La violencia de género desde el punto de vista de la psicología

AutorYolanda Mateo Corral y María José Bueno Casas
Páginas55-68

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Magnitud y alcance psicológico de la violencia de género

Conocemos un primer momento histórico de acercamiento a la violencia sufrida por las mujeres y sus consecuencias psicológicas a finales del siglo XIX. Charcot, Freud, Janet y otras figuras influyentes de la época se interesaron por conocer las historias de las mujeres que subyacían a una multitud de síntomas que denominaron trauma psicológico. Sin embargo, la mayoría de estos estudios fueron abandonados e incluso rechazados por sus autores, quedando relegados al olvido. No fue hasta los años 70, en el contexto del movimiento de liberación femenino, cuando se vuelve a recuperar el interés por este tema. Las investigadoras feministas estadounidenses combinaron la investigación epidemiológica sobre el problema, con la reivindicación, visibilización y el tratamiento para la recuperación de las secuelas. En un primer momento los estudios se centraron en la agresión sexual, “los ataques sexuales contra las mujeres y los niños se demostraron como algo endémico a nuestra cultura” (Herman, 1992). Fueron creados centros de atención a mujeres violadas fuera del sistema de atención a la

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salud mental tradicional y pronto la investigación abarcó violencias sobre las mujeres más complejas, como la violencia en las relaciones de intimidad y los abusos sexuales en menores. Como refiere la citada autora: “El movimiento feminista no solo elevó la conciencia pública sobre la violación, sino que también inició una nueva respuesta social hacia las víctimas (…) las investigaciones psicológicas sobre la violencia doméstica y los abusos sexuales a niños llevaron a un redescubrimiento del síndrome de trauma psicológico”.

La consecuencia de estas reivindicaciones ha sido que en la actualidad la violencia de género sea reconocida como una vulneración de los derechos humanos y un importante problema de salud pública. La Organización Mundial de la Salud concluye que las mujeres que sufren esta situación tienen una probabilidad dos veces superior de presentar problemas de salud (OMS, 2005). Según el Informe “Estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer: prevalencia y efectos de la violencia conyugal y de la violencia sexual no conyugal en la salud”, publicado por la OMS en 2013, este problema afecta a un tercio de todas las mujeres a nivel mundial.

Este informe pone de relieve que la violencia de género es un fenómeno omnipresente en todo el mundo, un problema de salud pública mundial de proporciones epidémicas que requiere la adopción de medidas urgentes. Concluye que cerca del 35% de todas las mujeres experimentarán hechos de violencia, ya sea en la pareja o fuera de ella, en algún momento de sus vidas.

El estudio de la OMS citado anteriormente revela que la violencia de pareja es el tipo más común de violencia contra la mujer, ya que afecta al 30% de las mujeres en todo el mundo. Se calcula que el 31% de mujeres mayores de 15 años de la UE han experimentado alguna vez en sus vidas violencia física por parte de su pareja y el 11% violencia sexual (Agencia Europea de los Derechos Fundamentales (FRA), 2014). Si atendemos a la violencia psicológica el 35% ha sufrido comportamientos

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de control. En España, el 12,5% de las mayores de 16 años han sufrido violencia física y/o violencia sexual de sus parejas o exparejas y más del 20% violencia psicológica de control y/o emocional (Delegación de Gobierno para la Violencia de Género, 2015). En la misma línea encontramos el estudio de la FRA en 2014, en el que el 12% de las españolas declararon haber sufrido violencia física por su pareja alguna vez en su vida, el 33% violencia psicológica y 4% violencia sexual. Las consecuencias de la violencia para la salud de las mujeres pueden llegar a ser muy graves, llegando incluso a causar la muerte. A nivel mundial el 38% de los homicidios femeninos se deben a la violencia por parte de la pareja (OMS, 2013). Igualmente esta violencia produce un grave deterioro en la salud psicológica de las mujeres que pueden llegar a terminar en el suicido.

La violencia física supone con frecuencia lesiones para la mujer que lo padece: fracturas, hematomas, desgarros, pudiendo incluso producirse alguna discapacidad (sordera, pérdida de visión, etc.). De la misma manera, tanto la violencia física como la psicológica pueden provocar problemas de salud que, sin ser especialmente graves, suponen un importante deterioro de la calidad de vida de las mujeres que los sufren, tales como problemas gastrointestinales, cefaleas, dolores musculoesqueléticos, etc. La violencia también está en la base de algunos problemas de salud tan importantes como son la fibromialgia o el colon irritable.

Las repercusiones en la salud sexual y reproductiva de la violencia contra las mujeres también son destacables. La imposibilidad para decidir sobre métodos anticonceptivos y de protección puede tener como consecuencia embarazos no deseados y el contagio de enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH/Sida. Es frecuente encontrar a mujeres que sufren recurrentes ETSs al ser conducidas a mantener relaciones sexuales sin preservativo, quedando expuestas a múltiples contagios. Es amplio el porcentaje de mujeres que afirman haber

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sufrido coacciones en este sentido. En un estudio realizado por la Federación de Mujeres Progresistas en 2010 la mitad de las mujeres informaron haber sido obligadas a tener relaciones coitales sin protección, siendo cerca del 70% las que fueron coaccionadas a...

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