El turismo termal como instrumento de desarrollo sostenible

AutorProfª. Dra. Elisa Alén González - Profª. Dra. Trinidad Domínguez Vila
Cargo del AutorProfesora Contratada Doctora de Comercialización e Investigación de Mercados. Universidad de Vigo (España) - Profesora Asociada del Departamento de Organización de Empresas y Marketing. Universidad de Vigo (España)
Páginas169-196

Page 169

1. Consideraciones previas sobre turismo termal
1.1. Antecedentes

El uso de las aguas con fines de ocio, rituales y terapéuticos se da en todas las culturas desde la antigüedad y llega hasta nuestros días. Se constata como el agua de cualquier tipo ha sido utilizada en busca de la salud, física o espiritual, desde presupuestos creenciales o científicos (Rodríguez Sánchez, 2007) 1. Sin embargo, su importancia a lo largo del tiempo no ha sido constante, aunque un elemento permanece siempre: la capacidad de atracción del agua, tanto de zonas del litoral, como de interior.

El turismo de salud, se identificó en general y hasta épocas muy recientes de forma casi exclusiva con la oferta de las estaciones termales o balnearios. Los orígenes de los balnearios y por tanto del termalismo, hay que buscarlos en las casas de baños y ocio de los romanos, quienes incorporaron el disfrute de los baños como parte fundamental de su modo de vida, para cuidar su higiene, pero también para hacer deporte, conversar y negociar. Algunas de estas instalaciones han logrado perdu-

Page 170

rar hasta nuestros días. Este es el caso por ejemplo de las termas romanas que aún se conservan en el interior del Balneario de Lugo.

Más tarde, la mezcla de ritos paganos y cristianos impulsó las peregrinaciones hacia manantiales con supuestas propiedades curativas, aunque condenó la práctica de los baños por considerarla contraria a la puritana moral religiosa (Vilar Rodríguez, 2011) 2. Durante la edad media los baños cayeron en desuso en Europa, por peligro de contagio de enfermedades como el cólera y por los factores anteriormente comentados sobre la moral católica de la época. Con la Ilustración recobran de nuevo su atractivo, apoyándose en el carácter científico que van tomando la balneoterapia y la cura hidrotermal. Se investigan las propiedades de las aguas y se produce una mayor difusión de la medicina terapéutica que sustituye al menos en parte, a los viejos remedios y pócimas, por la cura termal (Alonso Álvarez, 2010a) 3. Esto evidencia que antes del florecimiento de la farmacología como ciencia, las aguas mineromedicinales constituían unos de los remedios más útiles con los que se podía contar en la lucha contra las enfermedades (Rodríguez Sánchez, 2007). Así, el interés por los balnearios corrió parejo al redescubrimiento de antiguas termas romanas (termae) y musulmanas (alhamas) por parte de las élites sociales. Algunas fuentes fueron acondicionadas y puestas de nuevo en uso, pero en otros lugares se diseñaron modestas construcciones que cubrían los manantiales y protegían de la intemperie a los enfermos y sus familias. Se ha de considerar también como un factor positivo la expansión de la práctica del grand tour (Alonso Álvarez, 2010b) 4.

Se evidencia una clara tendencia al uso del agua para curar dolencias, y en el transcurso del siglo XIX un sector relevante de la medicina aplica la cura termal para numerosas enfermedades, dando origen al concepto moderno de balneario. Sin embargo, a principios de siglo faltaba una norma de cumplimiento general para todas las casas de baños de España, que facilitase la movilidad de los enfermos y sus familias, estableciese las funciones de los médicos y se pronunciase sobre todas aquellas cuestiones que afectaban a la práctica termal (Alonso Álvarez, 2010a). Las malas condiciones higiénicas y sanitarias de las fuentes, que

Page 171

empeoraron con la invasión francesa y la guerra posterior, y la carencia de inspecciones médicas impedían un correcto aprovechamiento del potencial terapéutico de las termas. Es por ello que en 1815, la Junta Superior de Medicina pidió formalmente a Fernando VII la creación de un cuerpo facultativo de médicos directores. Fue en 1816, cuando Fernando VII promulgó el Real Decreto de 29 de junio por el que se establecía la obligatoriedad de disponer de directores médicos en los balnearios más significativos del país. Los Reglamentos de Baños obligaban a los balnearios a ser dirigidos por un médico del Cuerpo, quien -siguiendo un orden de antigüedad- elegía el establecimiento en el que quería trabajar. Los médicos adscritos a cada balneario debían llevar una estadística de concurrencia y de resultados terapéuticos. Pero el médico no siempre era del agrado del propietario, especialmente si sus exigencias sobre la modernización y ampliación de instalaciones no eran consideradas rentables por el segundo. Ya que la preocupación de los propietarios de balnearios para sacar el mayor provecho de su establecimiento no sólo se limitaba al ámbito de la terapéutica, sino, fundamentalmente, a los imprescindibles lugares de hostelería y ocio, mucho más productivos económicamente. Surgió así una reivindicación de los propietarios de baños con gran trascendencia histórica para el desarrollo del balnearismo en España, una contienda que implicó a dichos propietarios, a los médicos de baños, a los médicos en general y al Estado y que fue conocida como «la libertad balnearia» (Rodríguez Sánchez, 2007). La libertad balnearia no fue alcanzada hasta ya avanzado el siglo XX.

La oferta de turismo termal en el tercer cuarto del siglo XIX había estimulado significativamente el asentamiento de la demanda balnearia. Si durante el año de 1847, la ocupación se situaba en algo más de 77 mil bañistas, en 1874 la cifra ascendía a más de 92 mil (Alonso Álvarez, 2010a). Hacia finales del siglo XIX, el número de balnearios aumentó de manera considerable. No se trataba, sin embargo, de una oferta homogénea. Existían al menos tres grandes categorías de establecimientos. Por un lado, los que habían sabido modernizarse y reproducir el modelo europeo de centros de sociabilidad que alternaban las actividades deportivas, culturales, lúdicas y festivas y eran gestionados por empresas modernas que, casi siempre, asumían la forma jurídica de sociedades anónimas. Obedecían al nuevo paradigma lúdico con sus hoteles refinados, reservados en general para políticos, hombres de negocios y grupos acomodados. Pero junto a estos centros distinguidos tenemos por otro lado, los pequeños o grandes balnearios que recogían una demanda económicamente limitada y que en muchos casos procedían de esa antigua tradición de los establecimientos populares. Éstos se sostenían sobre todo con la demanda rural y se ajusta-

Page 172

ban más al viejo modelo higienista que procedía del siglo XVIII. Y, final-mente, tenemos los centros clandestinos. Estos establecimientos clandestinos resultaron ser en realidad los causantes del sobredimensionamiento del sector, porque competían con ventaja con los de mayor demanda rural -podían ofrecer precios más acomodados, al no disponer de director médico, ni pagar contribuciones- (Alonso Álvarez, 2010b).

En sus momentos de auge, «tomar las aguas» se convierte en un signo de distinción y encuentro social para las grandes familias, la aristocracia y la alta burguesía, que constituyen la clientela principal de estos establecimientos. Los clientes acuden buscando tratamiento termal para sus dolencias, y también (y de manera fundamental 5) para practicar relaciones sociales y aprovechar su tiempo de ocio (Costa, 1999) 6. Esto contribuyó decisivamente a que los balnearios españoles del siglo XIX se llenasen de esos enfermos «acomodados».

A lo largo del siglo XIX, se encuentran nuevos manantiales y se construyen bellos edificios. La orientación de los balnearios en ese momento, es terapéutica atendiendo a personas que viven en su zona de influencia; agricultores y trabajadores de la industria. La nobleza y las clases burguesas prefieren acudir a balnearios fuera de su Comunidad, e incluso visitar las grandes ciudades balneario del extranjero (p.e. Baden-Baden o Karlovi Vari). Dentro de esta tendencia, se crearon en el norte de la Península un nuevo tipo de balnearios a imitación de los centroeuropeos, diseñados por arquitectos y urbanistas de renombre, dirigidos a una demanda de tramos medios y altos y en los que se superponía a la oferta de baños termales toda una gama de servicios de hostelería, restauración y ocio. Solo a finales de siglo se aprecia una desaceleración de la demanda más popular (la del sur).

Este fenómeno puede explicarse desde la oferta y la demanda y va asociado a un cambio en el paradigma del turismo de salud, a un apoyo manifiesto por parte de la Administración y a la consolidación del asociacionismo patronal (Alonso Álvarez, 2010a). El crecimiento de la oferta y la demanda durante el último cuarto de siglo llevó asociado un cambio en el paradigma termal, causa y efecto de todo lo anterior. Se había evidenciado el fracaso de la hidroterapia en el tratamiento de las enfermedades infecciosas. Por otro, los progresos en la bacteriología y la inmunología,

Page 173

pusieron en un compromiso a la balneoterapia. Estas razones habían ido modificando los hábitos de los concurrentes a los baños, que pasaron de considerarse enfermos a ser simplemente bañistas o agüistas.

La administración española apoyó, sin duda, estas formas iniciales de turismo termal. Y lo hizo, por una parte, asumiendo la defensa de los usuarios con reglamentaciones en las que éstos tendrían un mayor peso. Se creó el Anuario Oficial de las Aguas Minerales de España. El Estado también promocionó los balnearios en el exterior con ayudas para la asistencia e instalación de pabellones en las exposiciones universales de la época. Otras formas de apoyo consistieron en la organización de congresos de medicina hidrológica o la confección de encuestas para mejorar la calidad de los centros.

El declive del sector va a llegar con otro tipo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR