La tredicesima tavola, revisited

AutorBernardo Periñán Gómez
CargoUniversidad Pablo de Olavide, de Sevilla
Páginas757-794
AHDE, tomo LXXXVII, 2017
La tredicesima tavola, revisited
RESUMEN
El famoso cruce de Notas que tuvo lugar en la revista Labeo de 1955 entre Antonio
Guarino y Álvaro d’Ors, en el que subyacía un análisis global de la romanística espa-
ñola de la primera mitad del s. XX, dejó un damnificado principal: José López de Rueda
(1860-1936), catedrático de Derecho romano en la Universidad de Sevilla. En este tra-
bajo se recuerdan aquellas singulares aportaciones, que en cierta manera han marcado
a los romanistas españoles del siglo pasado. Se ahonda también en el contexto y en la
trayectoria de su protagonista involuntario, cuyo acceso a la cátedra hispalense necesi-
ta ser esclarecido.
PALABRAS CLAVE
Derecho romano, Universidad liberal en España, Antonio Guarino, Álvaro d’Ors,
José López de Rueda.
ABSTRACT
The famous exchange of Notes held in Labeo in 1955 between Antonio Guarino and
Alvaro d’Ors, in which underlays a comprehensive analysis of the Spanish romanists of
the first half of XXth century, left a main victim: José López de Rueda (1860-1936),
Professor of Roman Law at the University of Seville. In this work are remembered those
singular contributions, that somehow have marked the Spanish romanists in the last
century. Also, the context and the trajectory of this involuntary protagonist are exam-
ined, whose access to the professorship in Seville needs to be lighted up.
758 Bernardo Periñán Gómez
AHDE, tomo LXXXVII, 2017
KEY WORDS
Roman Law, Spanish university in the XIXth. Century, Antonio Guarino, Álvaro
d’Ors, José López de Rueda.
S: I. La leyenda de las XIII Tablas. II. Hitos fundamentales de la carrera
académica de José López de Rueda (1860-1936). II.1 Un largo camino vital hasta
la cátedra (1860-1903). II.2. Catedrático de Procedimientos Judiciales y Práctica
forense en Oviedo (1903-1913). II.3 José López de Rueda, catedrático de Dere-
cho romano en Sevilla (1913-1931). II.4 Producción escrita. III. Los sucesos de
Cullera y la cátedra sevillana de Derecho romano: ¿una relación de causalidad?
IV. Una vida académica a examen. V. Conclusiones.
I. LA LEYENDA DE LAS XIII TABLAS
Una famosa nota publicada en la primera entrega de la revista Labeo.
Rassegna di Diritto romano (1955-2004), dirigida por Antonio Guarino (1914-
2014) y extinguida tras 50 números, en la que se hacía pública mofa y escarnio
de un profesor de Derecho romano de la Universidad de Sevilla al que se acusa-
ba de supina ignorancia, ha quedado en la memoria colectiva de varias genera-
ciones de romanistas españoles como una pesada carga. Concretamente, en la
sección «Cronache» de la afamada revista, se ponía como ejemplo del bajo
nivel científico de los profesores de Derecho romano en España a un catedráti-
co hispalense, del que se decía que sus alumnos llegaron a «descubrirle» el
hallazgo de una nueva Tabla, que sería la decimotercera de las famosas XII del
año 450 a. C. La anécdota habría sido trasladada por Francisco de Pelsmaeker e
Iváñez (1901-1973), Catedrático en Sevilla desde 1931, al editor principal de la
revista, quien firmaba esta conocida pieza de apenas tres páginas titulada «La
tredicesima tavola» 1.
Guarino presenta el caso con la agudeza literaria a la que nos acostumbraría
durante tantos años, aclarando que el título no hace referencia a una novela
policiaca –«non si trata di un giallo, come il titolo potrebbe indurre a credere»–
sino a una anécdota, a la cual se da carta de naturaleza en la que sería una de las
grandes revistas romanísticas del siglo pasado. Se deduce, del conjunto del rela-
to, que el sucedido llegó a oídos del profesor napolitano tras una actividad aca-
démica a la que fue invitado en la Universidad de Sevilla. Su anfitrión, el cate-
drático local, le habría narrado el episodio a los postres del almuerzo que siguió
al acto académico, concretamente «al cognac». La historia es presentada con la
ambientación más pertinente, propia de un maestro de la palabra como Guari-
1 G, A., «La tredicesima tavola». Labeo, 1, 1955-2, pp. 241-243; también recogido
en I., Pagine di Diritto Romano 2, Napoli: Jovene, 1993, pp. 445 y ss.
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no 2, que define a su protagonista como un profesor de «magra cultura» y al
margen de las novedades científicas de su materia, acostumbrado a impartir año
tras año las mismas lecciones a sus alumnos, entre los que podemos suponer
con cierto fundamento –como luego veremos– que habría un grupo propicio a
la chanza. El autor de la nota emplea para referirse al docente sevillano la pala-
bra «incartapecorito», que literalmente sería «calcificado», aunque en español
es más habitual emplear «esclerotizado», para referirse a quien no desarrolla ya
su actividad ordinaria con brío, como consecuencia de haber tomado una acti-
tud pasiva ante la realidad durante un largo tiempo, de manera que cuando quie-
re moverse ya no puede porque su organismo no se lo permite.
El nombre del catedrático aludido no se da, sin embargo, en la pequeña nota
del director de la revista, pero sí se hace referencia en ella a su avanzada edad y
a cierta candidez fruto quizá de la misma, porque efectivamente el veterano
docente creyó a los alumnos bromistas y, según dice Guarino, llegó a indicar a
los estudiantes que dejaran un espacio en blanco en sus apuntes para todo aque-
llo que pudiera averiguar sobre la tabla decimotercera en los días siguientes,
comenzando por la lectura de la prensa, en la que vanamente suponía que esta-
ba ya recogida la noticia de tan singular hallazgo.
Expuesta la historia, afirma terminantemente Guarino: «L’aneddoto non
responde, no può rispondere al vero.» Es más, comenta que Pelsmaeker aludió
a la hablilla del «descubrimiento» de la decimotercera tabula para afirmar que
este tipo de profesores ya no se dan en la romanística española, aunque en el
extranjero pudiera pensarse tal cosa 3. El resto del pequeño pero explosivo texto
de Guarino es eminentemente laudatorio hacia sus colegas españoles contem-
poráneos, haciendo de la anécdota una «percha» de la que colgar –por contras-
te– el verdadero motivo del comentario. En ese tono encomiástico, el profesor
napolitano relata sus gratas experiencias en España con ocasión de una serie de
conferencias que le habían llevado en abril de 1954 a Barcelona, Madrid y Sevi-
lla, probablemente como consecuencia de su participación en el Congreso de la
«Societé d’histoire des Droits de l’Antiquité» en la ciudad de Barcelona, que se
había celebrado un año antes. Guarino deja sin embargo un detalle no menor en
su discurso, digno de tenerse en cuenta: los romanistas españoles de las nuevas
generaciones, cuya más reciente producción científica afirma conocer, son cali-
ficados como «meno inclini alla produzione scientifica scritta, e perciò meno o
affatto conosciuti all’estero.» El tono elogioso, con nombres propios, va in
crescendo hasta el final del escrito que, eso sí, centra los méritos hispanos en el
terreno de la enseñanza. La causa de esa dedicación docente de la romanística
española, en detrimento de la investigación, aunque el autor de la nota no se
expresa de modo literal en este sentido, sería la pesada carga que soportan los
2 Entre los romanistas, Antonio Guarino es símbolo de brillantez y seriedad científica, pero
también de fina ironía. Muestra de ello son las notas editoriales de Labeo, objeto de relecturas e
interpretaciones que muestran los avatares de la romanística europea, y especialmente de la italia-
na, durante la segunda mitad del siglo . Sobre figura y la huella del autor, vide L, L.,
«Antonio Guarino nel ricordo». Index, 43, 2015, pp. 1-14.
3 I., Ibid. p. 242: «Ma ho il sospetto che all’estero qualcuno ritenga che da noi, di quei
professori, ve ne siano ancora...», afirma Guarino que le había dicho Pelsmaeker.

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