Redes transnacionales, interdisciplinares y voluntarias, en una Europa ampliada.

AutorGilbert Fayl y Dimitris Kyriakou.
CargoAcademia Europea de Ciencias y Artes y IPTS.

El sábado 19 de octubre de 2002 fue una fecha importante en la historia de Europa. Al respaldar la ratificación del Tratado de Niza, los votantes irlandeses han abierto la puerta a la ampliación de la Unión Europea a la Europa Central y Oriental. Antes, a principios de octubre, la Comisión Europea había publicado un informe francamente positivo sobre los países precandidatos. Por parte de la Unión Europea, el elemento clave para la preparación de la ampliación será la finalización, en 2003, del trabajo constituyente de la 'Convención sobre el Futuro de Europa'.

Aunque la Convención ha creado diez grupos de trabajo, ninguno de ellos se refiere a la Ciencia (que, en el sentido que aquí le damos, incluye también las Humanidades). La Ciencia no sólo es importante por su papel en el cambio social, sino que una Europa ampliada dará lugar incluso a más posibilidades de cooperación en investigación científica. Este mayor dinamismo tendrá un efecto positivo y directo sobre la competitividad de Europa y sobre sus opciones socio-económicas y políticas. La Convención no debe perder la oportunidad de considerar este importante asunto. En todo caso, los políticos, al más alto nivel, han expresado el deseo de trabajar en pro de la excelencia en investigación científica, en el contexto del Espacio Europeo de Investigación (ERA). En la Europa ampliada, los logros y tradiciones científicos relevantes de los nuevos estados miembros reforzarán más aún este proceso. Además, en una Europa unificada, política y económicamente, los científicos y los organismos públicos y privados tendrán más posibilidades de crear nuevas e innovadoras formas de relaciones científicas y de cooperación, a través de las fronteras nacionales. Como resultado, es de esperar que las redes trans-nacionales interdisciplinares y voluntarias jueguen un papel importante y útil, más aún que en la actualidad.

Actualmente existen varias redes de este tipo en Europa, que van más allá de las disciplinas concretas y de las fronteras nacionales. La mayoría se ha creado después del fin de la guerra fría, cuando Europa sintió la necesidad de un diálogo más amplio sobre ideologías, culturas científicas y pensamiento académico. En algunas participan las academias nacionales de ciencias o los organismos de financiación de la investigación, mientras que en otras son los científicos de toda Europa, interesados en la dirección futura y en las opciones éticas de la humanidad. Aunque el alcance y la orientación de estas redes pueden solaparse parcialmente, todas ellas justifican su existencia en el panorama científico europeo, y más aún en una Europa ampliada.

Una característica de la mayoría de estas redes es que, además de promover el diálogo abierto y la cooperación en los campos de las ciencias y las humanidades, ofrecen asesoramiento independiente a las autoridades públicas y los gobiernos. Respecto a esto último, en el contexto de la UE, el consejo formulado por organismos 'intelectualmente competitivos', cada uno de los cuales posee una autoridad científica demostrada, ofrece ventajas evidentes. Por ejemplo, tal asesoramiento puede ser un aporte al trabajo del Consejo Asesor Europeo de Investigación (EURAB), el organismo independiente de más alto nivel, que proporciona consejo y opinión al Comisario europeo de Investigación, sobre el diseño y puesta en práctica de la política de I+DT de la Unión Europea.

Desgraciadamente, las redes transnacionales interdisciplinares y voluntarias adolecen, a menudo, de la misma debilidad estructural: escasez de fondos suficientes. Aunque sus costes anuales de funcionamiento son probablemente menores de lo que cuesta organizar una sola conferencia internacional importante, tales iniciativas se enfrentan todavía con dificultades considerables para encontrar apoyo a nivel nacional. Una financiación adecuada, aunque sea limitada en términos económicos, podría ayudar también a integrar mejor a las comunidades científicas de los países precandidatos en una Europa ampliada. Fomentar la cooperación espontánea, la reflexión y el intercambio de ideas, a través de fronteras y disciplinas, es un paso concreto para aprender a vivir juntos en una nueva Europa integrada de socios paritarios.

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