campo de batalla es, desde hace casi cinco décadas, el financiero. Comenzó en el Banco Atlántico y, desde hace casi 30 años, trabaja en La Caixa. Fue director general de la entidad durante ocho años y es presidente desde 2007.
Fainé es un trabajador nato, al que es fácil encontrar en el despacho muchos sábados y domingos por la tarde, o paseando por la Avenida Diagonal de Barcelona, parándose a comentar la situación actual con clientes que lo están pasando francamente mal. "En los tiempos difíciles, si no puedes ayudar a la gente todo lo que te gustaría, al menos hay que dar la cara, estar presente", reflexiona. Y añade: "Para liderar equipos hay que dar ejemplo, arrimar el hombro como el que más, conocer muy bien el negocio y estar al tanto de la gestión del día a día". Por eso, la cultura del power point le gusta cada vez menos. Cree que "predisponen a una presentación lineal cuando, en cambio, hay que explicar las cosas, escuchar y debatir, no sólo sentarse a ver unas proyecciones muy bonitas". Sus decisiones se inspiran en el contacto con las personas, en la experiencia que da vivir las dificultades a pie de calle.
Es un hombre inquieto. Un directivo informado hasta el extremo de las últimas tendencias y del dato macroeconómico más reciente. No sólo es el ideólogo de la reforma que cambiará el mapa de las cajas los próximos años -que será imitada en otros lugares-, sino también una persona con hondas preocupaciones públicas, filantrópicas, para el que la obra social que desempeñan las cajas de ahorros es su elemento idiosincrático más digno de orgullo, un elemento esencial que contribuye a la cohesión del país y ayuda a dar oportunidades a las personas con menos posibilidades.
Los buenos gestores son aquellos que sobresalen en los momentos más complejos. Fainé se ha ganado ese mérito. En La Caixa forma un tándem perfecto con el director general, Juan María Nin. Ambos se complementan y colaboran estrechamente. Ahora, la entidad afronta los últimos coletazos de la crisis con el colchón de la provisión genérica intacta, que asciende a más de 1.800 millones de euros; con una ratio de morosidad del 3,53%, muy por debajo de la media del sector y muy similar a la del cierre de 2009; y como una de las entidades más solventes entre la gran banca. La Caixa cerró el tercer trimestre con un core capital (capital más reservas sobre activos ponderados por riesgo) del 8,7%.
Su experiencia, su habilidad para moverse en el entorno político y su carisma le convirtieron en el hombre de consenso para reformar un sector compuesto de 45 cajas que necesitaba imperiosamente un nuevo marco legal. Se convirtió, casi sin quererlo, en el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), en sustitución de Juan Ramón Quintás. "Si todas y cada una de las entidades no hubieran estado de acuerdo no habría aceptado el desafío, por mucho que me lo pidieran las principales autoridades económicas y financieras del país", confiesa.
LA CUADRATURA DEL CÍRCULO. Isidro Fainé está empeñado en asegurar la supervivencia del sector de las cajas en un escenario mucho más exigente en materia de capital. Quiere hacerlo sin descuidar la obra social, que pervive en el nuevo modelo y que es el elemento más genuino de las cajas. El desafío era tejer un marco normativo completamente revolucionario, que asegurara la supervivencia de un modelo, genuinamente español, con 170 años de historia. ¿Cómo se ha logrado? Rompiendo la barrera que hasta ahora impedía a las cajas el acceso al capital, ya sea emitiendo cuotas participativas con derechos políticos (un instrumento inspirado en los equity certificates noruegos) o traspasando parte o todo su negocio financiero a un banco y sacándolo a bolsa.
El resultado final de las reformas efectuadas recoge las propuestas del sector, elaboradas por consenso y en tiempo récord. Con la nueva ley de cajas se consigue un sector más fuerte, competitivo y profesionalizado que responde a las mayores exigencias del mercado y convierte a las cajas en entidades más atractivas para el capital, preservando su naturaleza fundacional. Es decir, para que se puedan recapitalizar sin perder sus rasgos de identidad: la actividad financiera, especializada en canalizar el ahorro de las familias y las empresas; la obra social, que revierte a la sociedad un importante porcentaje de los beneficios obtenidos, y el impulso de la economía y la cohesión social del territorio en el que cada una de ellas opera.
DESPOLITIZACIÓN. Más allá del papel del Banco de España, quien, según Fainé, "ha actuado con rigor y prudencia para velar por el buen funcionamiento del sistema financiero español", captar capital se ha convertido desde hace un tiempo en una cuestión vital para las cajas españolas, pues la regulación en marcha de Basilea III elevará a partir de 2013 los requerimientos de solvencia, tanto en cantidad como en calidad. Una vez en los mercados, la politización de las cajas, uno de sus estigmas, se irá diluyendo de manera automática, como si se tratase de un proceso natural, en opinión de Fainé. De hecho, las propias entidades...
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