De la totipotencia del cigoto a las células troncales maduras y de reserva

AutorGloria Mª Tomás y Garrido; Natalia López Moratalla
CargoUniversidad Católica de Murcia Campus Los Jerónimos. 30107 Guadalupe gtomas@pdi.ucam.edu; Departamento Interfacultativo de Bioquímica y Biología Molecular Facultad de Medicina. Universidad de Navarra. 31080 Pamplona natalialm@unav.es
Páginas319-331

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1. El cuerpo humano es un organismo peculiar

El objetivo de este estudio es tratar de dar respuesta, desde la Biología humana, a la cuestión acerca de en qué estado del proceso vital de transmisión de la vida se puede afirmar que estamos en presencia de un cuerpo humano.

La Biología del desarrollo muestra, sin lugar a duda, que el embrión desde su estado inicial de cigoto es un organismo individual; un individuo en su etapa unicelular de comienzo. Y que todo individuo, con una identidad genética que le define como tal individuo de una especie concreta, es inseparable de su desarrollo. Permanece como tal ser vivo en perfecta continuidad a lo largo de su existencia con un inicio y un final. Todo ser vivo a lo largo de su trayectoria vital actualiza las potencialidades que le corresponden como miembro de la especie a que pertenece y que le corresponden en esa etapa concreta.

El animal no-humano está perfectamente especializado y con la vida resuelta en su entorno natural. Las capacidades, tendencias, comportamientos etc., específicos de su especie, emergen del desarrollo orgánico, de forma paralela al mismo y de forma idéntica para todos y cada uno de los miembros de la especie.

La ciencia da cuenta de lo peculiar de la estructura biológica de cada hombre. La biología humana muestra, con independencia de las creencias, que lo que hace humano el cuerpo de cada hombre es el hecho de estar encerrado en el automatismo de los procesos biológicos.

Cada uno de los hombres está abierto a las relaciones personales -de forma inconsciente al principio y consciente después- que siempre dejan huella en él. La biología humana reconoce en cada hombre una fuerza vital propia, que le libera de quedar encerrado en el automatismo de los procesos biológicos, especialmente de los cerebrales. Más aún, esa potencia vital, que cada cual cultiva o entierra, no procede de poseer más genes que nuestros antecesores chimpancés.

La polémica planteada sobre el comienzo de la vida de cada ser humano no es simplemente cuándo comienza la vida de cada individuo humano; no ofrece duda alguna que ocurre al término de la fecundación de los gametos de los progenitores, como para cada mamífero. Lo que se discute es la relación entre el comienzo y desarrollo temporal y el origen de las capacidades específicamente humanas.

Esto es, si lo específicamente humano es: a) algo que le reconocen los demás en determinadas condiciones de desarrollo, de capacidad de razonar, de autonomía, etc.; b) su constitución a viviente personal requiere un tiempo de desarrollo, más o menos definible, para alcanzar una estructura biológica suficiente a la que se pueda con razón denominar cuerpo humano; c) el carácter personal propio de todo individuo de la especie humana es intrínseco y acontece en su misma constitución como viviente.

Quienes afirman que se trata de una concesión de los demás no pueden dar cuenta de la psique humana. En efecto, la dimensión corporal es elemento constitutivo Page 320 de la personalidad humana y signo de la presencia de la persona; lo que constituye a cada persona es su apertura relacional; es lo que hace que todo cuerpo humano tenga un titular con nombre propio; esto es, todo hombre no está encerrado en los procesos fisiológicos, especialmente los cerebrales, sino abierto a las relaciones con los demás y lo demás.

La ciencia muestra que existe en cada hombre, en cada único sujeto personal, dos dinamismos constituyentes diferentes. El propio de su naturaleza biológica, que se rige por sus leyes de desarrollo, crecimiento, maduración, envejecimiento y muerte. Y el propio de su libertad personal que hace de la vida una tarea abierta y por tanto una empresa moral. Cada hombre, crece como hombre, y no sólo de tamaño corporal, hasta el punto de no estar nunca terminado. La única vida de cada sujeto humano es biológica y biográfica.

Obviamente, la ciencia no da razón del por qué de ese plus que libera la vida biológica del encierro convirtiéndola en biografía. Sin embargo, el pensamiento si nos permite ir más allá del dato científico y hacernos cargo de que, sea cual sea el origen de ese plus, proceda de donde proceda, el plus liberador pertenece a cada hombre por el hecho de tener estructura biológica humana1.

Trataremos, por tanto, de analizar en qué momento del proceso vital de un ser humano es ya un cuerpo humano. Cuando podemos afirmar que es un cuerpo y no simplemente un nuevo genoma humano. Un genoma humano, o de cualquier otra especie, sólo describe al sujeto o individuo concreto poseedor de ese patrimonio genético, pero no es el sujeto. El genoma que hereda cada uno de sus progenitores está presente en cada una de las células de su cuerpo y la secuencia de bases del DNA no cambia a lo largo de la vida. El genoma heredado aporta la pertenencia a la especie y la identidad biológica del individuo. También en el ser humano. Y, por serlo, la identidad biológica es signo de la identidad personal. Por ello, el criterio para determinar la identidad de un ser humano es un criterio externo: la identidad del cuerpo, construido desde tal genoma, como existencia continua en el espacio y el tiempo. El cuerpo dice quién es: la cara, gestos, hasta la forma de moverse, identifica al titular de ese cuerpo.

2. Constitución y construcción de un cuerpo humano

Con el inicio de un viviente mamífero en la fecundación de los gametos de sus progenitores queda constituido el organismo en su fase de una célula, el cigoto. En perfecta continuidad con tal proceso se inicia su desarrollo o construcción de las diversas partes como son los órganos, los tejidos, las extremidades, los sistemas.

Ambos procesos temporales, el periodo de constitución y el periodo de construcción, Page 321 tienen un dinamismo idéntico aunque tengan diferente significado biológico. En el primer proceso el individuo aparece, comienza a vivir, y a lo largo del segundo se desarrolla.

Durante el desarrollo embrionario el crecimiento del organismo se acompaña de la diferenciación de los diferentes linajes celulares que darán lugar a los órganos y tejidos. Si todas las células que se forman por divisiones sucesivas de las primeras del embrión temprano se mantuvieran iguales y uniformemente distribuidas no formarían un ser vivo, sino un conjunto de células sin unidad vital. Sin embargo, el desarrollo es un crecimiento acompañado de diferenciación celular y de la distribución espacial de las células según los ejes corporales; no basta que se forme el hígado o los pulmones sino que cada estructura funcional ocupa el sitio que le corresponde en la unidad de organismo que posee la forma corporal que le corresponde como individuo de la especie.

Por tanto podremos afirmar que se ha constituido un cuerpo humano y ha arrancado su construcción en el momento en que estemos en presencia de una estructura celular dotada de la información necesaria y suficiente para orientar espacialmente su multiplicación diferencial según los ejes corporales dorso-ventral, cabeza-cola y derecha-izquierda y regula la construcción en el tiempo.

El progreso espectacular del conocimiento acerca del desarrollo y maduración de los organismos que ha supuesto la investigación de la biología de las células troncales nos permite actualmente un considerable avance de los procesos de constitución y construcción del cuerpo humano2. Como se plantea en este trabajo, los datos permiten afirmar que la estructura biológica celular totipotente, conocida con el término cigoto, que es habitualmente el resultado de una fecundación completa, es una entidad corporal capaz de desarrollarse y construir las diversas partes de forma unitaria.

En efecto, el cigoto, única célula troncal totipotente, va dando origen a los diversos tipos de células troncales (pluripotentes, a su vez capaces de madurar hacia diversas células troncales multipotentes, éstas a otras progenitoras y, finalmente, a las diferenciadas de un tejido concreto), que se organizan en estructuras espaciales, maduran y se almacenan en localizaciones precisas, que permanecen el resto de la vida en el organismo y a las que se denominan células troncales de adulto.

2.1. Dinámica de los procesos temporales de constitución y construcción de un organismo: la trayectoria vital unitaria de cada viviente

Vivir es crecer, desarrollarse, madurar, renovar las células, regenerar los órganos y envejecer. Permanecer vivo exige un continuo intercambio con el medio natural, que varía con el tiempo. Este movimiento continuo aleja al ser vivo del equilibrio mortal: sin intercambio de materia y energía no hay vida. Page 322

Para cada parte del organismo y de cada célula, el medio es el resto del cuerpo o del órgano del que forma parte. Durante el desarrollo embrionario el medio externo natural es la madre. Tras el nacimiento, ese medio natural es externo. La vida de todo organismo tiene una trayectoria desde el inicio al final porque está en continuo intercambio con el medio propio de cada etapa.

La vida...

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