1. LA INNOVACIÓN BUSCA DÓNDE ECHAR RAÍCES

NO ES HABITUAL QUE EL DIARIO BRITÁNICO Financial Times dedique casi un tercio de su portada al cierre de un restaurante. Sin embargo, el pasado 27 de enero, la clausura de El Bulli de Ferran Adrià aparecía así destacada en primera página. Ser un referente en innovación y creatividad, aunque sea en un actividad tan aparentemente trivial como la gastronomía, abre muchas puertas. En un mundo globalizado, donde los países desarrollados ya difícilmente pueden competir en costes, las ideas marcan la diferencia. La innovación es la clave de la competitividad.

No es sólo una forma de hablar. Según un reciente estudio del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial, las empresas que invierten en Investigación y Desarrollo (I+D) incrementan un 16% su productividad y un 18% el valor de sus exportaciones.

Lo ideal para la economía española sería tener muchos Ferran Adrià y Steve Jobs, el fundador del grupo estadounidense de ocio digital Apple, pero la innovación sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. De acuerdo a los últimos datos de Eurostat, sólo el 18,7% de las empresas españolas son innovadoras de producto, muy por debajo de Suecia, Irlanda, Dinamarca o Bélgica, que superan el 30%, o Alemania, que alcanza el 43,3%.

Pero, aparentemente, algo está cambiando. Tras años de llamadas de atención, la necesidad de incentivar la I+D y de potenciar la capacitación tecnológica de las empresas se ha convertido ahora en una prioridad en la agenda política. Parece que la crisis económica ha despertado las prisas del Ejecutivo por asentar las bases de un supuesto cambio en el modelo productivo en el país, hasta ahora muy dependiente de sectores como la construcción, el textil, el calzado y el turismo, actividades que viven su particular travesía del desierto.

Mirando las frías cifras, la tarea por delante es ardua. España no alcanzará su objetivo de destinar a I+D el 2% del PIB en 2010, que ya era una revisión a la baja de la meta europea del 3%. Los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúan el gasto en I+D en España en el 1,35% del PIB en 2008 (ver gráfico de la página 5), un nivel bajo en comparación con la media de la Unión Europea, que está en el 1,85%.

TRADICIONALMENTE, EL PUNTO DÉBIL DE la inversión española ha sido la aportación de la empresa privada. Mientras que los niveles de financiación pública están en una línea similar a la de otros países europeos (entre un 0,6% y un 0,7% del PIB)), la financiación privada está muy por debajo. "La diferencia está en el sector empresarial. Si en España representa en torno al 0,7% de la financiación, en países como Alemania ésta puede estar cerca del 2%", afirma Ignacio Fernández de Lucio, director del Instituto de Gestión de la Innovación y del...

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