Unidad de la pena y pluralidad de culturas

AutorAntonio Incampo
Cargo del AutorCatedrático de Filosofia del Derecho de la Università degli Studi di Bari «Aldo Moro» (Italia)
Páginas95-105
– 95 –
Unidad de la pena y pluralidad de culturas*
Antonio Incampo
Catedrático de Filosoa del Derecho
de la Università degli Studi di Bari «Aldo Moro» (Italia)
Si tomas la [pena] por el mundo, el mundo
desaparecerá para siempre; y tú lo sabes**
1. Cuius regio, eius poena. ¿Cómo tratar a los ciudadanos frente a los delitos?
Es la única cuestión real del Derecho Penal en la Edad Moderna. El Estado establece
los delitos y las sanciones; los destinatarios son sus ciudadanos. Uno diría «Cuis regio,
eius poena», si uno quiere parafrasear (sustituyendo «religio» por «poena») el princi-
pio de la Paz de Augusta (1555) en el origen de la constitución de los Estados-Nación.
El n, sin embargo, de los totalitarismos del siglo  y la fragilidad de las fronteras de
los Estados frente a la globalización han colocado esta cuestión en segundo plano,
colocando en su lugar a dos completamente nuevas y destinadas a cambiar deniti-
vamente el concepto del Derecho Penal. La primera: ¿cómo tratar a los ciudadanos
más allá del Estado? La segunda: ¿cómo tratar al extranjero en el Estado?
2. Reati oltre lo Stato –Delitos más allá del Estado–. No hay duda de que el
Derecho en el siglo pasado, como quizás nunca había sucedido antes, ha mostrado el
rostro de lo universal. Mucho más, si queremos, que el ius gentium de los romanos, o
el ius commune de la Europa continental del siglo . Esto lo demuestran al menos dos
circunstancias: por un lado, la declaración inequívoca del «Derecho supralegal» des-
pués de la edad de las grandes codicaciones (la edad que vio un cuerpo orgánico de
* Esta contribución ha sido traducida del italiano al español por Cristina Hermida del Llano.
** La cita procede de Rafael Conte que no habla de «pena» sino de «palabra». La cita original es:
«Si tomas la palabra por el mundo, el mundo desaparecerà para siempre; y tú lo sabes» (Robinson o la
imitación del libro, Espasa Calpe, Madrid, 2000, p. 149.

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