El valor de las instituciones. Nuevos paradigmas de limitación y control del poder: la buena gobernanza
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CAPÍTULO VI
EL VALOR DE LAS INSTITUCIONES. NUEVOS
PARADIGMAS DE LIMITACIÓN Y CONTROL
DEL PODER: LA BUENA GOBERNANZA
1. INTRODUCCIÓN
Cabe afrontar ahora cuáles son los nuevos retos o nuevos paradig-
mas de control del poder en los sistemas político-constitucionales. Y
para tratar esta cuestión cabe preguntarse qué función cumplen en es-
tos momentos las instituciones. Es, por tanto, necesario subrayar la im-
portancia que ha ido adquiriendo el Estado y sus propias instituciones
como medio de cohesión social y de legitimidad ciudadana, así como
de cauce favorecedor del crecimiento económico. Desde esa óptica se
observará cómo aquellos países que tienen sistemas institucionales
débiles o incluso rotos, tienen mayores dicultades reales para sortear
ciclos económicos adversos. Aunque esta visión no es unánimemente
compartida, pues hay enfoques que optan por dar prioridad a otras di-
mensiones, como es la forma de hacer política 1.
En todo caso, no deja de ser paradójico que, tal como se ha visto, las
últimas décadas del siglo vieron orecer el neoliberalismo y la puesta
en cuestión del Estado como proveedor de servicios. El cuestionamien-
to del tamaño del Estado y su propio desprestigio vino de la mano de
teóricos de la economía, tales como Hayek y su discípulo Milton Fried-
man, que creó la «Escuela de Chicago». Su concreción más palpable,
según se ha visto, fue la Nueva Gestión Pública, que halló en el mercado
la solución a muchos de los males que aquejaban a un sector público
aquejado de un burocratismo parasitario y de ineciencia.
1 Véase, al respecto, V. L, El retorno de los chamanes. Los charlatanes que amenazan
el bien común y los profesionales que pueden salvarnos, Barcelona, Península, 2015. La tesis de
este autor, simplicada en exceso, sería que no son tanto las instituciones como la visión de
la política que se practique en cada caso (la cosmovisión de los chamanes frente a la micro-
política eciente de los exploradores) lo que diferencia unos y otros países en su desarrollo y
crecimiento económico sostenido.
226 Rafael Jiménez Asensio
Sin embargo, a pesar de la globalización y de la aparente impotencia
de la fórmula estatal para resolver determinados problemas en un en-
torno cada vez más creciente de complejidad, el Estado emerge de nue-
vo como actor institucional de primera importancia, aunque esta vez
acompañado por la sociedad civil y las redes interorganizativas que se
transforman en «co-partícipes» del poder. Emerge, por tanto, con fuerza
la idea de la Gobernanza.
Lo público «revive», pues la calidad institucional, el pensamiento
institucional, el cuidado y mimo de las instituciones al n y a la pos-
tre, así como la buena política (la que dirime y resuelve los problemas
cotidianos con criterio y solvencia) son los presupuestos básicos para
articular una política de Buena Gobernanza o, como también se ha ex-
puesto, con el objetivo de hacer efectivo un «mejor gobierno». Pero no
solo eso: también comienza a aparecer en escena la reivindicación del
«Estado emprendedor», que suple los fallos del mercado en innovación
y emprendimiento 2.
Puede tal vez resultar un tanto excesivo el término, pero para al-
gunos autores los Estados occidentales (a n de cuentas los Estados
constitucionales más asentados en el planeta) se juegan su futuro en lo
que ha sido denominado por John Micklethwait y Adrian Wooldridge
como «la cuarta revolución» 3. En efecto, para estos autores la clave de
distinción futura entre unos y otros países radicará en que sean capaces
de dotarse o no de un marco estable de «buena gobernanza». Sus pala-
bras son muy diáfanas al respecto: «Los países que puedan dotarse de
“buena gobernanza” tendrán muchas más posibilidades de proporcio-
nar a sus ciudadanos niveles de vida decentes. Aquellos que no puedan
hacerlo, estarán condenados a la decadencia y disfunción». Hay una
revolución en marcha —concluyen estos mismos autores—, de la cual
uno de sus presupuestos básicos es «hacer las cosas mejor»: «Esta cuarta
revolución en las formas de gobierno cambiará el mundo» 4.
En cualquier caso, para esos periodistas del inuyente semanario
The Economist esa «cuarta revolución» descansa en buena medida sobre
el recetario clásico neoliberal, aunque con algunos elementos adiciona-
les que son dignos de resaltar, entre los que destaca a nuestros efectos
la necesidad de «limitar al gobierno» como presupuesto de restauración
de todo el potencial de la democracia. Como bien señalan, «el secreto
del buen gobierno está en el control de las pasiones humanas, no en
desatarlas» 5. Es cierto que la política necesita una profunda renovación,
también lo es posiblemente que los Estados occidentales están sobrecar-
gados de demandas, pero mientras eso sucede —la renovación de esa
2 Un excelente libro de M. M (El Estado emprendedor. Mitos del sector público
frente al privado, Barcelona, RBA, 2014) aboga precisamente por esa tesis.
3 Véase su reciente libro La cuarta revolución. La carrera global para reinventar el Estado,
Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2015.
4 Ibid., p.13.
5 Ibid., pp.230-231.
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