Transgénicos Y Globalización

AutorDiego Gracia
Cargo del AutorUniversidad Complutense de Madrid
Páginas173-193

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La globalización es un proceso irreversible. Las fronteras nacionales pierden progresivamente importancia, a la vez que avanzan los procesos de intercomunicación e intercambio. No parece probable que se pueda volver a una situación anterior. De ahí que el problema fundamental que tenemos ante nosotros no sea el de globalización sí o globalización no, sino el de cuáles deben ser las condiciones y los requisitos de una verdadera globalización. Es un tema poco estudiado y que sin embargo resulta de la máxima importancia. El término globalización, como cualquier otro, es polisémico y encierra dentro de sí varios sentidos distintos. Hay una globalización económica, otra política y otra ética. En la literatura se habla de la (democracia global), y de la (ética global.) Este último término demuestra bien que hay también globalizaciones correctas e incorrectas, buenas y malas. El gran problema que tenemos hoy planteado es el de cuáles son las condiciones que debe reunir una verdadera globalización. Sólo desde él cabe analizar problemas más concretos, como es el que aquí nos ocupa, los productos transgénicos. Mi opinión es que los transgénicos no son en sí buenos ni malos, como sucede en general con los avances técnicos, y que todo depende del marco en que se sitúen y los criterios con los que se manejen. Lo que quizá tenemos que acostumbrarnos es a enfocar ese problema, como otros muchos, desde nuevas categorías, más amplias y Page 174también más complejas que las tradicionales. Intentarlo es el objetivo del presente trabajo.

No hay duda que el tema de los transgénicos pone a prueba nuestros sistemas públicos de decisión y control. Esas decisiones se consideran desde siempre legítimas cuando las toma quien tiene autoridad para ello, es decir, quien goza de (soberanía). Antes de las revoluciones liberales, éste era el monarca, el llamado soberano. Tras las revoluciones liberales, la soberanía pasó al pueblo, a los ciudadanos miembros de un Estado nacional. Hoy tenemos claro que las decisiones públicas afectan a todo el mundo (ejemplo, los transgénicos) y que, por tanto, traspasan las fronteras nacionales prácticamente siempre. Eso hace que los sistemas de legitimación de las decisiones hayan de cambiar, así como el propio concepto de (soberanía), que hoy no puede ser más que global, mundial. De ahí la importancia que empieza a tomar el concepto de (soberanía limitada). Los Estados no pueden tener más que una soberanía limitada. Es preciso que haya algo superior a ellos, ya que los efectos de sus decisiones son claramente supranacionales o transnacionales. Ese algo superior, desde la Segunda Guerra Mundial, es, básicamente, la Carta de Derechos Humanos de la ONU, que se considera hoy condición básica de legitimidad de cualesquiera constitución y ordenamiento jurídico nacionales. Mi tesis es que eso no es suficiente y que se necesita poner a punto un procedimiento nuevo de legitimación y soberanía, que hoy tiene sólo existencia en el mundo de la ética y de la filosofía jurídica y política, pero que debe convertirse en realidad política cuanto antes. Se trata de instaurar una nueva vía de legitimación de las decisiones públicas, globalizando la participación y profundizando la deliberación. Las actuales instituciones internacionales, a la cabeza de todas ellas la ONU, no garantizan el logro de esos objetivos. Estas instituciones se consumen a sí mismas en su propia retórica, en una imponente burocracia y un estéril formalismo. En ellas la deliberación no es posible. Su racionalidad es, como la de cualquier otro nivel de la actual vida política, básicamente estratégica. Ahora bien, si la racionalidad deliberativa quiere Page 175ser algo, es una superación de la racionalidad estratégica. Esta última racionalidad no busca el beneficio de todos sino el uno o unos pocos. Así se entiende, por ejemplo, que en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas un pequeño número de países, precisamente los más poderosos, sigan teniendo el derecho de veto de las decisiones.

Sólo en el interior de ese marco puede enfocarse adecuadamente el problema fundamental que plantean los transgénicos, a saber, el de los objetivos de nuestros desarrollo científico y tecnológico, es decir, de nuestros procesos de investigación y desarrollo (I+D). Los transgénicos pueden situarse en dos marcos conceptuales completamente distintos, el del (desarrollo insostenible), propio del actual proceso de (transnacionalización), y el del (desarrollo sostenible) en un proceso serio de (globalización). Como casi todo en la vida, los transgénicos no son en sí buenos ni malos, pero sí pueden serlo los marcos referenciales desde los que se manejen. En el marco de la globalización y el desarrollo sostenible, los transgénicos pueden ser una ayuda inestimable en la búsqueda de una humanidad mejor; y en el marco de objetivos puramente económicos en manos de ciertas transnacionales, pueden ser un paso más en el proceso de dependencia económica de los países periféricos de la formación económica capitalista respecto de su centro.

En lo que sigue voy a tratar los siguientes puntos: en primer lugar, las diferencias entre transnacionalización y globalización; a continuación, los riegos de los transgénicos en el horizonte de la transnacionalización; finalmente, los transgénicos en el horizonte de la globalización.

Globalización (Versus) Transnacionalización

No es fácil definir el fenómeno denominado de (globalización). Lo menos que cabe decir de él es que es un concepto com-Page 176plejo, lleno de ambigüedades internas. Esto permite entender que los analistas no se pongan de acuerdo sobre su definición ni sobre su comienzo. Hay quienes, como Immanuel Wallerstein, lo remontan al siglo XVI, con el inicio del colonialismo moderno; otros hacen coincidir la globalización económica con la aparición de las empresas multinacionales; y otros, en fin, la identifican con la supresión de los tipos de cambio fijos o con la caída del muro de Berlín y el final del conflicto esteoeste.1 No parece que sea posible establecer una fecha exacta de comienzo de este proceso. Pero en cualquier caso es obvio que se trata de un fenómeno muy reciente, surgido a lo largo de las últimas décadas.

Nuestra sociedad se ha hecho, por vez primera, planetaria. Esto es evidente. Las comunicaciones han permitido que todo repercuta en todo. Vivimos en la aldea global. Pero el tipo de globalización que tenemos es, cuando menos, paradójico, ya que está basado en el desequilibrio. Hoy parece claro que el modelo de desarrollo del llamado Primer Mundo es imposible de generalizar, de globalizar: no habría materias primas, ni resistiría el medio ambiente, etc. Esto quiere decir que el desarrollo del Primer Mundo es, hoy por hoy, no globalizable. En este momento no hay una verdadera globalización. Por eso se dice que el desarrollo del Primer Mundo es (insostenible). Como lo es también el subdesarrollo del Tercer Mundo.

La primera globalización que se ha producido, aquella que primero ha traspasado las fronteras nacionales, ha sido la de las comunicaciones. Eso es lo que intentó describir Herbert Marshall McLuhan en su libro The Global Village, publicado el año 1989.2 Vivimos en la (aldea global). Se trata de una auténtica revolución en el modo de percibir y comprender el mundo. El Page 177muro de Berlín no habría caído, muy probablemente, sin este primer tipo de globalización. Los cambios en las comunicaciones han permitido definir la globalización a Anthony Giddens como la era de la (acción a distancia)3.

McLuhan expone así en su libro la idea de globalización:

    Estamos entrando en la era de la implosión, tras 3000 años de explosión. El hecho de la simultaneidad electrónica hace que cada uno se halle implicado con todos los demás. Todos los individuos, sus deseos y satisfacciones, son co-presentes en la edad de la comunicación [...] La tierra en la próxima centuria tendrá su conciencia colectiva lanzada más allá de la superficie del planeta en una densa sinfonía electrónica en la que todas las naciones ?si todavía existen como entidades separadas? podrán vivir en una estrecha sinestesia espontánea, penosamente consciente de los triunfos y heridas de los demás. (Tras ese conocimiento, qué decir del perdón). Dado que la edad electrónica es total e inclusiva, la guerra atómica en la (aldea global) no podrá tener límites.
4

La segunda globalización ha sido la económica. (La globalización [económica] está liderada por los mercados y las empresas más que por los gobiernos, lo que es un desarrollo positivo, tras muchas décadas en que ha ocurrido lo contrario)5.

Globalización económica es igual a apertura de las fronteras y desarme arancelario. En ese cambio han sido fundamentales algunas instituciones internacionales, como el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, en inglés), la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización Page 178para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Esto ha permitido dos tipos de movimientos económicos, uno financiero y el otro mercantil. La globalización financiera está relacionada con la liberalización del movimiento internacional de capitales a corto plazo, en busca de los mayores intereses posibles. Ésta se produjo al suprimirse los tipos de cambio fijos. La globalización mercantil tiene que ver con la liberalización del comercio internacional de bienes. Se trata, pues, de la apertura de las economías nacionales. Como ha escrito Guillermo de la Dehesa, (la globalización está basada en una serie de libertades: la libertad de comerciar con el resto de los países del mundo aprovechando las ventajas competitivas de cada uno; la libertad de invertir los capitales allí donde tienen un mayor rendimiento dentro de un riesgo asumible y la libertad de establecerse en el país...

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