Unión Europea: gobernación deficiente, resultados económicos decepcionantes e indispensable reforma institucional

AutorJosé Miguel Andreu
Páginas79-104

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Como se ha señalado anteriormente, tras el rápido crecimiento económico mun-dial registrado en la “Edad de Oro del Capitalismo” (1950-1973), a una tasa media anual del PIB global del 4,9%, y tras las crisis de la energía de los 70, el Mundo entró en una etapa “neoliberal” (1980-2016) de crecimiento anual medio más moderado, como del 3%; tasa media resultante del ritmo de crecimiento más rápido de los PIMB, y de otro mucho más lento (que el de años atrás) de los PAI.

A ese lento crecimiento reciente (1980-2016) de los países occidentales ha contribuido apreciablemente el cuasi-estancamiento económico en el que ha entrado la Unión Europea (o la Eurozona), particularmente, a partir del año 2000. Cuasi-estancamiento derivado, no solo de los problemas típicos de su economía, ya madura, en proceso de desindustrialización relativa y muy terciarizada –semejantes a los de EE.UU.– o de su peor adaptación a los mercados competitivos, sino también de dos movimientos estratégicos “deliberados” emprendidos por la propia UE en los últimos 15-20 años, de resultados claramente adversos: 1) la creación –sobre unos sistemas financiero-fiscales bastante heterogéneos– de una moneda única (el euro), vigente desde 1999-2002210, cuyo pretendido proceso de corrección está resultando de una lentitud exasperante; y 2) la ampliación masiva de la Unión211 realizada a partir de 2004, que trajo la incorporación a la UE-15 (pre-existente desde 1995) de 13 nuevos países, en su mayoría relativamente pobres. Circunstancias que, unidas a los defectos

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institucionales de la UE que le impiden tomar decisiones rápidas (Tratado de Lisboa, 2007), han hecho que los ritmos evolutivos de la capacidad potencial de crecimiento de la anterior UE-15 y de la UE, hayan menguado significativamente.

Como quiera que la RNB (medida a tipos de cambio)212 de la UE ex-RU viene a ser casi como del 19% de la RNB del Mundo213 –cifra muy importante a escala planetaria– las marcadas disfuncionalidades de la UE han venido afectando significativa y negativamente, desde el año 2000 en adelante, no solo a su propia tasa de crecimiento, sino también a la del Mundo en su conjunto, particularmente desde el inicio en 2008 de la última crisis. Habida cuenta de esas disfuncionalidades y de sus “efectos externos negativos” sobre otros países, la UE debería reorganizarse a la mayor brevedad para intentar solventar sus propios problemas; y de paso para coadyuvar a la elevación del ritmo de crecimiento anual del Planeta, en particular de los PIMBB.

Ciertamente, la UE o la Eurozona contienen al menos dos problemas básicos: 1) la marcada heterogeneidad económica de sus miembros, que enseguida de describirá, y que establece los límites a la solidaridad conjunta practicable a medio y (casi) a largo plazo entre ellos; particularmente , habida cuenta de que el modelo económico elegido por la UE para las relaciones mutuas entre sus socios, el neoliberal214, es el único compatible con el mantenimiento de la independencia política de todos y cada uno de sus miembros215; y 2) su marcada incapacidad de cara a la adopción de decisiones rápidas cuando se presentan problemas imprevistos, económicos o políticos, de carácter “trascendental”. Esa incapacidad está basada en la adopción oficial de la regla de la “unanimidad”, según la cual, a lo largo del proceso decisorio216 sobre cualquier

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tema trascendental, pesan lo mismo los intereses de Alemania o Malta, respectivamente con poblaciones de 82 millones o de solo 400.000 personas. Ciertamente esa regla de “unanimidad”, que genera vetos, va en contra de la lógica democrática217, pero sirve para proteger a los países más pequeños del dominio de los más grandes, los que, en ausencia de vetos, podrían abusar de aquellos. Sin embargo la contrapartida de esa “sobre-protección” a los más pequeños es que la “unanimidad” requerida en temas trascendentales, genera una indeseable parálisis decisoria que perjudica al colectivo y, singularmente, a los países-miembros importantes.

4.1. Los países miembros de la Unión Europea y su marcada heterogeneidad económica

Aunque muchos218 219 políticos de la Unión Europea acostumbran a solemnizar sus propuestas de avance, algunas de ellas puramente marginales, y otras ocasionalmente relevantes, pero deficientemente formuladas, a fin de solventar algunos de los problemas de la UE-27 –pocos se han ocupado de explicar al gran público algo tan sencillo, y a la vez tan importante, como el exagerado número de países que la componen (27), su gran heterogeneidad polifacética (incluyendo la económica y la demográfica), y las peligrosas derivadas de esas dos características a la hora de la adopción de decisiones unánimes220. Decisiones generalmente adoptadas en el marco de una gran lentitud, y por tanto tendentes a la ineficacia; una ineficacia ciertamente probada por los magros resultados económicos alcanzados en las últimas dos décadas, en particular en el período (2000-2015), bien de forma agregada (a nivel de la Eurozona), o bien individualmente por muchos de sus países miembros.

La diversidad de idiomas y culturas de los distintos países del Viejo Continente, sus tamaños extraordinariamente desiguales (medidos por el número de sus habitantes)221, sus pasados imperiales en algunos casos, sus muy diferenciadas Rentas Nacionales Brutas (PPA) per cápita222 expresivas de sus heterogéneos niveles de desarrollo

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económico, y sus diferentes estructuras económicas, han generado, y generan intereses muchas veces contradictorios que, añadidos a los modos de toma de decisiones en la Unión, contenidos en el Tratado de Lisboa de 2007223, hacen que el avance institucional o la corrección de errores en los que se incurrió en el pasado –principalmente el defectuoso diseño del Euro-sistema, y la ampliación masiva de la UE realizada a partir de 2004– sean hoy extremadamente dificultosos. Y todo ello en un tiempo absolutamente crucial en el que ciertos países extra-occidentales y gigantescos –como China e India– tras su largo letargo histórico224, avanzan hoy a una gran velocidad tendencial.

Lo primero que salta a la vista al analizar el Cuadro 3, expresivo de las desigualdades demográficas europeas más importantes, es que en la UE hay un significativo número (6) de países minúsculos que no rebasan los 2,1 millones de habitantes225; países que a pesar de ser pequeños no se creen “políticamente” menos importantes que los demás, lo que les hace desear (a efectos decisorios)226 el mantenimiento de la “regla de la unanimidad” –que es la que les conviene– allá hasta donde sea posible. Pero es que, además, el número total de países con demografías menores que 6 millones, tampoco es pequeño, nada menos que de 12 (sobre 27 países miembros), o sea, el 44% del total. En el extremo opuesto puede verse que el número de países con más de 45 millones de habitantes –un tamaño tan sólo mediano a escala mundial– es solo de 4 (Alemania, Francia, Italia, y España), o sea casi el 15% de los países de la Unión; grupo de naciones que sin embargo reúne nada menos que el 75% del total poblacional de la Eurozona (con unos 256 millones de personas).

Centrándonos ahora en el nivel de bienestar de sus habitantes, es observable que la Renta Nacional Bruta media (PPA)227 per cápita de los 19 países pertenecientes hoy (2015) a la Eurozona, es de unos 41,000 $; cifra muy distinta– casi del doble– que la RNB media (PPA) per cápita (unos 23,500 $) de los 6 países económicamente más atrasados de la UE-27; países que, situados en el Este de Europa, todavía no forman

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parte (excepto Letonia) de la Unión Monetaria: se trata de Bulgaria, Letonia, Polo-nia, Hungría, Rumania, y Croacia. Aún más, dentro de la Eurozona también nos encontramos con otros 4 países, además de Letonia, relativamente atrasados (Estonia, Lituania y Eslovaquia, también situados en el Este, más Grecia), con una RNB (PPA) por persona de entorno al 66% (o menos) de la RNB media (PPA) per cápita de la Eurozona (41,000$).

Con países económicamente tan heterogéneos, en términos de sus RNB (PPA) per cápita, o en términos demográficos, es muy difícil “acordar” o consensuar políticas comunes que permitan a la UE progresar económicamente al ritmo hoy requerido, o resolver los problemas político-institucionales228 o coyunturales –a veces graves229– que de vez en cuando se le presentan. Nótese al respecto que los distintos países de la actual UE-27 pueden tener ideologías “más o menos” convergentes en relación con la democracia y su promoción; pero al tiempo, también tienen intereses económicos divergentes, en función de sus heterogéneos niveles de RNB (PPA) por persona, y de sus diferentes estructuras productivas; intereses, a veces claramente antagónicos, que hacen fracasar las propuestas de financiación para la resolución de problemas económicos o políticos, comunes o individuales, que todos dicen “querer resolver” pero que pocos quieren financiar de acuerdo con los criterios defendidos por los demás.

4.2. Influencia de las grandes disparidades...

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