Visiones sobre la sexualidad de las personas mayores: Estudio sobre las percepciones de tres agentes de Villacañas (Toledo)

AutorJuana María Serrano/Roberto Moreno/Santiago Gutiérrez
Páginas149-162

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1. Introducción

El tema que nos ocupa, la sexualidad en la vejez, interconecta dos grandes fenómenos: la sexualidad y la vejez. En relación a la vejez encontramos que a lo largo del tiempo han aparecido enfoques teóricos que entendían la misma como una etapa de deterioro y déficits, mientras que otros consideraban la misma como una etapa de cambios que el sujeto debía integrar para abordarla adecuadamente en la que el crecimiento, el desarrollo y aprendizaje son posibles y deseables. Así aparecen lo que Limón (2007) denomina el modelo de déficit y el modelo de desarrollo de vejez, que conciben a la persona mayor de un modo bien diferente.

Actualmente se asume un enfoque positivo de vejez que se alinea con la filosofía del envejecimiento activo y que aun reconociendo los cambios propios de la edad destaca el potencial de adaptación, cambio, aprendizaje y crecimiento que las personas pueden conseguir hasta el final de su vida.

Por su parte, la sexualidad en la vejez ha sido abordada tradicionalmente desde una visión biologicista que la identificaba muy vinculada a la idea de déficit y en la que se describía la menopausia como desencadenante de la pérdida de estrógenos, atrofia de la vagina, disminución de su elasticidad, sequedad, etc., en el caso de la mujer; y a la pérdida de la capacidad de erección, disminución de la frecuencia del coito y del vigor, entre otros, en el caso del hombre (López y Olazábal, 2005). Sin duda esta perspectiva explicitaba el modelo de déficit de la vejez y a su

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vez mostraba una concepción de la sexualidad centrada en su dimensión biológica (genitalidad) y orientada al coito.

Aunque se reconocen los cambios normales en el proceso de envejecimiento y su influencia en la vida sexual de las personas mayores, se considera también que la concreción del envejecimiento en cada sujeto manifiesta una amplia variabilidad en función de la incidencia del paso del tiempo. Es decir, no envejecemos igual ni del mismo modo ya que en el proceso influyen variables biológicas, psicológicas, sociales, emocionales, contextuales y culturales. Por ello cada sujeto envejecerá de un modo diferente y desarrollará a su vez una vida sexual distinta en función de la propia historia individual, la posibilidad de acceso al establecimiento de vínculos y relaciones, la frecuencia en la actividad sexual desarrollada, las propias creencias sobre la misma, el estado de salud, etc.

En cualquier caso la sociedad ha interpretado la sexualidad en la vejez como inexistente o como algo extraño y no propio de la edad como así lo atestigua la existencia de mitos y estereotipos sobre este aspecto (Limón, 1997). Idea que confirma Echenique (2006) cuando en un estudio en el que realiza diez entrevistas en profundidad llega a la conclusión de que existen estereotipos en la sexualidad de los mayores y que estos son provocados por falta de información y escasa capacitación sobre sexualidad de los adultos.

Algunos estudios concluyen que la práctica sexual disminuye a partir de los 56 años argumentado el 57 % de la muestra estudiada que mantener una relación sexual a partir de los 65 años es poco o nada importante (Federación Española de Sociedades de Sexología, 2005).

Argumento que se contrapone con las aportaciones de Domínguez et al (2005) que en un estudio con 90 mayores concluyen que el 69 % veían la sexualidad como algo natural y el 66 % afirman que los mayores son activos sexualmente. O también con las aportaciones de Moioli (2005) que en un estudio que realizó en Sevilla a mayores institucionalizados concluyó que la sexualidad es buena para la salud de las personas mayores y dura toda la vida, pero que a medida que avanza la edad se ve disminuida la frecuencia de la práctica sexual.

Esta visión positiva de la sexualidad en la vejez se confirma en otros estudios como por ejemplo el de Perdomo, Oria, Segredo y Martín, (2013) que realizan un estudio descriptivo de corte transversal a 200 personas para ultimar que los mayores consideran que la sexualidad es beneficiosa y muestran interés por informarse sobre ella.

También, como mencionamos anteriormente, aparecen identificados los aspectos que influyen en la sexualidad de las personas mayores. Como en el estudio descriptivo que se hizo en el municipio de Camagüey a 92 mayores donde se mostró que un 19,6% de los participantes presentan una actividad sexual escasa debido al incremento de la edad, sexo, enfermedad, viudedad, deterioro de la relación matrimonial, falta de privacidad y disfunciones (Regueira, Cervera, Pérez y del Toro, 2002). Diokno, Brown & Herzog (1990), por su parte, comprobaron en su estudio una disminución de las relaciones sexuales con la edad, encontrando una diferencia a favor de los mayores casados con un 73,8% frente al 55,3% de los no casados.

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Interesante resulta también el estudio realizado a personas mayores de 60 años de la ciudad de Matanzas cuyos resultados demostraron que predomina el interés sexual en los hombres con respecto a las mujeres y que la sexualidad no está ligada con la edad, aunque algunos participantes la asocian a la juventud (Orihuela de la Cal, Gómezy Fumero, M, 2001).

En definitiva, aunque muchos estudios confirman una reducción en la actividad sexual de las personas mayores, así como la...

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