4. ASÍ ES UN DÍA TRABAJANDO EN...

UNA SOÑABA CON SER ENVIADA ESPECIAL en un conflicto de África central u Oriente Medio cuando estudiaba Periodismo. No ha podido ser. Sin embargo, este mes me ha tocado adentrarme en en territorios donde es difícil imaginarse al mismísimo maestro del reporterismo Ryszard Kapuscinski: la fábrica de Loewe,el centro de Tecnología de Repsol y la trastienda de Ikea.

El reto era descubrir cómo es un día de trabajo en estos centros, así que fuimos a comprobarlo. Como decía La del pirata cojo, "a colarse en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré".

Los preparativos no fueron fáciles. Las empresas no están acostumbradas a recibir un periodista y darle acceso entre bambalinas a la parte en la que el negocio se cocina. Conseguir los permisos fue el primer paso. En Loewe, por ejemplo, no era posible entrar con la cámara de fotos a la cuarta planta de la sede central de la calle Goya, porque es donde los diseñadores y creativos están ultimando la colección del año que viene, que es alto secreto. En Repsol, mirar no era un problema, pero mejor no tocar nada en el laboratorio donde investigan los compuestos químicos, por lo que pueda pasar.

En Ikea, conseguir el clásico polo amarillo para pasear por la tienda como un empleado más fue una petición que requirió más de una llamada porque nunca antes les habían solicitado algo parecido. La verdad es que luego no hubo ningún problema y, además del polo amarillo y el pantalón azul de rigor (que no me puse por temor a incompatibilidades con las tallas suecas; hay cosas que es mejor no comprobar...), tuve hasta taquilla personal en el vestuario.

Pero avatares del making off aparte, la verdad es que poder asomarse por un día a otras vidas posibles tiene un encanto especial. Sobre todo, tratándose de empresas que dedican especial atención a sus trabajadores y cuidan sus políticas de personal y que, pese a lo variado de su quehacer, tienen en común estar entre las más atractivas de sus respectivos sectores.

Al final, después de unos agitados días de esquizofrenia laboral, la pregunta es: ¿si tuviera que quedarme con una... cuál sería? ¿El lujo? ¿La ciencia? ¿La tienda de decoración? Pues depende, claro. Lo mejor sería levantarse cada mañana camino de las oficinas centrales de Loewe, en la céntrica calle Goya, con derecho a plaza de parking en la complicada Plaza de Colón, y en un edificio con el encanto de los clásicos pero reformado con la última tecnología. Además, me haría especial ilusión tener que poner la huella del pulgar en el sensor de la entrada para que se me abra la puerta, a lo Minority Report. Sin embargo, lo cierto es que preferiría trabajar en Ikea a la hora de comer, porque la cantina para empleados es realmente excepcional y el ambiente de trabajo resulta mucho más distendido. Y puestos a elegir, las facilidades para el teletrabajo y la flexibilidad horaria de Repsol son irrechazables.

En fin, como todo no se puede tener, lo mejor será escoger ésta de humilde reportera que, aunque sea por un día, permite disfrutar de todos esos lujos a la vez.

Son tres compañías que

cuidan a sus empleados

y, además, tienen un algo

especial

Una hora antes de que se abran las puertas de Ikea al público, todos los empleados están preparados, con su polo amarillo...

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