Memoria y violencias. Apuntes para la interpretación de la nación colombiana a comienzos del siglo XXI

AutorAlexander Betancourt Mendieta
Páginas107-120

Page 107

Un registro de partida

La violencia parece una condición permanente de la realidad colombiana. Su presencia circula como un tatuaje que forma parte del nombre del país y de sus ciudadanos. En el país, la violencia es vivida como un hecho más de la cotidianidad; fuera de él, es un símbolo de identidad que acompaña a la amplia oleada migratoria que decidió llenar los espacios que podían encontrar los migrantes en diversos lugares del planeta. Allí, la violencia es un argumento para justificar las más diversas solicitudes desde las explicaciones que solicitan las autoridades hasta las averiguaciones que hacen los nuevos vecinos; al mismo tiempo, la violencia se convierte en una excusa socorrida para querer romper las ataduras de las pertenencias y los afectos.

La persistencia de la violencia como un fenómeno endémico y las variadas formas que ha tomado dieron pie a una gran cantidad de esfuerzos para explicarla. La pre-

Page 108

ocupación por sus orígenes, su desarrollo y los posibles caminos que pueda llegar a tomar concentran el interés de diferentes disciplinas académicas que abarca desde las ciencias sociales y las humanidades hasta la práctica de la literatura y la pintura. La violencia, entonces, es un tema recurrente en las tradiciones culturales colombianas durante una buena parte del siglo XX hasta hoy. Explicarla parecía ser la clave para exorcizarla. Sin embargo, más que una toma de distancia, la prolijidad del tema en la producción cultural y las vivencias de la cotidianidad durante la segunda mitad del siglo XX colombiano tuvieron un efecto contrario; la violencia se convirtió en el marco colectivo de los recuerdos individuales, de tal forma que adquirió un papel central de las redes simbólicas de pertenencia, tanto de la unidad nacional como de los individuos que la componen.

La memoria colectiva es el resultado de un conjunto de huellas dejadas por los acontecimientos que han afectado a los diversos grupos implicados; de tal suerte que la memoria tiene un alcance social y también posee una dimensión instrumental, que es menos visible pero que puede tener particularmente amplios alcances en la representación que se hace de sí misma una colectividad nacional; en especial, si esa memoria se ha construido a partir de textos -escritos, orales, visuales- con base en los cuales se modificaron y estructuraron los recuerdos y los relatos de la historia de la sociedad.1Por eso, la aproximación somera a la evolución de algunas lecturas académicas sobre la violencia en Colombia se hace desde la necesidad de relacionar esta producción como una parte constitutiva de la actual memoria nacional colombiana. En este marco, el trabajo tiene como objetivo exponer la evolución de las explicaciones sobre los fenómenos de violencia en Colombia a partir de los años del Frente Nacional, para adentrarse en el papel que en esa construcción tuvieron los profesionales de las ciencias sociales y las humanidades, así como algunas instituciones que impulsaron estos trabajos para plantear, finalmente, las modificaciones que esos trabajos tuvieron en el plano de las representaciones de la nacionalidad que estaban vigentes hasta el posicionamiento de esta producción para enunciar, finalmente, la propuesta de que la violencia se ha convertido en memoria nacional en la medida en que los trabajos académicos sobre la violencia construyeron un relato que se convirtió, paulatinamente, en el marco para definir los rasgos actuales de la identidad de la nación colombiana.

Una perspectiva a principios de un nuevo siglo

El siglo XX en Colombia terminó con un país en quiebra. La desmembración de los lazos de solidaridad y el agotamiento de la sujeción a un Estado de derecho alcanzaron niveles preocupantes gracias a una severa crisis en todos los órdenes de la sociedad colombiana a las puertas del siglo XXI. Un Estado casi en colapso, una sociedad atravesada por todo tipo de violencias, miles de personas desplazadas de sus lugares de origen en el interior y otros tantos miles en busca de nuevos horizontes en otras partes del mundo; y como corolario de la situación, los grupos dirigentes enfrascados en las lógicas de los escándalos más diversos, ventilados a diario por todos los medios de información posibles, que los tornaron ilegítimos, ineficaces, cooptados por toda clase de intereses y sin proyecto hacia el futuro. Esta situación enmarcada en la principal crisis económica del siglo XX, quebró diversas formas de comprender el pasado nacional y

Page 109

afectó de manera inmediata a las dinámicas relacionadas con las medidas para afrontar los diversos ámbitos y actores que se definían como los causantes de los fenómenos de violencia visibles en la geografía colombiana. En particular, esta crisis generalizada modificó los objetivos de las políticas que estaban encaminadas básicamente a las negociaciones para lograr la reinserción social, política y económica de las personas involucradas con las organizaciones guerrilleras y, también afectó a las acciones que se plantearon alrededor de los ajustes relacionados con las medidas judiciales para los delincuentes dedicados al narcotráfico.

La ruptura que trajo consigo la crisis del fin del siglo, deslegitimó completamente el consenso de sentido sobre algunos aspectos del devenir histórico colombiano desde mediados del siglo XX. Desde los años cincuenta, el Estado nacional colombiano se preció de mantener una economía sólida, un crecimiento constante, un orden democrático, aparentemente, bien institucionalizado a través de una retórica surgida del Frente Nacional (1958-1974) que hacía énfasis en la moderación y el civilismo. Para justificar esta interpretación, el gobierno colombiano consagró todos sus esfuerzos en fortalecer las garantías sobre las libertades económicas, aumentar las tasas de crecimiento económico, reducir los porcentajes demográficos y el desempleo, y ejercer un rígido control sobre las manifestaciones políticas, especialmente de todos los intentos de diferenciación del pacto político dominante.

La elaboración de las políticas estatales descritas tiene como base los procesos que eclosionaron con fuerza a partir de 1948. En aquel año, el panorama político y social del país vivió un giro de enormes consecuencias que tuvo como primera manifestación lo que la literatura producida por los profesionales de las ciencias sociales colombianas denominó el período de la Violencia. Esta caracterización de los procesos desarrollados a partir de 1948 se debe a un trabajo académico. La Junta Militar de Gobierno (1957-1958) que dirigió el país en el interregno entre el gobierno de Rojas Pinilla y la creación del Frente Nacional, conformó una Comisión Nacional Investiga-dora de las Causas Actuales de la Violencia (1957) para que ofreciera una explicación científica sobre la situación social y política que vivía el país, al comienzo de la etapa que implicaba la formulación de los acuerdos políticos que forjarían el Frente Nacional. Las explicaciones y las conclusiones de la Comisión se plasmaron en la publicación de los estudios elaborados por Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia. Estudio de un proceso social (1962-1964). Éste fue uno de los primeros intentos por describir y comprender sistemáticamente un fenómeno contemporáneo desde una disciplina de conocimiento, como la sociología, y bajo los auspicios de una institución universitaria colombiana, la Universidad Nacional de Colombia, a raíz del encargo del gobierno nacional. El tema se convirtió, desde entonces, en un objeto de estudio central dentro de la recién creada facultad de Sociología de la Universidad Nacional y un tema importante para las otras ciencias sociales colombianas que se posicionaban en el marco institucional en aquel momento.2La Comisión de 1957 concentró sus esfuerzos en la descripción de toda clase de sucesos atroces en el centro del país y propuso como base de sus conclusiones que esos

Page 110

hechos se debían fundamentalmente a enfrentamientos políticos. No obstante, también puso en juego otra serie de elementos que se relacionaban con estos fenómenos como el peso cultural y regional que afectaba a los actores referidos, ya que las personas que participaron en los acontecimientos detallados apelaban a simbologías y recursos propios de las sociedades campesinas, como por ejemplo el uso de «las boletas» como sistemas de comunicación; este sistema basaba su estrategia en mensajes escritos en hojas de mata de fique. También queda plasmado este rasgo en el empleo despiadado de herramientas empleadas masivamente en las faenas del campo transformadas por los conflictos en armas elementales como el machete, que tuvo la más variada aplicación sobre miles de víctimas durante este período de confrontación.3El informe consideraba que la causa central de todos los sucesos atroces que centraron su atención fue el factor político, el cual determinaba como un fenómeno originado en el enfrentamiento de organizaciones bélicas formadas, patrocinadas y controladas por los dos partidos hegemónicos, y cuyas acciones tuvieron desastrosas consecuencias para miles de colombianos en los años cincuenta.4Los trabajos que conformaron La violencia en Colombia establecieron los nudos temáticos de referencia sobre los que habrían de transitar los estudios posteriores sobre el mismo fenómeno, especialmente en la legitimación de la explicación del origen de la Violencia como resultado de los factores político-partidistas. Desde aquel momento, además, se formularon...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR