Tiempos ajustados: globalización y vaciamiento de los derechos sociales

AutorMario G. Losano
Cargo del AutorCatedrático de Filosofía del Derecho. Università del Piemonte Orientale
Páginas49-68

Page 49

Ver Nota53

“Hay una tristeza obrera de la que no es posible recuperarse salvo con la participación política” (G. Navel).

“Es complicado que un empresario y su empleado, incluso tratándose de un director general, se conmuevan por la empresa con el mismo sentimiento en el corazón: porque en el horizonte despunta el inexorable bolsillo del empresario”. – “Esta no es una empresa como es debido. Esto es fascismo. Nos habíamos librado de él y lo reencontramos aquí. Recordad: no tenemos ni si quiera el comité de empresa”. – “A los obreros no les interesaba demasiado considerar y constatar como el mercado se autorregula, según el libre y sabio juego de las fuerzas; creían los obreros en su propia libertad, no en la libertad del mercado”54.

1. ¿Hacia un nuevo modelo de relaciones industriales?

La crisis económica iniciada en el 2008 ha convertido en más agresivos y frecuentes los ataques al Estado Social y a los derechos de los trabajadores, iniciados ya en la época de los gobiernos Margaret That-cher y de Ronald Reagan. Esta tensión era (y es) un fenómeno inter-nacional y, por esto, puede ser interesante remontarse a los orígenes del pensamiento social y preguntarse en qué consistía, en concreto, la solidaridad nacida de las duras condiciones de trabajo de finales del Ochocientos o inicio del Novecientos: condiciones a las que ahora se quiere regresar.

Este es el origen de una investigación sobre la solidaridad, desarrollada para el CNPq brasileño en 2008 y culminada en un libro55, en

Page 50

cuya parte final el problema del progresivo desmantelamiento de los derechos sociales y sindicales venía ilustrado con las tensiones surgidas en los últimos años alrededor de las instalaciones italianas del Grupo Fiat. La elección de este tema obedece al hecho de que Fiat (última gran industria privada de Italia) parece destinada al vaciamiento y deslocalización, a menos que los obreros no acepten trabajar en las condiciones dictadas por los directivos. En el caso de la sede de Pomigliano d’Arco, estas condiciones fueron objeto de un referéndum sobre las cuales los empleados debían pronunciarse con un sí o con un no, sin ninguna negociación. Un ultimátum o Diktat, en definitiva, pero no un referéndum.

Esta actitud autocrática hacia los empleados y los sindicatos es importante no sólo porque afecta a la mayor industria italiana si no también porque constituye un modelo neoliberal de relaciones industriales que, en Italia, será adoptado por otros grupos industriales. En síntesis, la empresa propone unilateralmente un modelo de gestión; si los sindicatos no aceptan en bloque, la dirección cierra la empresa y la traslada a un estado en el que la legislación y los costes sean más favorables. Desaparece así la clásica negociación sindical, fruto de décadas de luchas obreras.

En el caso que se estudia, el enfrentamiento se produce entre Fiat y la Federazione Impiegati Operai Metallurgici (Fiom)56, sección de la Confederazione Generale Italiana dei Lavoratori (Cgil), organizaciones que estuvieron cerca del Partido Comunista Italiano, hoy extinguido, y que representan todavía algunos de los ideales de la izquierda (aunque sean acusados de tutelar a quienes tienen puesto de trabajo, pero no a los desempleados: pero este es una cuestión que excede el conflicto sindical, al que se aludirá en las siguientes páginas). Los otros sindicatos de la siderurgia (metalmeccanici), un tiempo alineados con las posiciones de la Democracia Cristiana u otros partidos moderados, se han mostrado más dispuestos a aceptar sin discusión las propuestas de Fiat.

En las últimas dos décadas demasiadas cosas han cambiado: los accionistas de referencia no están ya ligados al territorio –y en particular a Turín– como la tradicional familia del fundador Giovanni Agnelli; el desempleo creciente provocado por la crisis económica ha atemorizado a los trabajadores y cortado las uñas a los sindicatos; la gestión

Page 51

neoliberal busca maximizar los beneficios, no creando productos más competitivos basados en la innovación (que requiere inversión) sino reduciendo personal y aumentando la productividad de los trabajadores restantes; en resumen, la globalización por un lado y por otro la ausencia de una intervención gubernamental permiten a la empresa usar la amenaza de la deslocalización, como un instrumento de chantaje tanto hacia los trabajadores como hacia los políticos.

Precisamente la ausencia de una política industrial de los gobiernos tanto de Silvio Berlusconi como de Mario Monti ha permitido a la dirección de Fiat afrontar la resistencia sindical desde una posición de fuerza. De hecho los obreros se han encontrado solos en el conflicto con la empresa, con la única tutela ofrecida por las organizaciones sindicales, además ni si quiera unidas entre ellas. De esta manera, Fiat ha podido llevar el ataque, del que se ocupan estas páginas, contra el único sindicato con posiciones duras, es decir la Fiom.

Dos documentos del grupo Fiat dan testimonio de la desafección de la empresa con respecto a Italia, visto como un país que no se halla en condiciones de garantizar la “tranquilidad” de las empresas.

El 21 de abril de 2010, en el Investor Day, el grupo Fiat presentaba su proyecto industrial para Italia con este comunicado:

“Para construir más vehículos Fiat en Italia y llevar más Italia al mundo nace Fabbrica Italia, el más extraordinario plan industrial que nuestro país haya jamás tenido. En los próximos cinco años la producción de los coches y vehículos comerciales en Italia pasará de 800.000 a
1.650.000 unidades al año. Más del doble. El Grupo dedicará casi el 70% de las inversiones mundiales a los establecimientos italianos. No es todo. El plan prevé que la cuota de los vehículos producidos en Italia y destinados a los mercados extranjeros suba del 44% al 65%. En otros términos, habrá más Italia en el mundo. Fabbrica Italia está lista para partir, pero necesita que cada uno de nosotros y cada uno de vosotros así lo crea firmemente, con el valor y el corazón que nosotros los italianos tenemos. Fabbrica Italia no es sólo el plan industrial de Fiat: es el modo mejor para demostrar el compromiso que desde siempre nos liga a nuestro país, un compromiso hecho de afecto, de respeto y libertad. –John Elkann – Sergio Marchionne”.

Un año después, el comunicado del 27 de octubre de 2011 se presentaba con un tono completamente distinto:

“El proyecto Fabbrica Italia no ha sido nunca un plan financiero, sino la manifestación de una dirección estratégica que pretende seguir y

Page 52

que tiene el significado y el fin de expresar el compromiso de Fiat para resolver las problemáticas que afectan sus sedes industriales y contribuir al desarrollo de las potencialidades industriales del país. Fiat siempre ha indicado con gran claridad que son condiciones imprescindibles para alcanzar aquel resultado, el concurso de todos los componentes sociales, sindicales e institucionales, para asegurar la gobernabilidad de las sedes productivas y la puesta en práctica de los acuerdos que garantizan una adecuada fiexibilidad operativa. […] las tesis en las que se apoyan los planes de Fiat son de naturaleza general y no tienen un nivel de detalle que permita, mediante la verificación del grado de obtención de un determinado target, el continuo y sistemático grado de avance de Fabbrica Italia. […]”57.
Reducir el plan Fabbrica Italia a una simple declaración de intenciones significaba no garantizar ni la producción ni las inversiones y ni siquiera los puestos de trabajo. Esta amenazadora certeza había generado en los establecimientos italianos de Fiat un estado de fuerte tensión, descrita en la parte final de la ya mencionada investigación para el CNPq y retomada en el apartado siguiente, que describe los alarmantes inicios de la crisis Fiat58. Tras ello serán expuestos los últimos desarrollos de la situación hasta la mitad del 2012, es decir, los conflictos judiciales generados por el desencuentro con los sindicatos (apartado 3), el nuevo y discutido sistema de organización de la producción (apartado 4), la profunda alteración del sistema italiano de las relaciones industriales (apartado 5) y, por último, la posibilidad de exportar el “modelo Pomigliano” fuera de Italia, por ejemplo en Brasil (apartado 6).

2. La realidad: “menos Italia en China, más China en Italia”

La deslocalización y la debilidad de los sindicatos y de la izquierda están generando una situación de decadencia industrial en Italia. En lugar de abandonar los sectores ya maduros (como el automóvil) y concentrarse en los de tecnología avanzada (como la informática y la

Page 53

biotecnología), se intentan salvar los beneficios introduciendo en Italia prácticas que sean competitivas con las de los países emergentes59. Las víctimas de este salto hacia atrás son el Estado social y los trabajadores asalariados.

A la espera de una prueba en contrario, la sensación actual es que el capitalismo financiero globalizado es incompatible con la democracia. Los derechos individuales se proclaman en todo momento y lugar, y se usan también en el plano internacional como pretexto para justificar intervenciones militares. En el plano interno, en cambio, los derechos sociales se hacen depender de los rendimientos. Puesto que en la economía globalizada sólo una élite restringida tiene la guía y el conocimiento de la empresa, los trabajadores se ven obligados a aceptar las imposiciones de la empresa.

Un ejemplo tristemente perfecto de esta involución intrínsecamente autoritaria es la experiencia de Fiat, sin duda la multinacional...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR