Violencia de género y comunicación social de los medios

AutorMiguel Lorente Acosta
Páginas241-249

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1. El ojo que mira, la mente que interpreta

La realidad, o al menos lo que llamamos realidad, aparece revestida con una aparente objetividad que no siempre se continua detrás de su manifestación, especialmente cuando el acceso a los elementos que la configuran es limitado y cuando esta limitación no depende tanto de una visión parcial como de un conocimiento insuficiente entonces, puede ocurrir que el componente subjetivo de lo teóricamente objetivo adquiera unas proporciones demasiado grandes como para otorgarle el elemento de certeza que los hechos exigen.

Y cuando lo que se observa es sólo una parte de la realidad, cuando esa parte de la realidad observada es mínima, cuando el interés de la información se centra en ciertos aspectos de la ínfima parte de lo que se percibe, nos encontramos con que el conocimiento que se obtiene de los hechos, de las circunstancias y de los elementos que la configuran es un conocimiento parcial y limitado. Pero, además, si la razón que hace que la visión de una realidad (en este caso referida a la violencia de género) venga determinada por una serie de condicionamientos sociales que dan y restan importancia y trascendencia a los sucesos que ocurren a diario es la idea que sobre ellos existe en la sociedad, será precisamente esa estructura cultural la que actúe como mecanismo que de una forma u otra contribuya a reproducir y perpetuar una imagen irreal (por mínima y falaz) y sesgada (por parcial e interesada) de la violencia contra la mujer.

Los medios de comunicación juegan un papel clave para contribuir al conocimiento de la realidad de la agresión a la mujer, y para ello es necesario quitar antes toda la serie de mitos y creencias que a modo de mantos ocultan el núcleo de este tipo de violencia. «Sólo se ve lo que se mira y sólo se mira lo que se tiene en la mente», en esa frase pronunciada por al-

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phonse Bertillon en el siglo XIX para referirse a la investigación criminal, se guarda la clave para entender cómo la posición desde la que se parte va a condicionar la selección de los estímulos que llegan al cerebro, cómo esos estímulos se transforman en datos y, luego, cómo esos datos son relacionados e interpretados para darle un significado y alcanzar un conocimiento concreto sobre los hechos observados. Se trata de un ejemplo más del eterno dilema entre la capacidad sensorial y la percepción que pudo ser demostrado por la psicología de mediados del siglo XX, y si esto es así cuando el factor determinante es el conocimiento técnico sobre una cuestión, tanto más lo será en todos aquellos temas en los que el condicionante no parte de una formación o de una información adquirida con anterioridad, sino de la propia estructura que ha llevado la socialización de la persona hacia una determinada posición en armonía con todo una serie de valores, principios y normas en sintonía con dicha posición desde la que se interpretan e integran las manifestaciones del entorno.

2. La violencia y las mujeres en los medios de comunicación

Todo puede ser objeto de noticia en un momento determinado, aunque luego no todo es tratado como información. Los medios de comunicación desempeñan una función fundamental en el conocimiento de la realidad que nos envuelve, su posicionamiento y la forma de tratar los distintos sucesos, los hechos que ocurren para transformarlos en noticia y continuarlos hasta información, determinarán en gran medida la imagen y la conciencia colectiva sobre esa realidad.

Esta situación, en principio positiva, también puede jugar en contra de la noticia y, sobre todo, de la información, puesto que los «a priori» y condicionantes que existen a la hora de interpretar y valorar lo ocurrido van a impregnar el producto resultante, de forma más o menos visible o apreciable, pero nunca dejando lugar a la neutralidad. Una cosa es la imparcialidad que surge con la noticia e implica no posicionarse a favor o en contra de una de las partes o elementos de los hechos, y otra es la neutralidad, que es una posición pasiva, estática y anterior a la noticia. Cuando la propia posición del observador ya está afectada en un sentido o en otro, la neutralidad conlleva cierta parcialidad, esto es lo que ocurre en una sociedad en la que la cultura ha integrado la violencia contra las mujeres sobre la justificación, no tanto sobre la negación, posición que dificulta la imparcialidad ante los hechos al no existir neutralidad en las referencias sobre las que se interpretan los hechos.

Esta situación no resulta gratuita a la hora de abordar el tema desde el punto de vista informativo. Tradicionalmente se ha cuestionado la capacidad de los medios de comunicación para crear opinión, destacando tres posiciones en este sentido: los que afirman sin ningún género de

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dudas que la capacidad de los medios y el formato de la información es tal que de una manera u otra sucumbimos a sus efectos hasta en lo que es la opinión, los que creen que no es así, que las personas no se dejan influir por las opiniones de los otros o que ante una diversidad de...

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