VICO, Giambattista. Obras. El Derecho Universal Presentación de Emilio Hidalgo-Serna y José M. Sevilla; ed. de Francisco J. Navarro Gómez Rubí (Barcelona), Anthropos Editorial - UAMIztapalapa, 2009

AutorRafael Ramis Barceló
Páginas192-194

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Giambattista Vico es un personaje de difícil clasificación, como tantos otros pensadores, científicos y juristas que vivieron a caballo entre el siglo XVII y el XVIII. El autor napolitano, tal vez por la mezcla entre lo antiguo y novedoso que se da en sus obras y por la dificultad de aprehensión de las mismas, ha quedado ensombrecido por otros pensadores coetáneos que se dejan encuadrar más en un movimiento o en una tendencia.

Vico se resistió a ello, y sigue siendo un autor tan apasionante como montaraz, incapaz de ser reducido a un estereotipo. No fue ni un ilustrado ni mucho menos un conservador, aunque se le hayan adjudicado ambos estereotipos. Fue profesor de retórica -bastión de la educación humanística clásica- en la época en la que esta disciplina estaba en franca decadencia, y que pronto sería sustituida por la pujante estética. Y sin embargo, su visión sobre las humanidades es, quizás, una de las más lúcidas que se han escrito desde entonces.

Son muchas las facetas que cultivó este profesor italiano quien, al igual que Descartes, estudió derecho. Mientras Vico siguió cultivando la reflexión jurídica durante toda su vida, aspirando vanamente a la cátedra de Jurisprudencia -mejor remunerada que la de Retórica-, Descartes abandonó la inseguridad jurídica, para pasar a la certeza matemática. Buena parte de la obra de Vico puede entenderse como una impugnación del racionalismo cartesiano, de

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carácter físico-matemático, y como una defensa apologética de los estudios sobre el hombre.

Los estudios viquianos cada vez son más exhaustivos, pero siguen en desacuerdo en lo fundamental. Son muchos los que buscan en Vico una tradición materialista y atea, en amplia consonancia con Hobbes, y que preludiaría, en algunos puntos, a Hegel. Otros autores, también numerosos, respaldan la tesis de un Vico plenamente católico, que matiza a San Agustín y a Bossuet. El papel de la «divina providencia», que influye en el ser humano sólo a través de su naturaleza misma, resulta problemático en extremo. Por una parte, sólo Dios conoce el mundo, y el límite epistemológico del ser humano está en lo que él realmente hace. Por otra, Dios influye providentemente en la historia a través de la naturaleza del ser humano, pero no puede modificar la naturaleza física, una vez creada.

Vico concluye que el ser humano sólo puede conocer lo que hace, de modo que la «ciencia» debe ser una cuestión «humanística» o «humanológica», tal y como la...

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