El trabajo infantil y la negación de la infancia

AutorSuzéte da Silva Reis
Páginas331-344

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Introducción

El trabajo infantil ha pautado la agenda brasileña en las últimas décadas, pues representa una violación no solamente a los derechos fundamentales, sino también a los derechos humanos de niños y de adolescentes. Al

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insertarse antes de la edad mínima en el mercado de trabajo, los daños son inmensos, tanto en los aspectos físicos como psicológicos. El trabajo infantil compromete la salud y la vivencia de la infancia y, como consecuencia, la ejecución de los demás derechos fundamentales. Además, la vida profesional futura también resulta comprometida, en la medida que la inserción precoz en el mercado de trabajo deriva en una inserción precaria en la vida adulta.

La Constitución Federal brasileña de 1988 prohíbe expresamente el trabajo a los niños y adolescentes con edad inferior a los 14 años. Entre 14 y 16 años el texto constitucional permite el trabajo solamente en la condición de aprendiz y, después de los 16 años, autoriza el trabajo, pero exceptuando aquel realizado en condiciones insalubres, peligrosas o el trabajo nocturno. Sin embargo, el trabajo infantil se ha mantenido y ha provocado consecuencias graves.

Así como las causas, que son múltiples, las consecuencias alcanzan las más diversas esferas y repercuten en toda la vida del niño o del adolescente expuesto prematuramente al trabajo.

Una de las más perversas consecuencias es la pérdida de la infancia y el comprometimiento de las perspectivas del futuro. El niño que trabaja no tiene tiempo para jugar y, muchas veces, ni para estudiar: aun cuando permanezca inscripto en la escuela, el rendimiento escolar queda comprometido y sus chances de avanzar en la escolarización se vuelven cada vez más difíciles. En buena parte de los casos, ocurre el abandono escolar. Asimismo, la maduración precoz, con la asunción de responsabilidades que no son suyas, genera secuelas graves y de difícil reparación.

La salud de los trabajadores infantiles también resulta comprometida. El trabajo antes de la edad mínima permitida provoca secuelas físicas que perdurarán por toda la vida. Esas secuelas pueden, incluso, comprometer la inserción laboral en el momento que sean adultos. Las consecuencias del trabajo infantil alcanzan el ámbito del desarrollo físico y psicológico, el ámbito educacional y, finalmente, repercuten en la esfera económica. Los daños, por lo tanto, alcanzan la esfera individual así como la colectiva.

Se pretende, con el presente trabajo, analizar las consecuencias sociales y económicas del trabajo infantil. Para ello se utilizó el método hipotéticodeductivo como método de abordaje, utilizando la técnica de investigación bibliográfica.

1. Trabajo infantil: consideraciones preliminares

La explotación del trabajo infantil en Brasil, acompaña la formación económica del país. A pesar de los cambios cualitativos y cuantitativos, este fenómeno puede ser percibido desde el inicio de la colonización portuguesa, perdurando por casi cuatro siglos de esclavitud (KASSOUF; SANTOS, 2010).

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Para Grunspun (2000, p. 45), en la realidad, el trabajo infantil “existe desde el principio de la humanidad, en períodos anteriores a la propia existencia del Derecho del Trabajo. Los niños siempre trabajaron junto a las familias y a las tribus sin diferenciarse de los adultos con quienes convivían”.

En Brasil, la llegada de los portugueses inauguró la explotación del trabajo infantil, pues las naves portuguesas que anclaron en tierras brasileñas estaban repletas de trabajadores infantiles. Sento-Sé (2000, p. 62), revela que niños con edad entre nueve y quince años eran obligados por los padres a sustituir la infancia por el mar, siendo que cerca de 10% de la flota de Cabral era formada por niños, que trabajaban a la par de un adulto.

En el mismo sentido, Baffert (2006, p. 128), apunta que en Brasil, el “trabajo del niño tuvo inicio con el propio trabajo agrícola, cuando familias enteras de negros eran compradas y mantenidas en régimen de esclavitud. Los niños trabajaban como sus padres, eran punidos con ellos y, en esa vida predeterminada, nacían y morían perteneciendo a alguien”.

Aún después de la abolición de la esclavitud la situación no sufrió grandes alteraciones y esos niños pasaron a sufrir nuevas violaciones. Los padres libertos no tenían manera de sostener a los hijos y acababan llevándolos para trabajar con ellos en la agricultura. Así, “se tornaron oficialmente libres, pero continuaban atrapados al trabajo, que les robaba la infancia (BAFFERT, 2006, p. 128). A partir de la segunda mitad de siglo XVIII, se intensificó la inmigración y el trabajo infantil ganó nuevos límites, pues tanto “en el campo como en las industrias, era común que los hijos de los inmigrantes completasen los primeros años, o décadas, cumpliendo rutinas de trabajador” (BAFFERT, 2006, 128).

La llegada de los inmigrantes no provocó grandes alteraciones en relación a la explotación del trabajo infantil. Según Grunspun (2000, p. 52), el trabajo de niños hijos de inmigrantes era recurrente:

[...] mayoría de los niños pobres y los hijos de inmigrantes no tenían registros de nacimiento para probar su edad, y nuevamente dependemos de la denuncia de la imprenta de que todos podían observar en la salida de las fábricas el número de niños entre 8, 10 y 12 años que trabajaban. Con el crecimiento fabril en São Paulo, se construyeron, junto a las fábricas, villas de operarios para las familias que tenían cuotas de producción y los hijos completaban esas cuotas. Cuanto más hijos, más fácil era conseguir la casa para la morada en las villas operarias.

Con la Revolución Industrial la situación se agravó. El surgimiento del motor, elevó la producción industrial, lo que provocó una lucha por la sobrevivencia por parte de las empresas. Una de las formas encontradas fue la contratación de mujeres y niños que, teniendo

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menos fuerza física, podrían ganar menos que los hombres (CESARIO JUNIOR, 1953).

En una breve retrospectiva histórica, se constata que el trabajo infantil sufrió alteraciones con relación al modo de explotación, pero, en esencia, permaneció inalterado. La explotación del trabajo infantil perduró a lo largo de los dos últimos siglos, no restringiéndose más a las áreas rurales. También en las áreas urbanas se constató una elevación en el número de niños en situación de trabajo, especialmente entre las camadas más pobres de la población. Poco a poco, estado y sociedad pasaron a preocuparse por la situación y a elaborar estrategias para la erradicación del trabajo infantil.

Pasados más de dos siglos, Brasil aún posee 2,7 millones de niños en situación de trabajo. Contemporáneamente, la explotación del trabajo infantil difiere de lo que ocurría en el siglo XVIII, pero es tan grave como en esa época.

Para Minharro (2003, p. 19), la necesidad de protección contra el trabajo infantil

[..] no está relacionada a la capacidad para ejercer personalmente actos de la vida civil o a su inimputabilidad, pero se refiere, esto sí, a la influencia del ejercicio de determinadas actividades en la mala formación educacional, cultural, moral, física y mental de los niños y de los adolescentes y, de una manera más amplia, a las consecuencias de la utilización de ese tipo de mano-de-obra para el futuro de una nación.

En otras palabras, las consecuencias del trabajo infantil afectan su desarrollo físico y emocional, comprometiendo su formación educacional y, por consiguiente, su futuro.

Las causas del trabajo infantil son múltiples. Sin embargo, el factor económico es preponderante. Almeida Neto (2007) resalta que el trabajo infantil, como tantos otros fenómenos, es un fenómeno global, que roba la infancia, y proviene de varios motivos, entre ellos el económico.

En el mismo sentido, Barros (2013) apunta que la dificultad económica de las familias está entre las principales responsables por la explotación del trabajo de los niños, desde la primera infancia y en las más variadas épocas de la humanidad.

El enfrentamiento y la erradicación del trabajo infantil no son tareas sencillas. Almeida Neto (2007) destaca que, frente a los dinamismos de los fenómenos de la Tercera Revolución Industrial, las estrategias de enfrentamiento al trabajo infantil rozan la construcción de redes, de vínculos y de planeamientos, porque los explotadores de mano de obra de niños utilizan...

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