Los usos de la oportunidad en criminología

AutorAlfonso Serrano Maíllo
Páginas41-68
1. Introducción

La idea de oportunidad puede tener, como es sabido y hemos adelantado, diversos usos en nuestras disciplinas. En primer lugar, aunque sin ánimo de exhaustividad, puede entenderse que, a veces, alguien sólo puede convertirse en delincuente o llevar adelante una carrera criminal si cuenta con la oportunidad para ello; puede hacerse referencia, en segundo lugar, a una potencial relación entre oportunidades lícitas y delito; asimismo, puede querer señalarse una situación macro que generaliza las ocasiones para delinquir con impunidad, esto es una situación (macro) en la que florecen las oportunidades para el delito, como puede ser el caso a nivel nacional, transnacional, etc. -y ello puede extenderse a ámbitos más contextuales, locales...-; finalmente, también se puede entender, simple y llanamente, una oportunidad concreta para que se produzca un delito en el sentido de que se trata de un requisito para que tenga lugar un episodio delictivo o de victimación determinado, o dicho con otras palabras un evento criminal. Es importante insistir en que no se hace aquí ninguna asunción de exhaustividad en esta enumeración; ni tampoco se rechaza que puedan producirse solapamientos entre estas categorías; ni mucho menos que otras tipologías no sean tanto o más útiles -por ejemplo la que se limita, pero engloba probablemente todas las anteriores, a oportunidades lícitas e ilícitas1. Page 42

2. Carrera criminal y acceso a oportunidades ilícitas

En primer lugar, como se acaba de decir, por oportunidad puede entenderse que alguien sólo puede convertirse en delincuente, al menos para algunas modalidades criminales, si cuenta con la oportunidad para ello. Sin la oportunidad para convertirse en delincuente o seguir una carrera criminal, uno no podría lograrlo, al menos para ciertos supuestos. Este sentido, pues, se refiere fundamentalmente a individuos que desean delinquir o llevar a cabo una carrera criminal o al menos incurrir en algún tipo concreto de conducta -aunque ello no excluye que puedan incurrir en otros actos criminales discretos.

2.1. El caso de los mentores

Uno de los primeros ejemplos bien conocidos e influyentes fue propuesto por Sutherland, y de hecho el mismo tuvo una importante relevancia en el trabajo posterior de éste, en concreto en la construcción de la teoría de la asociación diferencial. En su investigación sobre el ladrón profesional -una historia de vida comentada, bastante en la línea de la Escuela de Chicago-, Sutherland encontró que no era suficiente con querer serlo, sino que era preciso tener la oportunidad de convertirse en uno de ellos2. En este caso, la oportunidad tiene que ver sobre todo con el acceso al tutelaje a cargo de alguien que ya es un ladrón profesional. Sin dicha oportunidad, no es posible para este autor clásico llegar a ser un ladrón profesional. En las propias palabras del protagonista de la obra, Page 43 «Cualquiera que tenga éxito en el delito [hits the big-time in crime] en un lugar u otro por el camino, estuvo asociado con algún delincuente exitoso que le tomó y le educó»3. Y en las de Sutherland en sus comentarios, «el tutelaje por ladrones profesionales y el reconocimiento como ladrón profesional son elementos esenciales en la definición, génesis y comportamiento continuado del ladrón profesional»; «Una persona no puede adquirir reconocimiento como ladrón profesional hasta que haya tenido tutelaje en el hurto profesional, y el tutelaje sólo se da a unas pocas personas seleccionadas de entre el total de la población»4. En principio, ciertas carreras delictivas parecen más propicias a la idea de que se precisa de un mentor5, tales Page 44 como las de carterista profesional, falsificador de moneda, preparador de explosivos, etc. En muchos otros supuestos, esta idea parece intuitivamente menos plausible: violencia de género, conducción bajo los efectos del alcohol o las drogas, atraco a mano armada, etc.

Steffensmeier y Ulmer, en referencia ahora al robo en vivienda habitada, señalan que existen cinco condiciones para una carrera criminal exitosa. Entre las mismas figura en primer lugar la que sigue: «el ladrón de viviendas profesional futuro debe aprender las muchas habilidades que se necesitan para llevar a cabo robos en vivienda lucrativos. Puesto que este conocimiento es al menos algo esotérico y por lo general restringido a otro ladrones de viviendas experimentados, el potencial (would-be) ladrón de viviendas debe aprender el oficio (craft) al lado de un ladrón de viviendas experimentado»6. En realidad, esta propuesta se enmarca en la tesis más general de Steffensmeier de las oportunidades ilícitas. A tenor de la misma, existen en las sociedades diferencias a nivel individual y de grupo respecto al acceso al Page 45 conocimiento necesario o útil para la comisión de hechos delictivos. Este conocimiento puede ser de distinta naturaleza. Estas diferencias también afectan al acceso a ulteriores cuestiones tales como el instrumental o los contactos con personas o redes que pueden, de nuevo, permitir o favorecer el delito7. Aquí parecen solaparse las ideas de mentores y de oportunidad diferencial.

El propio Steffensmeier, sin embargo, es algo más cauto en estas apreciaciones cuando se refiere a los receptadores. Aquí el acceso a un mentor no aparece como un requisito tan importante en cuanto que esta actividad ilícita puede aprenderse de diversas personas como cuando se pasa una temporada en prisión o incluso se puede ir aprendiendo por cuenta propia en un proceso de ensayo y error8. En otro trabajo clásico sobre los receptadores, Klockars dibuja más bien un proceso continuo de aprendizaje a partir de distintas fuentes, si bien en el caso específico del protagonista de su historia de vida sí aparece una figura importante en la iniciación al mundo del delito, concretamente un tío carnal9.

No lejana es la postura de Lofland en su trabajo sobre ciertas sectas que creen en un fin del mundo próximo. Quien tiene problemas personales graves puede querer buscar una solución, y puede incluso estar dispuesto a seguir una opción desviada, pero sólo cuando entra en contacto, en el estudio de nuestro autor, con individuos que forman parte de aquellas sectas y se produce una iniciación y, como consecuencia, se generan unos vínculos con los mismos, la persona con problemas puede optar por pasar a formar parte del grupo desviado10. Esta investigación de Lofland, en la tradición del interaccionismo simbólico, es, en realidad, de una gran profundidad. Page 46 La exposición a estas personas, entonces, puede dar lugar a una entrada e identificación con su sistema de creencias, hasta incluso cederles todos los medios y bienes de que dispone11; a la vez, diferencias individuales son importantes, como es el caso por ejemplo de tener o no una perspectiva religiosa12. La obra de Lofland es apasionante, aunque en las últimas décadas haya decaído la influencia en general del interaccionismo simbólico, sobre todo en su versión más clásica, en las ciencias humanas y sociales y en Criminología en concreto. Sin duda, merecería una atención mucho más detallada por mi parte. En realidad, en este y otros lugares el autor recoge elementos precursores de las más tardías teorías de la oportunidad y de las actividades rutinarias en concreto que aquí revisamos13.

En un reciente estudio, Morselli y sus asociados han analizado empíricamente la relevancia que un mentor tiene para un delincuente y su carrera criminal. A tal fin recurrieron a datos de entrevistas cara a cara siguiendo el formato de un cuestionario a 193 internos en prisiones canadienses. Las preguntas incluían la siguiente: «Entre la gente que te ha influido a lo largo de tu vida, ¿hay una persona que te introdujera en el ambiente criminal y que consideres como tu mentor?». Ni que decir tiene que, además, se recogieron datos sobre otras muy diversas variables14. Centrándose en quienes habían cometido delitos que buscaban generar beneficios económicos, los autores encontraron que, en efecto, algo más de una tercera parte de los encuestados (39%) reportó haber tenido un tal mentor. Ninguno manifestó haber tenido más de uno15. Asimismo, se halló que quienes habían tenido mentores ganaban más dinero y pasaban menos tiempo en prisión16. Page 47 Finalmente, Morselli y sus colegas informan, recurriendo a métodos estadísticos algo sofisticados, de una relación significativa entre el hecho de tener un mentor y el autocontrol. Concretamente, eran los sujetos con niveles de autocontrol más bajos los que con mayor probabilidad tenían o habían tenido un mentor, al menos de acuerdo con los datos de estos autores. Para éstos, en conclusión, «el tutelaje parece ofrecer estructura a individuos con un autocontrol bajo»17. Este estudio, así las cosas, sugiere que, en un cierto número de casos de delincuentes motivados por la obtención rápida de dinero, el hecho de contar con un mentor puede desempeñar un papel significativo.

2.2. La teoría de los sistemas de oportunidad diferenciales

Otro ejemplo bien conocido en el sentido de una oportunidad que se necesita para poder convertirse en un delincuente o sujeto desviado es la ya clásica teoría de los sistemas de oportunidad diferenciales, de Cloward y Ohlin. Como es sabido, esta teoría se encuentra referida concretamente a las bandas delincuentes o subculturas. Los autores comienzan constatando la existencia de tres tipos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR